Te contamos cómo los juguetes de baño tóxicos pueden afectar al sistema hormonal de tu bebé

Hoy quiero hablar de un tema muy serio y es de cómo los juguetes de baño tóxicos pueden afectar al sistema hormonal de tu peque.

Cuando nació Leo empezamos a usar cosmética ecológica en casa, pero no sabíamos todos los tóxicos que había por todas partes.

Han sido 12 años de investigación y de llevarnos las manos a la cabeza.

12 años no exentos de errores, chascos y tropiezos que nos gustaría evitaros si, como nosotras, queréis criar a vuestros hijos con el mínimo impacto de tóxicos en vuestra casa.

Cuando nuestros hijos son pequeños les encanta jugar con el agua, descubrir formas, texturas, intentar cogerla, saborearla, ver qué pasa si la ponemos en un vaso, y vaciarlo, y llenarlo.

Si tenéis hijos menores de cinco años vuestro cuarto de baño seguramente se parecerá más a un parque acuático que a un cuarto de baño: libros que se pueden mojar, cubiletes, pececillos que hacen luces, colores para pintar en la pared o teñir el agua…

Y casi todos estos juguetes están elaborados con plásticos y derivados petrolíferos que contienen muchos tóxicos.

Ya Nina, pero no se los van a meter en la boca.

Ni falta que hace.

Los plastificantes de algunos plásticos que le confieren flexibilidad (con los ftalatos) son importantes disruptores endocrinos. Los plásticos son polímeros, es decir, mezclas de otros compuestos. Al contacto con el frío o con el calor del agua estos polímeros van perdiendo su estructura y desprendiendo tóxicos.

De todos estos tóxicos, los más comunes son los ftalatos. En concreto, el Dietil Ftalato (DEHP) y Diisononil Ftalato DINP. La preocupación de la UE por estos tóxicos ingredientes se hizo patente en 2005 cuando se prohibieron varios grupos de ftalatos en los juguetes infantiles, entre ellos los juguetes de baño tóxicos.

De todos estos tóxicos, los más comunes son los ftalatos. En concreto, el Dietil Ftalato (DEHP) y Diisononil Ftalato DINP. La preocupación de la UE por estos tóxicos ingredientes se hizo patente en 2005 cuando se prohibieron varios grupos de ftalatos en los juguetes infantiles, entre ellos los juguetes de baño tóxicos.

Sin embargo, esta prohibición no afectó a todos los grupos de ftalatos y son muchas las voces de científicos que reclaman una protección del menor más contundente y que se ponga en marcha el principio de precaución par evitar los juguetes de baño tóxicos, ya que en la actualidad los padres y madres tenemos que tener unos conocimientos extraordinarios para poder hacer una cesta de la compra que no tenga efectos devastadores en la vida futura de nuestros hijos: obesidad, diabetes, enfermedades metabólicas, infertilidad, cáncer… problemas que cada vez se vinculan más con la exposición a estos tóxicos en la primera infancia

Junto con los ftalatos tenemos el Bisfenol A. Otro tóxico prohibido en biberones, chupetes y productos destinados a la alimentación de menores de 3 años en toda la UE. La parte negativa, es que esta prohibición no afecta a sus ‘hermanos’ menores como el Bisfenol S, Bisfenol B o Bisfenol Z, una auténtica sopa tóxica de letras a la que nuestro peques están expuestos constamentente sin que tengamos derecho a saberlo.

También podemos encontrar otros tóxicos en los juguetes de nuestros peques, como las parafinas cloradas de cadena corta, los tintes azoicos, los PAH (hidrocarburos aromáticos policíclicos) y los metales pesados como el plomo, cadmio, estaño…

Y muchos de esos tóxicos se liberan con el calor del agua caliente, mientras que la piel de nuestros peques, con el calor, incrementa su capacidad de absorción.

Obviamente son pequeñas dosis pero ¿cuántas pequeñas dosis son necesarias para causar un perjuicio? y más importante aún, no hay ningún estudio en el que se analice todos estos tóxicos juntos, ya que los tóxicos se analizan de uno en uno y en animales de cadena trófica corta, como ratas o conejos.

En este sentido cabe destacar las conclusiones del estudio de Andreas Kortenkamp ‘Something from nothing’, que no me cansaré de citar porque me parece brutal. Este científico y su equipo recogieron ocho sustancias disruptoreas endocrinas que en ensayos anteriores se había concluido que no eran tóxicas y al juntarlas el efecto aditivo era total.

Lo sabemos.

Miras tu baño repleto de juguetes de baño tóxicos y te dan ganas de echarte a llorar. Mi tránsito por el mundo bio no fue como una Epifanía.

He ido aprendiendo a base de golpes y Leo ha leído cuentos de plástico en el baño, ha usado potingues que teñían en agua repletos de tóxicos, ha jugado con más juguetes tóxicos de lo que me hubiera gustado (los Reyes son Magos pero no siempre entienden de tóxicos…).

Pero todo ese camino me ha llevado a una conclusión: menos siempre es mucho más.

Menos juguetes y más presencia.

Una manopla, una esponja, un jabón bio con el que hacer pompas, una amable muselina, una toalla de algodón GOTS.

Y mimos.

Y cosquillas.

Y risas.

No necesita juguetes, necesita tu mirada, su presencia, tus manos y tus caricias.

Y de todas las caricias cosméticas, esta es mi preferida.

 

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