Por qué el Ringana DEA no funciona…
De joven era una mujer de curvas tomar.
Eran los 90 y el reinado de Kate Moss tenía la sombra muy alargada.
Empecé casi todas las dietas que existían para perder peso, para ser como Kate, para encajar en esas imágenes de las revistas que devoraba sintiéndome inadecuada: y entre ellas mucho tabaco que me quitara el hambre y mucha barrita Biomanán.
Por eso, cuando empecé con Ringana hubo dos productos a los que le dije ‘esto no lo voy a probar’. Uno de ellos es el d-Eat, un sustitutivo de una comida con todos los macro y micro nutrientes necesarios, y el otro el Ringana DEA, una botellita que se mezcla con agua y se bebe durante la mañana para drenar y detoxificar.
Esos dos productos no iban conmigo.
No iban con el tipo de vida que quería mostrar y promocionar.
Pero, de nuevo, los árboles no me dejaban ver el bosque.
Hasta que unas compañeras lo han viralizado compartiendo desde una mirada hermosa del cuerpo cómo les ha funcionado a ellas y se ha multiplicado por 50 la demanda de este producto hasta quedarnos sin stock, y se han llenado las redes de mujeres que no lograban reducir su volumen, que no dejaban de tener antojos por el dulce, que no encontraban esa ayuda que les diera empuje para, más allá de una talla, luchar por un cuerpo saludable y desinflamado.
Y me di cuenta de que mi mirada sobre este tipo de productos nacía de ese lugar oscuro donde aún vivía Kate Moss.
De ese lugar donde todo se hace desde el odio hacia tu cuerpo y no desde el amor.
Y lo cierto es que el año pasado tras la quimio, la operación y la radioterapia mi cuerpo estaba altamente intoxicado. Las uñas de mis pies estaban negras, mis venas habían desaparecido, mi piel estaba fina como el papel de seda y notaba como mi cuerpo me pedía un reseteo.
Decidí probar el DEA, que te ayuda a drenar, a desintoxicarte, a mantener la piel bella y a promover la creación de colágeno y elastina endógeno gracias a la vitamina C de altísima calidad que lleva (la más biodisponible y cara como es la del escaramujo y del hibisco). Además lleva fibra fermentada y dos activos que promueven la quema de grasas (nuestros almacenes tóxicos) sin alterarnos: el café verde y la yerba mate que, además, nos ayudan a reponernos del cansancio.
Y me flipó.
Porque lo hice desde el amor más intenso y el mayor agradecimiento que se puede tener a un cuerpo tras volver de una guerra.
El problema es que el Ringana DEA no funciona.
O no por sí solo.
Si a este increíble producto no le unes una dieta saludable, una gestión adecuada de las emociones, un sagrado descanso y un ejercicio bondadoso, nada de lo que te tomes te hará efecto.
Puedes ahorrarte lo que vale este tratamiento.
Pero si lo que quieres es desinflamarte, eliminar tus ansias de dulce, preparar tu cuerpo para este verano y estar más deshinchada y cómoda, si quieres detoxificar tu organismo y si a esto le sumas un estilo de vida saludable, entonces sí.
Entonces es oro molido.
Pero vayamos un poco más allá. Más allá de la gordofobia, más allá de las redes, de las niñas con talla 34, de las modelos de la pasarela, de la operación biquini.
Mira más allá y verás que hay mujeres como yo que se sienten incómodas con sus volúmenes y desean verse más esbeltas en el espejo. Y no se trata de los cánones de belleza ni de los tentáculos del patriarcado. Es algo más profundo, más hondo, más intenso.
No hablamos de recuperar la figura de la adolescencia ni de ser modelos de pasarela, hablamos de cómo cuando el tiempo pasa se nos desdibuja la imagen que teníamos de nosotras mismas, y nos resignamos a un cuerpo más redondo, menos ágil, a ir subiendo de talla cada vez más, a mirarnos al espejo y no reconocernos, a sentir que no podemos hacer nada por recuperar aquella persona que fuimos.
Es una mirada más profunda que nos habla del tiempo que pasa, de cómo nos adaptamos a un molde hasta que nos perdemos y sentimos que no podemos reencontrarnos. Afecta a todas las capas de una mujer, pero se manifiesta en la más externa.
A veces siento (como opinión personal) que se habla de la pérdida de peso a la ligera.
Y se nos trata a las mujeres como meras víctimas de un mundo en el que impera la talla 34.
Pero detrás del deseo de perder unos quilos de más puede haber dolor, resistencias y esa sensación de vértigo al ver que han pasado los años y no sabes qué has hecho con tu vida. Cómo se fueron décadas en un chasquido de dedos y se quedó esa señora del espejo contigo.
Quizá sea absurdo, pero a mí recuperar mi figura, volver a hacer low carb, empezar a hacer ejercicio a diario y sentir que mi cuerpo es mi templo sagrado al que AMO y quiero cuidar con esmero manteniéndolo joven y bello me ha cambiado la vida.
Eso sí, el trabajo del amor propio no viene en la caja del Ringana DEA, pero empezar a ver resultados es como tirar la primera ficha del dominó y provoca acciones en cadena para recuperar a la mujer que late dentro de nuestro cuerpo.
Sea cual sea su talla.
Si quieres unirte a miles de mujeres que ya forman parte de este movimiento DEA, aquí tienes el link del Ringana DEA para comprar el tratamiento.
Son dos cajas.
Una no.
Dos.
Con una tiramos el dinero por la ventana.
Y no estamos para tirar.
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