Los parabenos se han convertido en uno de los ingredientes cosméticos más controvertidos del mundo. En este artículo os queremos hablar de por qué la Unión Europea está preocupada por los parabenos. Anteriormente os contamos que los parabenos (metilparabeno, etilparabeno, propilparabeno, butilparabeno, bencilparabeno, isobutilparabeno e isopropilparabeno) son una serie de conservantes químicos artificiales utilizados en cosmética, alimentación y medicinas porque tienen múltiples cualidades: son baratos, fáciles de producir, incoloros, insaboros, efectivos en un amplio espectro de Ph y efectivos contra la proliferación de microbios (hongos, bacterias y levaduras). Son totalmente legales y se encuentran en nuestros cosméticos, en las cremas de pañal y toallitas de bebé, en alimentos como preparados de carne, postres refrigerados, platos precocinados, en medicamentos como jarabes (el apiretal lo contiene), refrescos, helados y un eterno etcétera de productos (en alimentación y medicina son los famosos E214 al E219).
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También explicamos que en los últimos tiempos han surgido muchas dudas acerca de estos compuestos y que la polémica sobre los mismos tenía dos vertientes. Una dermatológica, que nació tras observarse reacciones alérgicas a los parabenos en los años 40 de la pasada centuria, y que se ha resuelto con una especie de ‘acuerdo’ de la comunidad científica que asegura que la capacidad de sensibilización de estos compuestos en la población es inferior al 1% (hace décadas los parabenos no estaban tan restringidos y las cremas llevaban mucha cantidad). Hoy en día la restricción es de 0,8% para un parabeno y del 0,4% para los productos que lleven varios ésteres (los parabenos se suelen poner combinados para conseguir un efecto sinérgico, por eso es muy habitual ver en las cremas, normalmente al final de los ingredientes, varios parabenos seguidos).
Parabenos: la vertiente endocrina
La otra vertiente, y la que ha desatado la polémica, es la endocrina. La doctora británica Philippa Darbre publicó en 2004 un estudio en el que alertaba sobre la concentración de parabenos que halló en 18 tumores de mama, señalando directamente a los cosméticos en general y los desodorantes en particular como posibles ‘disruptores endocrinos’.
Desde entonces, la UE calcula que se han realizado 27.000 estudios para determinar la implicación de los parabenos en cánceres hormonales y otras enfermedades provocadas por los disruptores endocrinos (además de los cosméticos están los plásticos, los tintes y telas artificiales y un largo etcétera de productos).
Dinamarca, tras varios estudios, ha sido el primer país en prohibir cuatro parabenos para los productos destinados a niños menores de tres años y Francia ha aprobado la llamada ‘Ley Lachaud’ que prohíbe el uso productos con parabenos, ftalatos y aquifenoles (principales disruptores endocrinos).
Dinamarca, tras varios estudios, ha sido el primer país en prohibir cuatro parabenos para los productos destinados a niños menores de tres años y Francia ha aprobado la llamada ‘Ley Lachaud’ que prohíbe el uso productos con parabenos, ftalatos y aquifenoles (principales disruptores endocrinos).
Y es que, parece ser, que el cuerpo metaboliza los parabenos en los alimentos y las medicinas bastante bien, pero cuando se aplican en la piel su eliminación parece no ser tan fácil.
[adicional text=»El 30 de enero la UE en un sorprendente documento reconoce el hecho de que determinadas sustacias (parabenos, ftalatos, pfoas, aquilfenoles… actúan como alteradores endocrinos y que combinados intervienen en enfermedades crónicas que afectan no sólo a los seres humanos sino a los animales»]
Pues bien, las tibias medidas tomadas por la UE respecto a este tema hacía presagiar que las iniciativas danesa y francesa estaban abocadas al fracaso (en el seno de la UE los estados no son del todo soberanos y esas leyes debían ser ratificadas).
Sin embargo el pasado 30 de enero de 2013 (es decir, hace nada) La Comisión Europea se desmarcaba con un informe que pone los pelos de punta, del que os haremos un resumen ya que el texto es bastante denso (no prometemos que este post sea mucho más ligero, pero es una información que creemos importante compartir)…
Por qué la Unión Europea está preocupada por los parabenos
El texto comienza hablando del incremento de determinados trastornos relacionados con las hormonas en los últimos 20 años (descenso de la calidad del esperma, problemas de fertilidad, abortos, pubertad precoz, deformidades de órganos sexuales sobre todo en varones, incremento de determinados tipos de cáncer como el de mama, trastornos neurológicos como el autismo, trastornos del sistema inmunológico, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y un largo etcétera). Se reconoce el hecho de que determinadas sustacias (parabenos, ftalatos, aquifenoles, nonilfenoles, perfluorados…) actúan como alteradores endocrinos y que combinados intervienen en enfermedades crónicas que afectan no sólo a los seres humanos sino a los animales, en particular las anomalías reproductivas, a pesar de que se subraya que esta sustancias no son las únicas causantes de estas ‘anomalías’ pero se incide en la necesidad de estudiar más sobre las mismas. Sobre todo teniendo en cuenta que la propia UE asegura a través del REACH que del 99% de los químicos a penas se tiene datos sobre sus usos, características y cómo han de ser manejados para ser seguros (toma castaña pilonga, y se aprueban y se ponen en circulación sin tener ninguno de esos datos).
Y es que es muy difícil establecer una relación causal entre la exposición a estas sustancias y una alteración hormonal que suponga un riesgo para la salud. Es decir, si te da por celebrar el Solsticio de Invierno al raso, desnudo y cantando bajo una lluvia torrencial, lo menos que te va a pasar es que cojas un catarro. Eso como poco, y con una certeza casi del 100%. Pero puedes estar toda tu vida poniéndote cremas con parabenos, comiendo pizzas a domicilio (¡ah! Que no has escuchado esta charla del doctor Olea… pues os la volvemos a poner para que la escuchéis, que merece la pena), pintándote las uñas (y comiéndote el esmalte porque además te las muerdes), vistiendo cazadoras de ecopiel (psi…, esa cazadora tan chula que compraste en Zara y está hecha de plástico con ftalatos) y comiendo comida calentada en tápers de los chinos y estar en contacto con un sinfín de tóxicos más y llegar a los 90 tan ricamente. Y puede que Gwyneth Paltrow (conocida eco celebrity) mañana desarrolle una enfermedad ligada a estos disruptores endocrinos cuando en su casa todo es procede de productos ecológicos certificados y sostenibles.
Eso hace que sea tan difícil establecer una relación entre estas enfermedades y determinados compuesto químicos, ya que no es una reacción causa-efecto. No obstante, la CE reconoce que se disponen de pruebas suficientes para vincular estas enfermedades con los disruptores endocrinos, ya que genéticamente los seres humanos no hemos evolucionado tanto en tan corto espacio de tiempo como para achacarlo a eso que se llama ‘evolución’ o ‘selección natural’, entonces las causas han de estar en ambiente, en dónde vivimos y cómo vivimos.
Otra de las complejidades de los disruptores endocrinos es que su efecto puede verse a largo plazo (incluso transcurridas varias generaciones) pero que hay ciertas etapas (como en el desarrollo del feto) en las que estos efectos pueden ser desastrosos (esto de desastroso es una licencia nuestra que destila el texto al completo). Y es que lo malo de estos disruptores endocrinos es que los cambios que provocan son duraderos, incluso en concentraciones extremadamente bajas, y que éstos actúan junto con miles de sustancias químicas a las que estamos expuestos diariamente.
Además, la CE afirma que los conocimientos que disponemos en la actualidad sobre este tema son limitados, lo que aun hace más difícil legislar sobre los mismos.
Sin embargo, la UE reconoce que el principio de precaución que rige para muchas sustancias no se ha aplicado en el caso de los disruptores endocrinos (hay algunas sustancias que sí están prohibidas pero para otras la postura de la UE es mucho más tibia)… Por ejemplo si vas a un supermercado y miras en la sección de bebés, verás que casi todos los chupetes y biberones llevan un sello que dice Sin bisfenol-A o, lo que es lo mismo, BPA free. El bisfenol es un conocido disruptor endocrino presente en muchos de los plásticos que se fabrican (en las botellas de agua que tan sanas nos parecen), ya que los hace flexibles (si eres aficionada al taper-sex ¡cuántas cosas flexibles hay!). Pues bien. La UE prohibió estos compuestos en biberones, tetinas y chupetes, ¡¿y para las personas de 2 a 99 años?! Y os diremos algo más… calientes son peores, así que, por favor, no clientes el tupper en el microondas y si tu peque usa juguetes de plástico en la bañera asegúrate que pone que no contiene ftalatos (no basta con Bisfenol A, ahora se ha sustituido por el Bisfenol B que es más de lo mismo pero no está prohibido).
Si vas a un supermercado y miras en la sección de bebés, verás que casi todos los chupetes y biberones llevan un sello que dice Sin bisfenol-A o, lo que es lo mismo, BPA free. El bisfenol es un conocido disruptor endocrino presente en muchos de los plásticos que se fabrican (en las botellas de agua que tan sanas nos parecen), ya que los hace flexibles (si eres aficionada al taper-sex ¡cuántas cosas flexibles hay!). Pues bien. La UE prohibió estos compuestos en biberones, tetinas y chupetes, ¡¿y para las personas de 2 a 99 años?! Y os diremos algo más… calientes son peores
Pues bien en este texto se reconoce también que el principio de precaución debería ser aplicado en estos casos, ya que éste “se aplica en un ámbito de incertidumbre científica, en el que para caracterizar el riesgo se dispone únicamente de conocimientos imperfectos –ni inmutables ni infalibles–, pero en el que es preciso actuar para evitar o reducir las posibles consecuencias graves o irreversibles para la salud humana o el medio ambiente”, como es el caso, y continúa diciendo “dado el potencial de los alteradores endocrinos para producir efectos nocivos o irreversibles, la falta de conocimientos precisos, como pruebas concluyentes de la existencia de una relación causal, no debería impedir que se adoptasen medidas para la protección de la salud en consonancia con el principio de precaución y respetando el principio de proporcionalidad”.
[adicional text=»también reconoce la UE que el principio de precaución debería ser aplicado en estos casos, ya que éste se aplica en un ámbito de incertidumbre científica, en el que para caracterizar el riesgo se dispone únicamente de conocimientos imperfectos –ni inmutables ni infalibles–, pero en el que es preciso actuar para evitar o reducir las posibles consecuencias graves o irreversibles para la salud humana o el medio ambiente«]
La UE también introduce en este texto algo que los científicos, y en particular el doctor Olea, vienen denunciando desde hace tiempo y es el llamado “efecto cóctel”. Es decir, hasta ahora las pruebas que se han hecho con ratones en laboratorio se han realizado, por poner el ejemplo de los parabenos que es el disruptor que nos ocupa, con un solo éster. Por ejemplo hay cogido al pobre roedor y le han puesto x miligramos de metilparabeno durante un tiempo y ha observado sus efectos, pero no le han puesto metil, etil, butil y propilparabeno junto con un poquito de Bisfenol-A, una pizca de pesticida con Atrazina y un pellizquito de disolventes con percloroetileno.
En este sentido la CE considera que los estudios deber incluir este efecto cóctel, ya que los seres humanos estamos expuestos a estas sustancias combinadas en nuestro día a día. Por eso, reconoce la UE, “a los consumidores les resulta imposible saber qué sustancias se encuentran en cada producto, en particular cuando se trata de artículos que no están sujetos a la obligación de declaración del contenido (…) Los alteradores endocrinos proceden de materiales y objetos y se acumulan, por ejemplo, en el polvo de nuestros hogares. De ahí que el riesgo de exposición sea especialmente alto para los niños pequeños, que gatean por el suelo y además se meten objetos en la boca. Esto es tanto más preocupante si se tiene en cuenta que los niños son especialmente vulnerables a los efectos de estas sustancias”. Sin embargo, asegura que las sustancias sospechosas están tan generalizadas que es imposible que una personas como consumidor particular, pueda protegerse de sus efectos. Es más, los grupos de riesgo son tam amplios (fetos, bebés, niños, adolescentes, mujeres en edad fértil), que es necesario proteger a la sociedad en su conjunto.
Han cogido al pobre roedor y le han puesto x miligramos de metilparabeno durante un tiempo y ha observado sus efectos, pero no le han puesto metil, etil, butil y propilparabeno junto con un poquito de Bisfenol-A, una pizca de pesticida con Atrazina y un pellizquito de disolventes con percloroetileno. En este sentido la CE considera que los estudios deber incluir este efecto cóctel, ya que los seres humanos estamos expuestos a estas sustancias combinadas en nuestro día a día
Y, ahora viene el meollo del asunto “Ante todo, debe limitarse el uso de alteradores endocrinos en los productos destinados a grupos específicos como, por ejemplo, productos de cuidado de la piel, textiles y juguetes para usos específicos”.
Además, habla de la necesidad de incluir los disruptores endocrinos en la lista REACH (un listado de 138 sustancias sospechosas entre los que no están, por ejemplo, los parabenos).
Otro de los puntos que se trata, y que me ha gustado mucho por la coherencia que el texto muestra, es la necesidad de desarrollar “métodos de ensayo en los que no se empleen animales” (recordemos que recientemente se ha prohibido en toda la UE el comercio de productos de belleza que testaban en animales).
Además, se insta a los Estados miembros a que “tomen en mayor consideración el hecho de que los consumidores necesitan disponer de información fiable –presentada en un formato adecuado y en una lengua que entiendan– sobre los peligros que representan los alteradores endocrinos, sus efectos y los posibles modos de protegerse” (ahí andamos ;-))
Por último, se establece una especie de calendario para revisar la legislación vigente antes del 1 de junio de 2015 y publicar un listado de disruptores endocrinos de acción prioritaria (entre los que espero estén los parabenos) antes del 20 de diciembre de 2014 y que se tomen medidas para reducir la exposición de los ciudadanos a los compuestos de esta lista, ya que no existe un umbral seguro de las mismas (es decir, ni 0,8%, ni 0,4%), a menos que los fabricantes puedan aportar pruebas seguras de que esas sustancias son inocuas (cosa que hizo el gobierno danés antes de prohibir los parabenos, que dio cinco años a las marcas cosméticas para probar que los parabenos no eran perjudiciales y los resultados que presentaron gustó tanto a este gobierno nórdico que los prohibió).
Pero los años han ido pasando y en 2017 todavía no tenemos un texto definitivo, ni unas líneas de actuación establecidas, ya que, tal y como nos confiesa el doctor Olea, todo se ha detenido a la espera de la aprobación del TTIP. Así que, como todas las leyes de defensa de los ciudadanos se han convertido en papel mojado. ¡Ah! Y ¿queréis saber seis años después que pasó con la Ley Antiparabeno de Francia? En 2017 la Ley aprobada por el Parlamento en 2011 que prohibía el uso de parabenos, ftalatos y aquilfenoles sigue esperando ser ratificada en el Senado.
La votación final para aprobar el texto de la Unión Europea obtuvo una mayoría aplastante (55 votos a favor, 6 en contra y 1 abstención). Y parecía ser que no todo estaba perdido… pero nos equivocamos de medio a medio. Así que si has llegado hasta aquí te damos la enhorabuena y te invitamos a defenderte de la única forma en la que podemos hacerlo los consumidores: leyendo y ejerciendo nuestras compras de forma consciente. Porque puede que los Estados no estén de nuestro lado, pero el poder de los ciudadanos para cambiar las cosas es como un torrente desbocado. Lástima que vivamos en un país en el que se construyeron tantas presas…