De todos los productos de los que os hemos hablado desde que iniciamos nuestra aventura, de todo lo que hemos aprendido y descubierto, de todo lo que os transmitimos en este espacio, hoy os presentamos nuestro mayor hallazgo: los aceites esenciales. Y queremos rendirles un homenaje intentando resolver algunas de las dudas que más nos planteáis en Orgànics Magazine.
Porque si algo intentamos en este pequeño espacio es de aportar algo de luz (y a veces cordura) al pasional mundo bio. Y los aceites esenciales son la mejor expresión de lo que para nosotras significa la cosmética natural y ecológica. En nuestro pasado artículo sobre los aceites os explicábamos qué son los aceites vegetales, que son aquellos que están contenidos en las semillas, huesos de frutos y granos y que se extraen por medios de presión mecánicos. Son suaves y, excepto en casos de alergias, se pueden aplicar directamente sobre la piel, aportándonos todos sus beneficios. Sin embargo hoy nos vamos a ocupar de otro tipo de aceites…
¿Qué es un aceite esencial?
Es una mezcla de sustancias aromáticas que se encuentra en algunas partes de determinadas plantas (llamadas aromáticas) como en las raíces, corteza de algunos árboles, flores, tallos, hojas o cáscaras de frutos. Estas plantas aromáticas, que suponen menos del 10% de las más de 800.000 especies vegetales catalogadas, tienen unos diminutos sacos que, conforme madura la planta, se van llenando de un aceite formado por sustancias orgánicas volátiles y que constituyen los preciados aceites esenciales.
¿Cómo se obtienen estos aceites?
La forma tradicional es mediante destilación con un alambique y es la mayoritaria (aunque también se hace mediante procesos químicos que desvirtúan la planta y en los que no vamos a entrar). Aunque en los últimos años gracias a los avances de la ciencia podemos contar con excelentes aceites esenciales extraídos mediante las disoluciones de CO2 supercrítico que nos permite disfrutar de unos productos impecables sin el uso de otros solventes químicos. Otras esencias se obtienen por otros métodos como el enfleurage que consiste en poner en contacto determinadas flores que no soportan una extracción con alambique, como el jazmín, con una grasa inodora para luego destilar esta grasa una vez se ha saturado el aroma, también están los aceites absolutos, los concretos… Pero la más pura es la destilación por alambique y nos centraremos en esta y en la que se produce por expresión de la corteza de determinados frutos como los cítricos.
Cuando destilamos estas plantas con un alambique usamos las partes en las que se encuentran esos sacos de aceite y las metemos en un recipiente por el que hacemos pasar vapor de agua (cuanto mayor sea la calidad de ésta mejor) que arrastrará esas moléculas de aceite. Después se conducirán por un serpentín donde se condensará y obtendremos por un lado el aceite esencial y por otro un hidrolato. Como los aceites flotan su separación es un procedimiento sencillo.
Puede parecer algo que uno puede hacer en su casa, como si de un licor casero se tratara, pero dado que estamos ante moléculas altamente sensibles a las temperaturas es un arte que lleva mucho tiempo aprender su correcta destilación, así como la recolección de las plantas en su punto máximo de maduración para poder aprovechar de forma óptima todas sus propiedades. De hecho, los aceites esenciales son productos complejos que, en algunos casos, se conforman por más de 200 compuestos volátiles como la lavanda. Ni que decir tiene que una mala destilación dará por resultado un aceite esencial pobre, cuando no defectuoso, y con escasas cualidades aromaterapéuticas.
Pero ¿qué es eso de la aromaterapia?
A pesar del desprestigio al que las marcas tradicionales han sometido a esta palabra banalizándola al tildar de aromaterapia cientos de productos hechos con una mezcla de tóxicos y copias sintéticas más o menos burdas de los aceites esenciales, la aromaterapia no es poner una vela con olor a vainilla en casa y que nos reconforte ¡ni mucho menos una esencia del todo a un euro y ponerla en un quemador! Aromaterapia no es un suavizante que huela a pino y nos transporte a los Alpes Suizos cuando tendemos la ropa. Aromaterapia no es una infusión de té con aroma sintético de limón y canela que nos hace cerrar los ojitos mientras nos enroscamos con una manta en el sofá. Aromaterapia no es poner un gel del súper con aroma a frutos del bosque y darnos un baño de media hora que nos deje relajaaaaaaad@s, aromaterapia no es comprar un perfume en un centro comercial por mucho que nos asegure la dependienta que su aroma a bergamota y mandarina nos va a poner las pilas…
Y con este panorama es lógico que en muchos foros se califique esta terapia como una farsa, un engaño o una terapia ‘alternativa’ que practican cuatro tarados sin estudios y con mucho afán de protagonismo. Y nada más lejos de la realidad. La aromaterapia es ciencia en estado puro, para practicarla adecuadamente hace falta una formación química tremenda (por eso nos horroriza aquello de cosméticos sin químicos) y no, no es ninguna terapia alternativa. En Orgànics Magazine odiamos las terapias alternativas. ¿Alternativa? No. Integrativa.
Primero porque en el caso de pequeñas dolencias sí puede darse en lugar de la medicina tradicional, pero, sobre todo, porque se puede dar como coadyuvante de las terapias médicas tradicionales en el caso de dolencias más severas, y, segundo, porque conciben al ser humano como un todo, no como piezas ensambladas sin conexión unas con otras, sino como una unidad íntegra. No somos un coche al que se le hace un rasguño en la carrocería pero el motor está intacto. Y hasta que la medicina moderna no comprenda eso, todo lo que haremos será dar palos de ciego a la hora de resolver enfermedades crónicas y graves.
Y no. La aromaterapia no lo puede todo. Y si te dicen que te van a curar un cáncer con aromaterapia, te están mintiendo y, probablemente, lo que quieran es estafarte. Pero sí, la aromaterapia puede ayudarte a que los efectos de determinados tratamientos agresivos como la quimioterapia sean mucho menores, a poder atravesar esa dolorosa circunstancia mejor, a sanar heridas emocionales… Puede hacer mucho por ti…
Pero la aromaterapia, que es una rama de la fitoterapia, única y exclusivamente se puede realizar a través de los aceites esenciales naturales de calidad. Y de eso en los centros comerciales, supermercados, hipermercados y tiendas de todo a un euro hay muy poco. La aromaterapia es una ciencia con letras mayúsculas y merece un respecto y un conocimiento mucho más allá que la trivialización a la que se le está sometiendo. Pero ahora que lo pensamos, también nuestra alimentación lo merece y vivimos en un mundo en el que sólo importa que algo esté rico sin importar que mier** contenga… Disculpad, pero es que nos encendemos con estas cosas…
¿Cómo actúa la aromaterapia?
En la aromaterapia tenemos dos vías principales de acción: la primera de ellas más psíquica por así decirlo a través del aroma (aunque como hemos dicho trata cuerpo y mente al mismo tiempo), ya que nuestro olfato es el sentido más primario y lo que recibimos a través de él va directamente al sistema límbico de nuestro cerebro, sin ser racionalizado.
El sistema límbico lo conforman un conjunto de estructuras cuyas funciones determinan las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria, entre otras funciones. Las diminutas moléculas aromáticas de los aceites esenciales viajan gracias al bulbo olfatorio por unas autopistas de gran velocidad mientras nuestro cerebro está embotado por pensamientos constantemente. Así Proust cuando olía magdalenas se acordaba los bollos que le hacía su tía Léonie de pequeño y el sabio ratoncito Rémy consiguió sacarle una lagrimita al duro crítico gastronómico Anton Ego trasladándolo a su más tierna infancia con su Ratatouille (y si piensas que no fue por el olfato sino por el gusto prueba a comer con la nariz totalmente congestionada…).
A través de esa autopista los aromas son transportados por células específicas a nuestro sistema límbico y el hipotálamo. Allí la amígdala, un órgano del sistema límbico, conecta el aroma con una emoción y el hipocampo relaciona ese aroma con un recuerdo de un aroma. Así estas diminutas moléculas aromáticas son capaces de desbloquear, limpiar, apaciguar, dar coraje y trabajar nuestros sentimientos casi de forma automática. Pero también, dada la conexión de los aromas con nuestros recuerdos, un aroma puede repelernos si esta ligado a vivencias negativas, o todo lo contrario, lograr sacarnos una sonrisa al traernos al presente un maravilloso recuerdo…
Márketing olfativo
Es de tal importancia nuestro sistema olfativo que las empresas invierten miles de millones en lo que se llama márketing olfativo. Esto es así porque, según un estudio de la Universidad de Rockefeller de Nueva York, los seres humanos recordamos el 35 por ciento de lo que olemos frente al cinco por ciento de lo que vemos y el dos por ciento de lo que oímos, ¡¡y decimos que vivimos en la era audiovisual!! Mas bien vivimos en la era aromática… [adicional text=»Los seres humanos recordamos el 35 por ciento de lo que olemos frente al cinco por ciento de lo que vemos y el dos por ciento de lo que oímos, ¡¡y decimos que vivimos en la era audiovisual!! Mas bien vivimos en la era aromática…»]
Además se dice que podemos retener en la memoria hasta 10.000 aromas diferentes (aunque el investigador Andreas Keller afirma que podemos llegar a distinguir un trillón), frente a los pocos cientos de colores que nuestra retina distingue. Como hemos visto sólo con oler un aroma podemos trasladarnos a un lugar recóndito de nuestra mente que no sabíamos que existía de forma casi inmediata… pero ¿cuántas veces hemos visto una cara y hemos sabido que conocemos a esa persona pero no hemos podido ubicarla en nuestra vida?
Con esas ‘aptitudes’ olfativas que la evolución nos ha dado no es de extrañar que se haya creado una carrera en la que las marcas intenten atraer nuestra atención a través del aroma. Y lo que es más importante: sin que seamos consientes de ello. Las burdas imágenes subliminales de antaño son un juego de niños comparado con las refinadas armas del marketing olfativo.
Pero, si bien es cierto que los aromas están ligados a nuestros recuerdos, sólo los aceites esenciales poseen la composición adecuada para actuar de forma terapéutica en nuestro organismo. No sólo a través del olfato como os hemos explicado, sino también a través de la piel o por vía interna.
Y es que cuando analizamos químicamente un aceite esencial podemos contemplar la cantidad de sustancias volátiles y los diferentes compuestos que tiene: Ácidos libres (Acético, benzoico, cianhídrico, cinámico, propiónico, valeriánico…); Alcoholes libres (Borneol, geraniol, linalool, nerol, mentol, terpineol…); Aldehidos (Cinámico, benzaldehído, citral, citronelal, geranial, neral, salicílico…); Cetonas (Parecidas químicamente a los terpenos. Entre otras el alcanfor, carvona, fenchona, mentona, tuyona…); Fenoles (Carvacrol, eugenol, isoeugenol, timol…); Esteres (Acetato de linalilo, salicilato de metilo)…, podéis leer más sobre ellas y sus propiedades en este excelente artículo. Ni que decir tiene que muchas de estas sustancias forman parte de los principios activos de las medicinas que produce la industria farmacéutica.
En un segundo nivel, los aceites esenciales curan porque esas mismas sustancias químicas entran en contacto con nuestro torrente sanguíneo a través de la piel (las moléculas son diminutas y atraviesan nuestra piel vehiculizadas por los aceites y cremas y además son lipófilas, es decir, afines a nuestra grasa), o a través del olfato. Allí los compuestos actúan frente al dolor, las bacterias, los hongos. Por ejemplo, se sabe que el aceite esencial de canela y el de orégano, por poner dos ejemplos, son bactericidas fortísimos. De hecho se usan en algunos hospitales franceses para desinfectar los quirófanos y evitar las infecciones postquirúrjicas de los pacientes. Tantas aplicaciones tienen los aceites esenciales que en la publicación médica más seria y prestigiosa del mundo como es PubMed hay casi 19.000 estudios publicados relacionados con aceites esenciales, como los que tratan la acción de los AE contra el S. Aureus en terapias combinadas de aceites esenciales de orégano y romero, u otras sobre el uso de los aceite esenciales de jengibre, sándalo y tomillo para el tratamiento de bacterias resistentes a los antibióticos, entre otros miles de estudios.
Se abre así un campo en el que la medicina tradicional se sirve del uso de los potentes aceites esenciales para tratar dolencias con sorprendentes resultados positivos, aunque sigue habiendo científicos que niegan la utilidad de estas terapias, no sabemos si basados en la mala prensa de las mismas o en una estrechez de miras que les hace tildar de magufo todo lo que no provenga de las fuentes médicas oficiales y oficialistas, obviando los miles de papers médicos al respecto y haciendo un flaco favor a la ciencia y a las personas. Pero continuemos hablando de aromaterapia y la composición de los aceites esenciales hablando ahora del controvertido quimiotipo.
¿Qué es un quimiotipo?
Si os interesan los aceites esenciales y la aromaterapia y habéis entrado en contacto con este amplio mundo habréis visto que algunas marcas pone «Aceite esencial quimiotipado» o «nuestros aceites esenciales están quimiotipados». Pues bien, el quimiotipo es el «tipo químico» que arroja la cromatografía de un aceite esencial en el que podemos ver la composición y, más importante casi, la proporción de cada una de las sustancias que hemos visto antes (y otras que no hemos mencionado).
Pero, si bien el quimiotipo nos permite conocer en profundidad la composición de un aceite en concreto (que puede ser radicalmente diferente de otro de la misma planta), que un aceite esté quimiotipado no es sinónimo de calidad. Claro está que el hecho de que una marca invierta dinero en quimiotipar sus aceites es una forma de saber las diferentes moléculas que contiene y en qué concentración las tiene, pero se ha puesto de moda entre las marcas poner el quimiotipo y lo cierto es que no es necesario en todos los casos, sobre todo en aquellos en los que las condiciones físicas no dan como resultado plantas diferentes. Vamos a explicarlo.
[adicional text=»Dos plantas idénticas, como por ejemplo el tomillo Thymus vulgaris, recolectadas en dos partes diferentes de Europa pueden ser botánicamente idénticas y tener un quimiotipo muy diferente y, por lo tanto, unas propiedades aromáticas y terapéuticas distintas. ¿Cómo es esto? Porque en el quimiotipo influye desde las horas de sol y lluvia que la planta haya recibido, hasta las plagas, la composición del suelo…»]
Dos plantas idénticas, como por ejemplo el tomillo Thymus vulgaris, recolectadas en dos partes diferentes de Europa pueden ser botánicamente idénticas y tener un quimiotipo muy diferente y, por lo tanto, unas propiedades aromáticas y terapéuticas distintas. ¿Cómo es esto? Porque en el quimiotipo influye desde las horas de sol y lluvia que la planta haya recibido, hasta las plagas, la composición del suelo… De esta forma algunos aceites esenciales dependiendo de ese análisis químico arrojan un resultado u otro, lo que permite clasificarlo según su quimiotipo.
Pero no todos los aceites esenciales producen quimiotipos (diferencias químicas importantes), ya que independientemente dónde se cultiven su cromatografía no ofrece diferencias cuantitativas ni cualitativas suficientes que permitan hablar de un quimiotipo, pero las que los producen son imprescindibles que un profesional las conozca, de lo contrario una prescripción médica puede ser totalmente improductiva, cuando no dañina para el paciente, ya que pueden tener propiedades tan distintas que bien podrían ser variedades o especies diferentes.
Además, las plantas que producen ese quimiotipo o diferencias químicas apreciables son las que son más adaptógenas, ya que en realidad los aceites esenciales en la planta cumplen tres funciones primordiales: atraer a los insectos polinizadores, repeler a las posibles plagas y defenderse frente a las consecuencias inclemencias meteorológicas (agua, sol, viento…), por eso casi todos los aceites esenciales son potentes antifúngicos y antivirales, ¡¡porque son las armas de defensa de las plantas frente a hongos, virus y bacterias!!
Pero os pondremos un ejemplo que relataba uno de los aromatólogos más importantes de España como es Enrique Sanz Bascuñana, para que veáis la importancia que tiene el quimiotipo en algunos casos. En Francia hay mucha tradición de consumo de absenta, y durante muchas décadas se han producido intoxicaciones que han sido atribuidas al alcohol cuando, en realidad, eran debidas a los aceites esenciales de la absenta y los diferentes quimiotipos. Esta bebida alcohólica contiene un aceite esencial, la tujona, que es un potente neurotóxico. La Francia bohemia del siglo XIX bebía (nunca mejor dicho) los vientos por la absenta. Dicen que tras ella está la locura de Vincent Van Gogh y que bajo sus efluvios se cortó el lóbulo de la oreja. Pero lo interesante del caso es que la tujona contiene el neurotóxico tujanol en cantidades muy diferentes según la zona de recolección. Así los aceites esenciales de absenta de las zonas cercanas a París contenían, tal y como indicaron E. Charabot y C.L. Gatin en su obra Le Parfum chez la Plante, cerca del 45 % de tujona, mientras que las plantas cercanas a la región de los Alpes solo contenían un 8 % de tujona como máximo. ¿Os imagináis lo diferente que será una bebida elaborada con las plantas de una y otra zona francesa y sus efectos?
[adicional text=»La Francia bohemia del siglo XIX bebía (nunca mejor dicho) los vientos por la absenta. Dicen que tras ella está la locura de Vincent Van Gogh y que bajo sus efluvios se cortó el lóbulo de la oreja. Pero lo interesante del caso es que la tujona contiene el neurotóxico tujanol en cantidades muy diferentes según la zona de recolección. Así los aceites esenciales de absenta de las zonas cercanas a París contenían, tal y como indicaron E. Charabot y C.L. Gatin en su obra Le Parfum chez la Plante, cerca del 45 % de tujona, mientras que las plantas cercanas a la región de los Alpes solo contenían un 8 % de tujona como máximo. ¿Os imagináis lo diferente que será una bebida elaborada con las plantas de una y otra zona francesa y sus efectos?»]
¿Entonces mejor un aceite quimiotipado o sin quimiotipar?
Pues aquí la respuesta es una de cal y otra de arena. Los aceites esenciales han de ser de calidad. Si ves un aceite esencial que cuesta mucho menos que otro la respuesta es que estás ante dos productos totalmente diferentes. Cuando nos pasamos al lado bio de la vida estamos un poco hart@s, por no decir escaldad@s, de que nos vendan cremas con el 90% de los ingredientes que podemos encontrar en las tiendas de todo a un euro. Pero cuando hablamos de aceites esenciales, la calidad tiene un precio (vale, también hay estafas piramidales en todo esto, os ponemos de nuevo este genial artículo del aromatólogo Enrique Sanz Bascuñana).
Eso sí, los aceites esenciales han de ser ecológicos, ¿no?
Sí y no, hoy la cosa va de medias tintas… Un aceite esencial ecológico nos va a garantizar que esas plantas no han sido tratadas con pesticidas, y ante igual calidad siempre los vamos a preferir a los convencionales, como en el caso del limón cuyo aceite se extrae por presión de la cáscara y, claro, es imperativo que sea ecológico porque en la piel de las frutas es donde más se concentran los tóxicos.
Pero algunos aceites proceden de plantas que no pueden ser cultivadas, que son salvajes o que proceden de bosques controlados, pero no se puede considerar que sean ecológicos. Nosotras recomendamos el uso de los aceites ecológicos para tratamientos, donde se suele usar plantas aromáticas cultivables, por así decirlo, pero cuando hablamos de perfumería natural reconocemos que lo bio no alcanza el abanico aromático que un aromaterapeuta o aromatólogo necesita para sus creaciones.
Pero siempre apostamos por aceites esenciales de plantas cuya recolección no suponga una amenaza para la especie ni para el medio ambiente, como es el caso del palo de rosa, que por sus propiedades aromáticas y por su preciosa madera está siendo exterminado… A veces es mejor la enfermedad que el remedio…
He leído que los aceites esenciales son peligrosos ¿es cierto?
Una de las preguntas que más se repiten en Orgànics Magazine es «Estoy embarazada y he leído que no debo usar aceites esenciales, y la crema X tiene aceites esenciales ¿es peligrosa?». Para esa pregunta tenemos varias respuestas. En primer lugar los aceites esenciales no son peligrosos si se sabe usar correctamente. Son aceites con muchos principios activos y muy concentrados, por lo que hay que usarlos con precaución ¡¡pero hasta las embarazadas y los bebés pueden beneficiarse de sus propiedades!! Principalmente la precaución hay que tenerla con los aceites esenciales puros y su uso, ya que nunca se deben usar directamente sin diluir, a excepción del de lavanda, pero mejor si todos van diluidos. Pero, al igual que no vas a la farmacia y compras las medicinas que quieres y te las administras como te da la gana (o no deberías), con los aceites esenciales pasa lo mismo. Ha de ser un especialista el que te los prescriba o, en su defecto, que tengas los suficientes conocimientos como para saber cómo usarlos o mezclarlos.
[adicional text=»Los aceites esenciales no son peligrosos si se sabe usar correctamente. Son aceites con muchos principios activos y muy concentrados, por lo que hay que usarlos con precaución ¡¡pero hasta las embarazadas y los bebés pueden beneficiarse de sus propiedades!! Principalmente la precaución hay que tenerla con los aceites esenciales puros y su uso, ya que nunca se deben usar directamente sin diluir, a excepción del de lavanda, pero mejor si todos van diluidos»]
En cuanto al tema de las cremas con aceites esenciales, en principio, a no ser que se trate de cremas con efecto blanqueador de la piel que pueden llevar una buena dosis de aceite esencial de limón u otros fotosensibles, el resto de cremas se formulan para que no haya contraindicaciones, más allá de las generadas por las alergias que cada persona tenga. Nos parece curioso que nos pregunten mucho sobre la peligrosidad de las cremas ecológicas con aceites esenciales y haya mamás que prefieran seguir usando sus cremas habituales por miedo a los aceites esenciales ¡¡si en las cremas habituales hay cócteles de tóxicos mucho peores!!
Precauciones al usar aceites esenciales puros
Nunca, nunca, jamás, ni aunque te lo diga un especialista, se han de inyectar los aceites esenciales (creednos, uno de verdad nunca os lo dirá). Son tan potentes y concentrados que en sangre pueden ser muy tóxicos.
Nunca, nunca, jamás los pongas en las mucosas en estado puro y en los ojos nos atrevemos a decir que ni diluidos. En el caso de afecciones en la boca se pueden usar diluidos (cuando probéis los aceites como pasta de dientes os encantarán), al igual que si tenéis hemorroides para desinflamar hay algunos que son excepcionales, pero siempre, siempre diluidos y con asesoramiento de un especialista. En las mucosas nunca deberíamos poner una dilución superior al diez por ciento.
Los aceites esenciales para su uso interno han de estar prescritos por especialistas y jamás se hacen directamente, siempre diluidos en otro aceite (oliva, por ejemplo o coco) o en una cucharada de miel, ya que los aceites no son hidrosolubles.
Los aceites se pueden usar para hacer vahos o para inhalar. Para hacer vahos (contra la congestión nasal, por ejemplo) sólo se debe usar una o dos gotas en el recipiente. Para baños mejor diluir el aceite esencial en otro aceite portador, como el de jojoba o almendras, para gozar de sus beneficios sin que nos irrite la piel, ya que muchos aceites son dermocáusticos y como no son hidrosolubles se quedan flotando y pueden provocarnos quemaduras, así que mejor diluirlos en otro aceite que, además, nos dejará la piel divina. Si por alguna casualidad nos pusiéramos un aceite puro y nos hiciera reacción no hemos de lavarnos con agua, lo mejor es echar otro aceite (el de oliva de la cocina, por ejemplo) para diluirlo. Luego se retira con un tisú.
Si tienes la piel sensible, antes de usar un aceite esencial que nunca has utilizado ni en cremas haz una prueba en el pliegue del codo.
Como norma general las mujeres embarazadas, las lactantes, los bebés y los menores de siete años no deben usar AE por vía oral.
Entonces ¿puedo usar aceites esenciales estando embarazada?
¡¡Por supuesto!! pero con precaución. Si estás embarazada hay determinados aceites esenciales que están contraindicados, como la canela, el orégano, el tomillo, el romero quimiotipo alcanfor y verbenona, la salvia, menta…, por ser ricos en principios activos que pueden ser tóxicos si no se administran correctamente, así que mejor no los usamos a no ser que estemos muy bien asesoradas. ¡Ah! Y ni se te ocurra usar un aceite esencial de jazmín que promueve las contracciones uterinas (vale, realmente no existe, es un absoluto, pero para no entrar en materia demasiado técnica). Ese mejor te lo reservas para cuando llegue el momento del parto y necesites un pequeño empujón 😉
Sin embargo hay otros como la lavanda, la manzanilla romana, la naranja amarga, el jengibre… que son deliciosas ayudas para calmarnos, para las digestiones, con el sueño movido o con una piel alterada ¡¡consulta con un especialista todo lo que los aceites esenciales pueden hacer por ti en este momento tan dulce!!
¿Y también pueden ayudar a mi bebé?
Sí, por supuesto. Los aceites esenciales están especialmente indicados para el cuidado de los peques ya que si se usan adecuadamente son de gran ayuda y no presentan ninguna de las contraindicaciones de los medicamentos habituales. Puedes tratar los dolores de tripita, los cólicos, los dolores de dentición, reforzar su sistema inmunológico, combatir tos y mucosidad, ayudarle a dormir plácidamente, apaciguar su llanto…
En definitiva, los aceites esenciales son uno de los mayores regalos que nos hace la naturaleza y una vez los conoces no puedes si no amarlos. Y en este artículo os hemos hablado por encima de los aceites esenciales más enfocados a la aromaterapia, pero cuando se trata de la perfumería natural entras en otro mundo. Cuando pruebas un perfume natural ya nada es igual. Si estáis preparad@s para el siguiente nivel, os hablaremos de algunas recetas con aceites esenciales y de los perfumes… naturalmente, claro.