Josep Maria Albet i Noya, la sexta generación de viticultores de esta familia catalana, convenció a su hermano toni y a su madre Nuria para empezar a producir caldos ecológicos. Podría parecer una aventura poco arriesgada en un momento en que lo Bio está de moda. Pero no. Albet i Noya empezaron a producir sus vinos ecológicos a finales de los setenta convirtiendo su bodega en la primera ecológica de todo el país. Siquiera existían leyes sobre la producción orgánica en España y Josep Maria, convencido vegetariano y amante de la naturaleza, recorrió europa para formarse en enología, viticultura y biodinámica y hacer el primer vino ecológico de España. En la actualidad son más de trescientas las bodegas que hacen este tipo de caldos en España, pero Albet i Noya fueron los pioneros en un país en el que aún se escuchan los ecos de aquellos que dicen con desdén que tratar la tierra con respeto y mimo es cultivar «cómo lo hacían nuestros abuelos». Y no les falta razón. A ese savoir faire de las generaciones pasadas se une la ciencia del siglo XXI para producir excelentes vinos de prestigio internacional, cuyas etiquetas lucen con orgullo los nombres y las huellas de la séptima generación de una familia que fue pionera en la producción de vinos ecológicos.
¿Cómo nace Albet i Noya?
Albet i Noya nace de una familia de viticultores desde hace más de 6 generaciones, que hace 37 años (1978) decidimos cultivar las viñas y elaborar los vinos de forma ecológica. Somos mi madre Nuria, mi hermano Toni y yo mismo.
Las 84 hectáreas de viñedos en pequeñas terrazas que cultivamos y la bodega están en Sant Pau d’Ordal, en la zona llamada “Costers d’Ordal” dentro de la Denominación de Origen Penedès, suelos calcáreos, arcillosos y muy ricos en magnesio, que los hacen especiales para obtener grandes vinos. [relacionado]
Fueron la primera bodega ecológica en España ¿por qué decidieron apostar por lo eco a finales de los setenta cuando la gente en este país no tenía aún el concepto de ecología?
En 1978 poquísima gente sabía lo que significaba la palabra ecológico, pero personalmente, quise empezar a trabajar los viñedos así porque quise respetar los animales e insectos que vivían en los viñedos. Yo era vegetariano por respeto a los animales, no porque no me gustara la carne. (Tenía dos tíos y mi abuelo materno que eran pastores y carniceros).
Yo tenía entonces 21 años y trabajar los viñedos y elaborar el vino de forma ecológica encajó en mi filosofía de vida en aquel momento, y en ese momento nos llego una solicitud de un importador danés que buscaba alguien que les pudiera vender vino ecológico. Todo encajó y me lancé.
Ser pionero en cualquier campo siempre es duro, se está solo, a veces la gente no te quiere entender… ¿Les paso esto a ustedes?
Muchas veces la gente no quiere entender porque estás haciendo algo, pero no necesitas que la gente entienda algo para poder hacerlo, simplemente si tú lo crees lo puedes hacer.
Algunas personas, vecinos y conocidos, me dijeron que perdería la cosecha, que eso es lo que se hacía antes, que ahora había que tratar con productos químicos si no quería perder la cosecha, pero esto lo decían porque ellos no sabían cómo hacerlo y lo desconocido siempre da miedo, la solución es aprender bien las técnicas y viajé a Alemania, a Francia, a Australia, visité muchos viticultores y bodegas, hice muchos cursos: de enología, de viticultura y biodinámica, y evidentemente el tiempo te da la seguridad.
La experiencia que tenemos ahora en los viñedos del Penedès, no la tiene nadie y eso nos da mucha ventaja.
Después de más de 30 años, hoy en día hay más de 300 bodegas que elaboran vino ecológico en España, ¿la competencia les ha hecho ser mejores?
La competencia siempre hace que tengas que andar más rápido, pero en nuestro caso creo que el principal estímulo es hacer cada añada vinos mejores y más ecológicos, más naturales que lo que obliga la normativa, intentar ir más allá y no conformarse con lo mínimo.
Tratar de entender la naturaleza, el funcionamiento de las cepas, de los hongos, de los insectos es básico para evolucionar hacia una viticultura y unos vinos mejores.
El ansia por aprender creo que ha sido nuestro principal estímulo y además aprender rápido, porque la vida es muy corta.
La primera normativa de Agricultura Ecológica en España es de 1989, cuando empezaron ustedes, pues, no existía una normativa ecológica para saber si lo que hacían estaba bien o mal o se podía hacer mejor. ¿En qué basaron sus actuaciones sobre sus viñedos y vinos?
Cuando empezamos , nos ceñíamos a las normas de una asociación de consumidores que se llamaba “Vida Sana”, ya que era la única que existía en toda la península Ibérica y tenía aceptación en algunos países europeos, ya que se basaba en las normativas de la asociación europea “Nature et Progres” que tenia cierto prestigio internacional.
En un principio traté de aprender de los que consideré los mejores expertos del mundo, leí, estudie, asistí a conferencias, hablé con muchos viticultores; en Europa había un movimiento incipiente de gente muy abierta a avanzar en la viticultura ecológica, gente muy joven (como yo en aquel entonces) pero que inspiraba confianza, sanos, inteligentes.
Cuando vas delante de todos tienes también miedo, pero sabes que si tu no avanzas, no lo harán otros, sencillamente porque no hay nadie.
No era tan complicado cultivar el viñedo de forma ecológica, nuca ha sido muy complicado, de hecho tal como me decían a mí los vecinos cuando empecé, son las técnicas que utilizaban nuestros abuelos, solo que con máquinas para hacer las labores más precisas, más efectivas, más cómodas, más rápidas y con conocimientos científicos que nuestros abuelos nunca pudieron aprender, con lo que podemos reducir las dosis mínimas de cobre o azufre a la mitad, incluso en algunos casos, eliminar su uso completamente.
Aprendiendo a podar bien las cepas, por ejemplo podemos conseguir que algunos viñedos vivan más de 100 años, son fósiles vivientes.
Después de muchos años por fin se publicó la normativa específica para el vino ecológico, el Reglamento UE 203/2012 de 8 de marzo, hasta entonces se llamaba “vino ecológico” al procedente de uvas de viñas ecológicas, pero ahora también se han de cumplir una serie de requisitos en bodega para poder llevar el logotipo ecológico de la UE. Con sus años de experiencia creen que ¿ésta última norma se ha quedado muy laxa?
[adicional text=»No me cabe duda que va a evolucionar hacia la eliminación del cobre y el azufre, la reducción de sulfitos, la autorización de técnicas de estabilización como la electrodiálisis, que permite reducir 10 veces el consumo de electricidad y respeta mejor los aromas naturales de los vinos sin añadir nada»]
La normativa europea siempre va a ser muy laxa para los países del sur y muy dura para los países del norte, porque aquí el viñedo crece en un ambiente más soleado y seco , donde los hongos viven con más dificultad y las uvas maduran de forma más fácil. En Alemania y el norte de Francia, siempre tienen problemas para vendimiar uvas sanas y esto hace que después en bodega tengan que usar más sulfitos para conservar el vino; muchos años tienen que vendimiar las uvas verdes, con mucho ácido y deben añadir azúcar de caña para que no se note la acidez y entonces tienen que poner también más sulfitos para que ese azúcar no les re fermente. En Cataluña diríamos que tienen «mala peça al teler» (mala pieza en el telar).
La normativa podría ser evidentemente más estricta, más restrictiva en algunos apartados y también permitir algunas prácticas que no por nuevas y/o modernas, significa que sean malas.
Evolucionar una normativa con tantos países, con diferentes climas, tradiciones vinícolas especiales, con sensibilidades personales extremas en algún caso, niveles de exigencia diferentes, etc., es muy difícil.
No me cabe duda que va a evolucionar hacia la eliminación del cobre y el azufre, la reducción de sulfitos, la autorización de técnicas de estabilización como la electrodiálisis, que permite reducir 10 veces el consumo de electricidad y respeta mejor los aromas naturales de los vinos sin añadir nada, etc.
Siempre tengo alguna duda en la evolución hacia técnicas demasiado sofisticadas, que es que su precio las haga inaccesibles a los viticultores pequeños y eso no es bueno para la cultura del vino. A medio plazo estas técnicas deben poder alquilarse y comprenderse como funcionan por buena parte de los viticultores y consumidores.
¿Solo elaboran vinos de uvas ecológicas procedentes de sus propios viñedos o también compran uvas a agricultores ecológicos de la zona?
Un 60 % de las uvas son de nuestros viñedos, el resto las compramos a 12 viticultores vecinos, que trabajan con nosotros desde hace años.
Cultivamos y elaboramos 25 variedades de uva, que nos maduran desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, dos meses.
Las blancas son : Macabeu , Xarel.lo, Montonec, Moscatell, Garnatxa Blanca, Chardonnay , Viognier, Marina Rion, Vidal, Incroccio Manzoni.
Las Tintas : Ull de Llebre ( tempranillo) , Sumoll, Garnatxa Negra, Belat, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Marselan, Caladoc, Arinarnoa, Pinot Noir.
Experimentales recuperadas de viñedos antiguos abandonados : Llavorsi, Bellesa, Garrut.
Mas 14 variedades resistentes a los hongos que estamos ensayando a nivel experimental.
Ustedes elaboran todo tipo de vinos: tintos, blancos, rosados, espumosos, dulces. ¿Cuáles son los de mayor importancia?
Los más importantes a nivel de volumen son los blancos, seguido de los tintos y los espumosos «Clàssic Penedès», acabando por los rosados y los dulces.
Están dentro de la DO Penedés, ¿pero por qué no en la DO Cava para sus espumosos?
La DO Cava se creó hace 26 años, a medida de las bodegas grandes de la zona y no es claramente para las bodegas pequeñas y medianas, puede elaborarse en 6 comunidades autónomas diferentes , elabora más de 250 millones de botellas, definitivamente no es para nosotros, no está hecha a escala humana.
Penedés es el origen donde nacieron los espumosos por el método tradicional en la península. Es donde está la cultura del vino espumoso de calidad y ahora con la normativa de «Clàssic Penedés», renacen, todos son ecológicos, (fue la primera DO de origen del mundo en optar 100% por vino ecológico) con una crianza mínima en botella y con lías de 15 meses, con lo que todos son Reserva, que son aquellos que pasan 9 meses el cava, todos llevan la añada en la etiqueta y la fecha de degüelle para mayor garantía de frescura para el consumidor y estamos trabajando en la normativa para afinar todavía alguna cuerda.
Con cerca de una treintena de vinos diferentes en su bodega, háblenos de sus tres vinos insignia. ¿Por qué son estos los más importantes?
A nivel emocional los más importantes son el Reserva Martí, que lleva el nombre de mi hijo y es el primer coupage que hicimos en casa, y mi primer hijo, por eso le pusimos su nombre y hoy es uno de los vinos top de Albet i Noya.
El Belat, que es un vino elaborado con una variedad antigua del que solo hacemos 400 botellas, es una uva antigua que hemos recuperado y que tiene una calidad impresionante y muy diferente de los típicos vinos Ibéricos, tiene menos capa de color y es más fresca y especiada, notas de tabaco de pipa sin quemar, maderas nobles.
El Dolç Adrià, que lleva el nombre del hijo mayor de mi hermano Toni y es un vino dulce fruto de la recuperación de las antiguas formas de hacer vino en las masías catalanas, vinos que no se vendían nunca, solo eran para los familiares y amigos cuando nos visitaban, es el resultado de la recuperación de una tradición milenaria de hospitalidad y eran siempre lo mejor de cada casa.
Además de elaborar vinos, ¿tienen otras actividades complementarias para dar más valor a su empresa como enoturismo, experimentación de variedades, apuesta por I+D, asesoramiento a otros agricultores ecológicos?
Personalmente doy de vez en cuando algún curso en diferentes lugares del mundo, pero sobretodo en Cataluña, aunque cada vez me cuesta más y prefiero dedicar mi tiempo a investigar y probar variedades, sistemas de cultivo, etc.….
Evidentemente en Albet i Noya hacemos enoturismo, nos visitan unas 4.000 personas cada año y también estamos liderando un proyecto de obtención de variedades de uva resistentes a los hongos, en base a las variedades propias del Penedés, pero no esperamos resultados a nivel práctico hasta dentro de 13 años, es una línea de investigación que requiere mucha paciencia y un gran conocimiento de la vid, es un proyecto con el especialista suizo Valentín Blattner, con el que venimos trabajando desde 2013 y en el que colabora el IRTA, la Universidad Rovira Virgili de Tarragona, Vitec, Incavi y otras dos bodegas, una de Penedés y una de Alella.
España es el mayor productor europeo de cultivos ecológicos, pero en consumo estamos a la cola de Europa, también somos el mayor productor mundial de vino pero en cambio somos el noveno en consumo… Viendo esto, el panorama de consumo de vino ecológico en España no parece ser muy positivo y supongo que dedicaran casi toda su producción a la exportación…
El 82 % de nuestros vinos se exportan, siendo los mercados más importantes, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Inglaterra y Bélgica. Y dentro
No tenemos una predilección por ningún país, allí donde haya consumidores que todavía no conozcan nuestros vinos y puedan enamorarse de ellos, allí queremos estar.
Y por último, la pregunta del millón ¿Qué se debería hacer en este país para que se consumieran más productos eco, entre ellos el vino ecológico? ¿más publicidad o marketing? ¿más educación?
Claramente mas educación y que los impuestos gravaran más a los productos y actividades más contaminantes.
Las palabras de Josep Maria nos dejan un delicioso y perdurable sabor de boca. Detrás de los vinos ecológicos hay no sólo una filosofía de vida, sino un perfecto equilibrio para encontrar ese punto exacto, ese encuentro en el que la ciencia se da la mano de la tradición, en el que el respeto por el medio ambiente se combina con unos caldos que alcanzan la excelencia y en el que el camino de estos pioneros allanaron el terreno para otras trescientas bodegas más. Esperemos que a los viticultores ecológicos españoles no les pase como a los trescientos espartanos y sus caldos encuentren el apoyo de las instituciones y el beneplácito de los consumidores españoles o, como aquellos, estarán abocados a una lucha sin final feliz.