Arima, la cosmética con Flores de Bach que te enamorará

Arima es una marca de cosmética con Flores de Bach. Hasta el momento había probado por separado las terapias de Flores de Bach y la cosmética bio por separado y en algunos ungüentos de marcas internacionales, pero nunca como parte de un protocolo de cuidado facial tan detallado y maravilloso. 

Os vamos a ir hablando de los productos de esta marca poco a poco, pero antes quiero hablaros de mi experiencia con las Flores de Bach. 

Hay mucha información cruzada sobre esta terapia. Mientras en países centroeuropeos es aceptada como una terapia más y forma parte del catálogo de terapias holísticas, en España es una terapia que no se ve con buenos ojos. La prensa, con informaciones tendenciosas, siempre se ha hecho eco de las afirmaciones de determinado sector científico que considera que las Flores de Bach no son más que brandy a precio muy elevado. 

Ah, ¿que no sabes qué son las Flores de Bach? Pues te lo cuento muy resumido. Se trata de un sistema de 38 esencias florales creadas en 1930 por el médico británico Edward Bach, bacteriólogo y patólogo, con la intención de desarrollar una terapia capaz de tratar a cada individuo como un ser completo, y no sólo a la enfermedad que padece.

Si bien es cierto que estudios comparativos con Flores de Bach y placebos no han arrojado resultados diferenciados, no es menos cierto que cada vez hay más estudios y escuelas centradas en demostrar, de forma científica, la efectividad de estas esencias florales, que son especialmente útiles para tratar estados anímicos y desórdenes mentales limitantes, así como en terapias con animales que previamente no han sido condicionados (y por lo tanto no se puede describir un efecto placebo en ellos).

Yo os voy a contar mi experiencia y luego pasamos a unir la cosmética a la ecuación.

Corría el año 2006 y mi día a día era tremendamente complejo. Mi cabeza era un hervidero de ideas insanas sobre la vida y el rumbo de la misma, auspiciadas por un catálogo de enfermedades autoinmunes que parecían no tener fin y que hacían muy difícil la vida en mi cuerpo. 

Mas que un hervidero, mi cabeza era una lavadora. Todo el día, a todas horas, los pensamientos incontrolables rodaban por mi mente. Una y otra vez. Andaba por la calle y el rumor seguía dando vueltas en mi interior casi de forma autónoma.

De noche no había silencio. 

Por la mañana, antes de hacerme el desayuno, la lavadora se ponía en marcha. 

Ni la medicación ni las visitas al psicólogo lograron callar ese goteo de amargura constante. Era como cuando se te mete una canción en la cabeza y no puedes deshacerte de ella, pero sin la sinfonía. Solo con un discurso limitante y plagado de dolor.

Hasta que, sin ninguna esperanza, probé las Flores de Bach. Y, como un concierto que finaliza de forma abrupta, la lavadora se paró. Creo que ha sido una de las sensaciones más gratificantes de mi vida, recuperar el silencio, la voz real de mi mente. Fue un trabajo sutil a nivel emocional y energético, pero de alto impacto para mi vida.

No volví a tomar Flores de Bach hasta hace poco, con idéntico resultado. 

¿Placebo? Ojalá todas las dolencias se curaran con idéntico resultado al mío.

Así que imaginad el entusiasmo que me entró cuando Arima (Alma en euskera) llegó a nuestro despacho. Hoy os contamos más sobre esta marca de cosmética con Flores de Bach.

Arima cosmética con Flores de Bach

 

El primer producto del que os vamos a hablar es esta mascarilla de ámbar y manzana.

La creadora de Arima cosmética natural ha unido sus dos pasiones que son la cosmética (Irantzu es Técnico superior en Estética, experta universitaria en Cosmética y Dermofarmacia y Profesora de Cosmética Natural en el Gremi d’herbolaris, apicultors i alimentació dietètica i biològica de Catalunya) y las Flores de Bach (es diplomada en Herboristeria, Naturopatia, Terapia Floral y Terapias Naturales y Flores de Bach aplicadas a la Cosmética).

Su formación técnica y científica hace que Arima sea una marca de cosmética con una función que va mucho más allá de la piel y con este primer producto ya notamos esa diferencia. 

Se trata de una mascarilla con Flores de Bach líquida que desintoxica y limpia la piel de células muertas, suciedad y polución para que respire y pueda cumplir sus funciones de forma óptima, dejando un cutis suave y luminoso.

Arima pone especial atención al cuidado de la piel sin ingredientes que puedan agredir nuestra microbiota, por eso sus productos son respetuosos y suaves con la piel. Gracias al caolín la piel se libera de impurezas pero de forma suave, se absorbe el exceso de grasa y el ámbar tiene un efecto exfoliante, por lo que esta mascarilla es un placentero 2 en 1.

Puedes aplicarla con una brocha, pero a mí me gusta aplicarla con los dedos. Eso sí, al ser tan líquida hay que aplicarla casi gota a gota, con un ligero masaje para ejercer ese suavísimo peeling del ámbar.

Tras aplicarla, deja que se seque durante 20 minutos. Puedes seguir trabajando o haciendo lo que quieras mientras te la pones, pero lo ideal es reposar, poner música relajante, meditar o, simplemente, tumbarte en la cama mientras hace su magia.

A los 20 minutos puedes retirarla con una muselina con agua templada o con la Bruma Floral Azahar & Rose que es una verdadera maravilla (incluso para nosotras que no somos muy fans del aroma a rosas).

La piel queda bella y limpia. Os pongo la minimal composición para que podáis gozarla.

Ingredients: Aqua, Kaolin, Amber Powder, Glycerin, Pyrus Malus Fruit Extract, Cinnamomum Camphora linalooliferum Wood Oil, Xanthan Gum, Dehydroacetic Acid, Sodium Benzoate, Potassium Sorbate, Benzyl Alcohol, Linalool.

En las capas más profundas, las que no están en la piel, la Flor del Manzano ayuda a equilibrar las emociones reduciendo complejos, vergüenzas y obsesiones. A encontrar el equilibrio y la objetividad cuando nos miramos al espejo y hacemos de un pequeño detalle en nuestro rostro, un mundo, ayudándonos a aceptarnos con nuestras imperfecciones.

Afrontar el paso del tiempo es duro. Sobre todo en esta sociedad cambiante en la que los 60 son los 45 de antes. Nos sentimos vitales durante más tiempo, pero no siempre el espejo responde a ese sentimiento. Y de ahí viene el incremento de cirugías para intentar ganar una batalla perdida de antemano.

Aceptar lo que somos ante el espejo no implica mejorar, no implica maximizar nuestra belleza, sino todo lo contrario. Reconocer y amar ese reflejo y trabajar para que la belleza y la energía que posees fluya e inunde hasta la última célula de tu cuerpo.

Obviamente puedes no creer en todo esto y, aún así, la mascarilla es un producto sublime para la piel, bellamente presentado, con una fina textura y un resultado espectacular. 

Y tú ¿Conocías el poder de las Flores de Bach?

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