Aceites vegetales ecológicos: pequeña guía para conocerlos y amarlos

Llevamos muchos años en esto de la cosmética natural y bio como para andarnos con chiquitas. En Orgànics Magazine amamos los aceites y lo gritamos a los cuatro vientos. Y cuanto más los conocemos, más los amamos. Pero sabemos que son muchas las dudas que os surgen a la hora de usarlos y hoy queremos ofreceros una pequeña guía para conocer y amar los aceites vegetales ecológicos. Para desterrar todas vuestras dudas. Es lógico. La industria cosmética lleva años taladrando nuestros cerebros con fórmulas oil-free y demonizando los aceites ¿cómo si no íbamos a preferir las inertes siliconas frente a los vivos y ricos aceites? Y, por su lado, los aceites esenciales no han gozado del reconocimiento que merecen (deberían estar en un altar), en primer lugar por su desconocimiento; en segundo lugar, por su mala prensa derivada de las leyendas que los envuelven y, en tercer lugar, por su altísimo precio (un kilo de iris al 80% puede valer sobre unos 60.000 euros, mientras que las fragancias sintéticas bien pueden venderse en las tiendas de todo a un euro). Así que si eres de los que cree que la aromaterapia es que tu casa huela a vainilla y eso te levante el ánimo… sigue leyendo, por favor.

Hoy queremos centrarnos en nuestros amados aceites vegetales o portadores. Porque amores hay muchos, pero ante todo debemos amarnos a nosotros mismos. Mimarnos. Cuidarnos. Y no se nos ocurre mejor forma que con ingredientes puros y vivos que penetran nuestra barrera cutánea para inundarnos con todas sus propiedades y beneficios, para ayudar a nuestra piel, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a estar mejor.

No, no nos estamos poniendo metafísicas. Las personas que tenéis alguna dolencia en la piel sabéis perfectamente de lo que hablamos cuando decimos que un aceite (o crema) puede ayudar a nuestra mente. Cuando nuestra piel sana, no duele, no escuece y está más bella que nunca. Cuando nos miramos al espejo y éste nos devuelve una imagen reconciliada con la de nuestra mente. Cuando eso ocurre tras aplicar un aceite es casi un milagro. Y quedas prendada de ellos para el resto de tu vida.

Pero ¿Qué es un aceite vegetal? 

La respuesta es sencilla, ya que a grandes rasgos es todo aquel aceite que se extrae de semillas, frutos o granos por medios de presión mecánicos. Así de simple. Dentro de estos aceites tenemos nuestro apreciado aceite de oliva, de nuez, avellana, pistacho, macadamia, maíz, cáñamo, pepita de uva o de sandía, de coco, de hueso de albaricoque, onagra, semillas de girasol, comino negro, chía… Hay cientos de ellos, algunos muy conocidos como la almendra o granada y otros maravillosos casi desconocidos como el de calófilo, pequi o ximenia. Se prensan estas semillas o huesos y ya tenemos un aceite vegetal. Aprovechamos y os ponemos el link de nuestro artículo en el que os explicamos la diferencia entre el aceite de oliva virgen extra, aceite de oliva virgen y el aceite de oliva a secas.  Os va a dejar con la boca abierta.

El aceite de pequi nos lo regala esta preciosa fruta

Así los aceites vegetales tienen muchas propiedades, sobre todo ácidos grasos, vitaminas y un sin fin de compuestos que hacen de ellos un auténtico alimento para nuestra piel. Por supuesto, dependiendo de nuestras necesidades usaremos uno u otro aceite, pero entraremos en ese terreno un poco más adelante. Ni que decir tiene que estos aceites se pueden usar en estado puro sin contemplaciones (más allá de las derivadas de las intolerancias y alergias que tengamos).

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En este punto queremos detenernos un poco, ya que las alergias funcionan de una manera un tanto extraña. Si bien recomendamos la máxima precaución siempre, sobre todo con los peques, normalmente las personas que tienen alergia a los frutos secos pueden aplicarse cosméticos cuya base son estos mismos aceites. Esto es así porque los productos que aplicamos a través de la piel se metabolizan de forma diferente y, normalmente, si tenemos alergia a las almendras podemos aplicar un aceite de almendras tranquilamente. Al igual que las personas alérgicas al polen pueden tomarlo por vía oral con toda normalidad (salvo algunas excepciones). Pero, como siempre, os recomendamos precaución. No es lo mismo una intolerancia a la ingesta de algún producto, en cuyo caso os recomendamos que os lancéis al mundo de los aceites, que una alergia que puede causar un shock anafiláctico, en cuyo caso os recomendamos una precaución exquisita.

Antes hemos dicho que la respuesta a qué es un aceite vegetal era sencilla. Pero tiene muchos matices que vamos a explicar ahora que más o menos sabemos qué es un aceite vegetal.

Cuál es la diferencia entre un aceite vegetal y un aceite vegetal ecológico

Muchas veces nos preguntáis cuál es la diferencia entre un producto natural y otro orgánico. Si aún sigues con dudas no dejes de leer nuestro artículo al respecto ¡¡te va a despejar muchas de ellas!!

Otras os sorprendéis de la diferencia de precio entre unas marcas y otras y nos preguntáis de qué marca os podéis fiar. Nosotras siempre os hablamos de las marcas que conocemos porque hemos testado, porque conocemos la ética de sus distribuidores y fabricantes…, pero hay cientos de marcas en el mercado que nos pueden confundir.

Vamos a poner un ejemplo muy sencillo que os puede ayudar un poco.

Imaginad que estáis en una tienda y tenéis un bote de aceite de almendras en el que pone INCI: Prunus dulcis oil.

Supongamos que cuesta 5 euros y tiene 100ml de producto.

A su lado tenemos otro que pone los mismo en el INCI: Prunus dulcis oil.

También tiene 100ml de producto y cuesta 15 euros.

Imaginemos que ambas tienen el mismo packaging y presentación. Podríamos pensar que una de esas marcas es una carera y que se han pasado cuatro pueblos. Pero lo más normal es que estemos ante dos productos totalmente diferentes, siendo un mismo INCI.

¿Cómo es eso posible?

Imaginemos que el primer producto es un aceite de almendras dulces convencional, mientras que el segundo ha sido extraído de almendras ecológicas. En el primer caso los agricultores podrían hacer sulfatado los campos para que no tuvieran plagas, haber añadido productos fitosanitarios para combatir las existentes o añadir productos tóxicos (y totalmente legales ¡ojo!) para que la floración fuera más abundante, por poner un ejemplo.

En el segundo de los casos, los agricultores ecológicos han de hacer un control de plagas diferente, sin usar fitosanitarios tóxicos y están sometidos a unas normas rigurosas que les impide aplicar muchos de los productos que hacen que las cosechas sean mejores y más abundantes, por lo que sus cosechas son menores y están más expuestas a las plagas que los anteriores. Por este mismo motivo, un campo ecológico, incluso cuando se trata de un cultivo de secano como la almendra, requiere más mimos si es ecológico ¡¡no hablemos ya de una huerta ecológica que es un ecosistema en sí!!

Más allá de las consideraciones ecológicas del primer modo de agricultura en comparación con es segundo ¿Sabéis dónde acaban todos los tóxicos que se echan en el campo? Pues en el subsuelo, el agua y la planta. Así, en el primero de los casos esos tóxicos pasan en mayor o menor medida a las almendras. Al igual que lo están en las manzanas que tomamos, los tomates, las aceitunas, las lechugas, las peras…

De la chía también se saca un aceite fantástico

En el segundo de los casos los productos están exentos de casi todos esos tóxicos (ojo, no decimos exentos de todos los tóxicos. La agricultura ecológica no se realiza en un campo de ensayo aislado y, desgraciadamente, el agua, el aire y la misma tierra contienen tóxicos de los que no podemos zafarnos pero, obviamente, la mayor parte de la carga tóxica de una planta se obtiene de lo que se echa en el campo por parte de los agricultores).

Pero seguimos ahondando en el aceite de almendras. Ya hemos recogido nuestras almendras y pasamos a prensarlas en una prensa (otras veces se extrae el aceite en centrifugadoras, pero vamos a simplificar). El primer aceite que sale es el que se llama de ‘primera presión el frío’, con una temperatura ambiente que para el aceite de oliva, por ejemplo, no ha de superar los 27ºC.

El aceite que se obtiene es rico y denso y muchas veces se decanta y filtra sin añadir nada más ni hacer ningún otro proceso. Esto es así porque muchos aceites de semillas, por ejemplo, no pueden ser usados directamente sin una pequeña labor de refinado en la que únicamente se le elimina impurezas sin añadir nada. El resultado es un producto de una calidad excepcional y con todas sus propiedades intactas.

Si tenemos presión en frío, también la tenemos en caliente (desde 80 a 300ºC). Con ella se consigue un rendimiento mucho mayor de los frutos, pero también la calidad del aceite es mucho menor, ya que las altas temperaturas modifican y destruyen parte de las propiedades hasta tal punto que algunos de los aceites son tan filtrados, refinados y procesados que no son ni una sombra de los anteriores. Como nuestro amado aceite de oliva que se somete a unas temperaturas ¡¡de hasta 300ºC!! destruyendo casi todas las propiedades que pudiera tener y convirtiéndolo en un líquido transparente inodoro e insípido que es lo que conocemos por aceite de oliva (el típico que pone sabor intenso, sabor suave, gourmet, selección…), sólo que para que no nos resulte sorprendente ese aspecto y su carencia de aroma y sabor le añaden aceite de oliva virgen o virgen extra hasta un 15%. Y es totalmente legal señor@s.

Otro de los problemas es que muchos aceites no se suelen comercializar sin refinar por varios motivos:

El primero de ellos es para desodorizarlos. Muchos aceites tienen aromas muy fuertes, como el de neem, y se desodorizan previamente para poder comercializarlos. Partimos de un viciado mundo sin aromas naturales. Nuestras cremas hechas a base de agua y siliconas no huelen a nada. Es un campo virgen para sembrar del aroma que la marca quieran darle. Aroma a crema, cítrico, a jabón, a cerezas… pueden hacer lo que quieran. Cuando nos enfrentamos a una crema ecológica los aceites suelen ser puros y sin refinar. Con todo su aroma. Y lo reconocemos, no siempre es delicioso. Pero es natural, es el aroma que tienen las semillas, los huesos de las frutas y frutos. Algunos de ellos son nuestra perdición como el de frambuesa o el de sandía, pero otros, como el de argán, germen de trigo o el de neem… Casi imposibles de disfrazar pero sus virtudes son tantas que compensa que jamás podamos tener cremas con falso olor a limpio.

Otros de los motivos es para eliminar las pequeñas impurezas que puedan tener, o porque no se pueden aplicar directamente en la piel por resultar demasiado concentrados o viscosos.

Pero la más importante de todas ellas es para sacar más rendimiento a la materia prima con lo que conseguimos más litros de aceite pero con una calidad tan baja…

Volviendo al ejemplo de los aceites de almendras todas estas diferencias podrían darse en ambos aceites y el INCI seguiría siendo el mismo.

Pero un producto y otro no se parecerían más que en eso, en el nombre. Injusto, ¿no?

Ahora viene la pregunta del millón

¿Cómo los diferencio?

Pues comprando marcas que sepamos que trabaja con aceites de primera presión en frío certificados como ecológicos. Eso nos garantiza que lo que estamos comprando tiene la mínima calidad que debe tener un aceite vegetal. Obviamente si un aceite ecológico de primera presión en frío es extremadamente barato sin que haya ninguna oferta… sospechad. Nadie da duros a cuatro pesetas (disculpad las que hayáis nacido en la era euro…, son dichos del siglo XX). En Orgànics Magazine sólo os hablamos de marcas que conocemos a sus fabricantes o distribuidores y que son 100% ecológicos de primera presión el frío y con los refinados más respetuosos y siempre mediante medios mecánicos y sin adicionar ingredientes químicos en ningún momento.

¿Los aceites vegetales los puedo usar si estoy embarazada?

Definitivamente sí. Todos ellos. A no ser que tengas alergia, claro.

Los puedes usar para las estrías, para hidratar la piel, para tratar problemas de la misma, para los pechos y los pezones, para el periné… Sólo tienes que saber cuál es el más adecuado para cada zona y cada momento de la gestación. ¡¡Como si quieres echarte AOVE durante los nueve meses!! Aguacate, onagra, almendras dulces, calófilo y caléndula son algunos de nuestros preferidos para esta dulce etapa, pero también los de albaricoque, sandía, macadamia…

¿Y le puedo echar a mi bebé recién nacido?

Rotundamente sí. Pero en Orgànics Magazine siempre pensamos que menos es más. Sois muchas las futuras mamás la que nos escribís con mil dudas mientras hacéis la canastilla de vuestro bebé. Y está en nuestra naturaleza que sea así, sobre todo en el tercer trimestre cuando de repente algo nos hace click en nuestro interior y es como si nuestro hijo fuera a nacer en medio de un país en eterno toque de queda que nos fuera a impedir salir a comprar hasta el más mínimo producto. Nos quita el sueño romper aguas y que nuestro retoño nos plantee retos para los que no estamos preparados. Pero desde Orgànics Magazine queremos tranquilizaros. Hagáis lo que hagáis eso va a ocurrir. Constantemente. Pues menuda tranquilidad, pensaréis. La tranquilidad es que cuando llegue ese momento también sabréis cómo actuar y lo que necesita. Porque es cierto eso de que cuando nace un bebé nace una mamá. Y un papá. Y nada de lo que se haya escrito, nada de lo que os hayan contado o hayáis leído sobre maternidad y paternidad podrá llegarle a la altura de la suela de los zapatos.

Así que si la piel de tu bebé no tiene ningún problema no hace falta que lo untes con mil cremas y aceites. La naturaleza es tan maravillosa que es capaz de regularse por sí sola, si le dejamos que lo haga, claro…

Del comino negro o nigella se extrae un aceite perfecto para las pieles dañadas

Pero si aún así quieres usar aceites para hidratar su piel, nada como el albaricoque (con un aroma mmmm), la pepita de sandía (¡¡cuidado puede provocar que te comas a tu retoño!!), macadamia (inmensamente dulce y suave), la almendra (la más mundana pero versátil)… Todos ellos son estupendos para masajes en la tripita cuando hay gases o cólicos, para tranquilizarlos, para el contacto piel con piel… Eso siempre que el bebé no se estrese. A muchos no les gusta demasiado estar desnudos las primeras semanas, estaban tan calentitos ahí dentro que…

Pero para las pieles grasas estarán contraindicados…

Rotundamente NO (Así, gritando en lenguaje internauta).

La suerte que tenemos con los aceites vegetales es que cada uno de ellos tiene una propiedades. Todas, absolutamente todas las personas de este mundo pueden encontrar un aceite que le vaya a su piel perfecto. Y cuando se combinan con los aceites esenciales mucho más.

El problema es que la industria cosmética tradicional no se ha preocupado de ahondar o de buscar aceites para solucionar los problemas de las pieles acnéicas o grasas, y se limitan a hacer fórmulas oil-free basadas en siliconas, mucho más baratas y con resultados estéticos más que aceptables. Pero pensad en silicona. ¿Qué os viene a la mente? A nosotras moldes para cupcakes, prótesis mamarias y un cordón aislante para que el agua de la ducha no se cuele por las juntas. Pues eso, refinado y modificado una y mil veces, es lo que nos ponemos en la piel. Que para cocinar la silicona es estupenda (mientras no nos digan lo contrario es inerte para el horno y una buena alternativa a otros plásticos liberadores de ftalatos y otros disruptores endocrinos), pero para poner en nuestra piel…, como que no.

Con los aceite no sólo podemos conseguir paliar esos brotes de acné (y reducir sus marcas, las manchas, las cicatrices), sino que ayudamos a nuestra piel a recuperar su función reguradora. ¡¡Todo son ventajas!! Los más indicados para estas pieles son los de avellana, neem, comino negro, calófilo…

Ya, pero no son tan efectivos como las cremas de lujo

No. En eso os damos la razón. No son tan efectivos. Son más efectivos. Eso sí, si quieres ponerte un aceite y a los dos segundos irte a esa boda con efecto lifting y veinte años menos…, como que no. La cosmética bio es amiga de la vida slow. Pero cuando la usas ¡ya no quieres otra!

De hecho casi todos los ingredientes ‘milagro’ de los que se valen las marcas tradicionales suelen estar basados en alguno de los compuestos de los aceites vegetales. ¿Polifenoles? el aceite de pepita de uva los contiene. ¿Coenzima Q10? Encuéntrala en el aceite de germen de trigo y de colza (en España casi no se se usa este aceite por el triste recuerdo de la intoxicación masiva por el consumo de este aceite desnaturalizado). ¿Dermatitis? El aceite de borraja posee un 20% de ácido gamma-linoléico que se usa en muchos productos para el tratamiento de la dermatitis, además reducen la inflamación de los tejidos, mientras que la caléndula contiene ésteres de faradiol, compuestos conocidos por sus propiedades antiinflamatorias. ¿Provitamina A? Elige el de nuez de albaricoque ¿Vitamina E? Nada como el aceite de rosa mosqueta ¿Vitamina C? El espino amarillo te dará la respuesta y ayudará a eliminar las manchas del rostro. Imprescindible si eres fumador/a.

Y así podríamos seguir hasta la eternidad…

Si tú también quieres amar los aceites tanto como nosotras no te pierdas nuestro próximo artículo sobre aceites esenciales ¡¡Os vais a enamorar!!

¡¡Que paséis un feliz día de San Valentín!!

 

 

 

 

 

 

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