Hola otra vez. Hoy vengo con otro de los post de los labiales, el tercer y último post informativo. [relacionado]
En los post anteriores os conté un poco la historia de los labiales con la finalidad de que vierais que la importancia de estos cotidianos objetos no era baladí, y en los siguientes post me dediqué a desgranar los ingredientes más comunes que podemos encontrar en los labiales, tanto los de precios low cost como los de marcas de lujo.
A los mil derivados del petróleo (siliconas, petrolatum, ozokerite, parafina líquida, mineral oil…) se les unían aceites y mantecas naturales, conservantes de dudosa reputación, minerales y colorantes de incierto origen. Pero a todos estos ingredientes que podemos leer en las etiquetas de los labiales (cuando las llevan y tenemos una vista privilegiada), se unen los ingredientes que hoy son objeto de este post y que no se encuentran en el INCI de los labiales, sino que son contemplados como impurezas de los ingredientes que sí van en el INCI (como las trazas de los cancerígenos óxido de etileno y 1,4 dioxano cuando hablamos de los productos etoxilados). Esos ingredientes que se cuelan con total impunidad en nuestras barras de labios y que acceden de forma gratuita a nuestro organismo a través de nuestra boca. Cada vez que nos mordemos el labio, cada vez que hablamos, que sacamos la lengua, cada vez que besamos a alguien…
Podríamos hablar de metales pesados en cualquier tipo de cosmético, pero me he centrado en los labiales puesto que es uno de los productos cosméticos más susceptible de contener arsénico, cadmio, plomo, mercurio, níquel, berilio, talio o selenio. Siempre os digo que cuando hablamos de ingredientes naturales y químicos contraponiendo los primeros a los segundos por sus virtudes hay que puntualizar. El mercurio es un elemento natural 100% y no por ello es beneficioso para nuestro organismo, mientras que hay muchos ingredientes que se sintetizan en el laboratorio que son inocuos para nuestro organismo y nuestra piel. Hay que ser precisos en el lenguaje y por eso en esta entrada os voy a hablar de los ingredientes que no están en el INCI pero que sí están en la naturaleza, en el aire de las ciudades, en el agua y que son perjudiciales para nuestro organismo…
Los metales pesados
Seguro que habéis escuchado y leído mucho sobre metales pesados, sobre si están o no en nuestros cosméticos, en el agua… A las de mi quinta aún se os ponen los pelos como escarpias con la película basada en hechos reales Erin Brockovich y el maldito cromo hexavalente…, uno de los muchos metales pesados con los que nos podemos tropezar en la vida. Así, los metales pesados son los causantes de muchas enfermedades y trastornos, desde el cáncer a los desórdenes reproductivos, enfermedades neurológicas y del sistema nervioso, problemas cardiovasculares, inmunológicos, intoxicación por metales pesados, problemas y daño en los riñones, dermatitis, pérdida de cabello… Muchos de ellos son consideradas disruptores endocrinos y tóxicos por inhalación y casi ninguno tiene un umbral seguro en sangre establecido, es decir, cualquier cifra que salga en la analítica es mala. Analítica, por cierto en la que es bastante complicado detectarlos, ya que éstos al almacenarse en las vísceras no se detectan en sangre, orina o cabello fácilmente, por lo que es necesario utilizar un agente quelante para encontrarlos.
Por supuesto, como contaba antes, estos metales pesados no están sólo en las industrias y en nuestros cosméticos. El arsénico se encuentra en en algunas aguas, en las pintura de los objetos de cerámica y en el vidrio. Los moluscos son fuente de este metal pesado. Entre sus efectos destaca que es un agente carcinógeno en la piel y los pulmones y que altera e inhibe diversas encimas. Puede producir anorexia, dermatitis, insuficiencia hepática, problemas neurológicos y un largo etcétera…
El mercurio, por su lado, puede afectarnos antes de haber nacido, ya que la transferencia madre-feto es de entre el 40 al 60% de su carga mediante la placenta y la leche. El mercurio es uno de los metales pesados más tóxicos y lo podemos encontrar además de en los cosméticos en el pescado (por eso durante el embarazo y los dos primeros años de vida se desaconseja tomar mucho pescado azul), las amalgamas dentales, los insecticidas y las vacunas. Sus efectos son tan amplios como devastadores, ya que afectan a todos los niveles: psíquicos, físicos y estructurales.
El plomo se puede encontrar en las paredes de las casas antiguas, ya que las pinturas de antes contenían plomo, y en algunos juguetes (y no sólo de los chinos, pero sí Made in China como los de Mattel), así como en las gasolinas de hasta hace poco, envases y tuberías de abastecimiento de agua. Su principal efecto sobre los humanos es que desplaza a otros minerales vitales como el calcio, cobre, zinc o manganeso, por lo que los procesos químicos de nuestro organismo se ven afectados, sobre todo a nivel inmunológico y del sistema nervioso, principales afectados.
El cadmio se ha vinculado recientemente con el cáncer de pulmón en personas fumadoras y fumadoras pasivas, así como con lesiones renales importantes, ya que se acumula en los riñones. Además daña el ADN convirtiéndose en un mutagénico y afecta al Sistema Nervioso Central. Además de en nuestros cosméticos lo podemos encontrar en los pescados de aguas dulces, en los champiñones y en algunas algas.
El cobre es uno de los metales pesados que sí tenemos en nuestro sistema, pero en muy pequeñas dosis. Su exceso puede provocar desde anemias hasta problemas estomacales, de riñones y de hígado. Es uno de los metales que más fácilmente pasa a nuestro organismo, ya que muchas de las tuberías por las que se conduce el agua aún son de cobre, al igual que algunos utensilios de cocina.
El cromo puede alterar el material genético de la célula, es cancerígeno. Lo podemos encontrar en el agua, el los vegetales y, a pesar de ser necesario para la vida, su exceso puede acarrear grandes problemas para nuestra salud.
El níquel es un elemento esencial para nuestra vida, pero su exceso puede ser muy tóxico y afecta a los pulmones, el corazón, la laringe, la nariz y un largo etcétera. Es uno de los metales que se usa en la aleación del acero y está presente en cantidades muy bajas en el ambiente. En la piel causa reacciones alérgicas y erupciones cutáneas, es uno de los metales más alérgenos.
Pues bien, volviendo ya a la cosmética, muchos son los estudios que se han realizado sobre los metales pesados en cosmética. Sainio, Jolanki, Hakala, & Kanerva, en 2001 ya advirtieron en un estudio sobre la dermatitis de contacto que el 75% de los productos analizados contenía más de cinco partes por millón (ppm) de plomo, cobalto, níquel y arsénico, y que el 100% de los 49 productos tenía al menos una parte por millón de estas dañinas sustancias.
El 2006 el EWG analizó 146 ingredientes cosméticos y encontró impurezas en el 80% de los casi 10.000 productos analizados, impurezas vinculadas al cáncer y otras serias afecciones para nuestra salud
Una campaña por la seguridad de los cosméticos en Estados Unidos en 2007 alertó que el 61% de 33 marcas de labiales contenían plomo. Y las marcas consideradas de lujo no estaban exentas de estas partículas.
La FDA en otro estudio en 2009 encontró plomo en todas las muestras de labiales, con concentraciones entre las 0,09 ppm hasta las 3,06 ppm. En Canadá un estudio similar arrojó datos más alarmantes al elevar el máximo de partículas por millón contenidas al 6,3.
En mayo de 2011 el Environmental Defence de Canadá analizaba 49 diferentes cosméticos y el estudio destapó que el Benefit Benetint Pocket Pal contenía hasta 110 partes por millón de plomo, además de otros seis de los ocho metales pesados buscados.
Puede parecer que 110 partes por millón sea una cifra irrisoria, pero si tenemos en cuenta que el problema principal de los metales pesados es que se acumulan en los tejidos y vísceras y su eliminación le puede llevar a nuestro cuerpo hasta 40 años, podemos entender la gravedad de una vida de Benetint (por muy bello e inofensivo que nos parezca). Siquiera la comunidad científica se atreve a fijar un umbral de seguridad sobre los metales pesados.
Tanto es así, que el Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. afirmó en 2010 que no había un umbral seguro para el plomo en sangre, incluso los niveles considerados bajos están asociados a déficit neurológicos en niños (Bellinger, 2008), motivo por el que esta institución recomendaba a los padres que evitaran el uso de cosméticos en sus hijos por la posibilidad de que estos estuvieran contaminados con plomo. Una vez más lo digo: debería estar penado por Ley los cosméticos infantiles que no son considerados como tales, sino como juguetes eludiendo los controles sanitarios y de sustancias de los cosméticos ordinarios, así que imaginad lo que le ponéis en la piel a esa nena a la que le regaláis un cosmético de juguete.
Desgraciadamente la industria ha reiterado su incapacidad de reducir los metales pesados a menos de 10ppm, incluso cuando la FDA estadounidense reconoce que no es suficiente umbral de seguridad, pero poco más se puede hacer ¿o sí? Utilizar colorantes vegetales como base, hacer analíticas de los minerales para asegurar que no hay metales pesados, someterlos a un proceso de quelación, usar colorantes sin base petrolífera…, pero claro, cuando produces miles de labiales al día y lo que menos te preocupa es cómo se han extraído esos colorantes o cómo se han fabricado…, pero no podemos echar toda la culpa a los fabricantes ya que son nuestros legisladores los que permiten dichas impurezas en los colorantes y resto de minerales.
En esta página podéis ver el listado de los análisis que la FDA ha hecho con los resultados que se ha obtenido del Plomo en labiales, de marcas como L’Oreal, Revlon, Clinique, Maybelline, Dior, Clarins, Nars, Lancome o MAC hasta un total de 400 labiales de conocidas marcas. La misma FDA preocupada por los niveles de plomo en cosmética encargó un estudio. A pesar de los datos arrojados por el estudio, en el mismo se concluye que todos los niveles están dentro de la norma legal (faltaría más), por lo que no hay ningún problema. Pero el verdadero problema es que en ninguno de estos estudios realizados por la FDA se explica cuál es en realidad el nivel de seguridad para el plomo, el mercurio o el arsénico que es 0. La presión de la industria es tal que mientras no haya una relación directa entre el uso de cosméticos y otros productos domésticos con metales pesados y el desarrollo de enfermedades los gobiernos siempre se pondrán de parte del más fuerte.
Incluso la Unión Europea, que recientemente modificó la regulación cosmética, contesta de esta forma a uno de los eurodiputados que preguntaba por los metales pesados en cosmética:
«Un estudio realizado por Environmental Defence de Canadá en el marco de la campaña Safe Cosmetics ha puesto de manifiesto la presencia de metales pesados tóxicos en la mayoría de los cosméticos examinados.
En el estudio se probaron 49 productos de marcas famosas y se halló que el 100 % de los mismos contenían níquel, el 96 % plomo y un 90 % berilio. Además, ninguno de ellos indicaba la presencia de dichos elementos en la etiqueta.
Los responsables de la campaña han afirmado que las exposiciones aisladas a estos metales pesados no provocan daños inmediatos a los usuarios, pero con el tiempo pueden acumularse en el cuerpo e incrementar el riesgo de padecer diversos problemas de salud.
Habida cuenta de lo que antecede, ¿puede indicar la Comisión qué acciones piensa emprender para limitar el uso de metales pesados tóxicos en los cosméticos y hacer que se indique en la etiqueta de dichos productos el porcentaje de metales pesados presentes, señalando además qué riesgos se derivan para la salud de su uso continuado?»
Respuesta de la UE:
«El plomo y sus compuestos, el berilio y sus compuestos, y el níquel están prohibidos para su uso en cosméticos de acuerdo con la Directiva sobre cosméticos (1).
Se permite que la presencia de restos de sustancias que no pueden formar parte de la composición de los productos cosméticos, siempre que sea técnicamente inevitable atendiendo a las buenas prácticas de fabricación y que el producto es seguro. Es responsabilidad del fabricante o importador que garantice que el producto que pone en el mercado de la UE es seguro, y con este fin, se debe mantener un archivo de información del producto, el cual debe contener, entre otras cosas, la evaluación de la seguridad del producto terminado fácilmente accesible a las autoridades competentes.
El nuevo Reglamento sobre cosméticos (2), introduce los requisitos específicos para el informe de seguridad de los cosméticos del producto, y enumera explícitamente impurezas y rastros, incluyendo la prueba de su inevitabilidad técnica.
En lo que se refiere al etiquetado, la legislación requiere ingredientes cosméticos que se añaden voluntariamente al producto para ser listados. Además, se menciona impurezas como elementos que no deben considerarse como ingredientes. La Comisión considera que este marco sea apropiado.
Por último, es difícil evaluar los riesgos para la salud humana derivados de los metales tóxicos sin tener datos sobre la exposición. Hay varias fuentes de exposición a metales tóxicos, como por ejemplo la alimentación y el medio ambiente, y la cosmética probablemente representan sólo una muy pequeña parte de esto».
Y lo peor de todo es que el encargado de esta respuesta era uno de los responsables el área de medioambiente, sanidad y seguridad alimentaria, y lo que te vienen a decir es que si los metales pesados están en el agua, en el pescado, en los objetos cotidianos pues que la cosmética sólo es una parte de esa contaminación. Y con eso, y supongo que con cara de bobo por no decir otra palabra, se quedó el eurodiputado que preguntó.
No soy de las que piensa constantemente en fabulaciones. No soy de las que me gusta alarmarme y vivir preocupada por todo. Pero hay cosas que claman al cielo. Investigando para hacer estos artículos llegué a pensar que quizá estaba equivocada. Recuerdo de pequeña la ilusión que me hacía que se rompiera un termómetro en casa y lo bien que me lo pasaba con mi hermana jugando a unir las pelotitas de mercurio que habían caído al suelo. Luego ni lavarme las manos ni nada, total si eso no manchaba… Sólo recuerdo a mi madre quitándose el anillo de boda para coger el mercurio con el que habíamos jugado hasta que apenas se unían las bolitas de la suciedad que habían cogido porque con el mercurio se estropeaba el oro. Y ahora leo cuán tóxicos son los metales pesados y los irreversibles y gravísimos daños que causan sólo con su contacto e inhalación de los vapores (que jamás noté al romperse los termómetros). Y sí, reconozco que mi salud es bastante deficiente pero la de mi hermana y la de mi madre son de hierro (y que les dure mucho, por Dios), así que me llegué a plantear si realmente no estaba exagerando y no me estaba dejando llevar por la psicosis químico fóbica.
Y siguiendo con la investigación llegué al los siguientes párrafos.
No sé vosotr@s, pero yo cada vez veo más carritos dobles por la calle. Más bebés que vienen de dos en dos. Y dos son las razones de tales regalos:
1. La ciencia no sabe por qué pero cuando se acerca el final de la vida fértil de una mujer es más probable tener embarazos gemelares y ahora cada vez somos madres más y más tarde, por lo que eso podría explicar parte del incremento de la tasa de nacimientos gemelares.
2. Las tasas de infertilidad aumentan día a día en el primer mundo y eso nos hace recurrir a los tratamientos de fertilidad. Las clínicas de este estilo proliferan y pocas son las personas que no tienen un caso cercano de parejas con problemas para concebir. En muchas ocasiones los tratamientos de fertilidad llevan sorpresas dobles.
Una vez más el ser humano, embobado con su poder creador, piensa en los parches que puede poner y no en el origen de esta anomalía. Los tóxicos nos rodean y muchos de ellos inciden en nuestra actividad hormonal provocando alteraciones en la fertilidad (niñas que menstruan precozmente, niños con malformaciones en los genitales, jóvenes con menopausia, bajo recuento espérmico, endometriosis, fallo ovárico primario) y otras dolencias vinculadas a estas alteraciones hormonales (problemas de tiroides, cánceres de mama, ovarios y próstata…).
Pues bien, todo este rollo os lo echo porque diversos estudios han vinculado los metales pesados con la infertilidad, sobre todo en varones, ya que, además de otros centenares de enfermedades, éstos actúan como tóxicos para la reproducción. Como habréis visto en las tablas de la FDA todos los labiales contenían metales pesados en proporciones desde las 7 partes por millón a las 0,02 partes por millón. Una parte por millón de plomo es una cantidad realmente pequeña. Normalmente cuando se hacen estudios de toxicidad éstos vienen expresados en miligramos por kilogramo y día o en partes por millón. ¿Y por qué os cuento todo esto? Porque en el caso de algunos tóxicos como los disruptores endocrinos ya se ha demostrado su capacidad de afectar a los seres humanos en concentraciones muchísimo menores: partes por billón (millón de millones), o lo que es lo mismo: los disruptores endocrinos serían capaces de afectarnos con el tamaño de una nanopartícula. En este y este link podéis leer dos sencillos e ilustrativos documentos sobre los disruptores endocrinos (entre los que se encuentran los metales pesados como el plomo y el cadmio, los parabenos, el bisfenol-A y otras muchas sustancias de nuestros cosméticos que, repito, nos estarían afectando en tamaños tan ínfimos como las nanopartículas).
¿Y los labiales ecológicos?
Como sabéis los labiales ecológicos además de mantecas, aceites y pigmentos vegetales contienen pigmentos de origen mineral. Sin embargo ninguna certificadora admite productos con metales pesados con un sello bio, por lo que los fabricantes tienen que garantizar que sus ingredientes primarios (los colorantes y los minerales) no contienen ningún metal pesado. La ciencia nos permite detectar los metales pesados y eliminarlos de nuestros pigmentos y minerales para que estos sean puros. La trazabilidad y calidad de los ingredientes que usa la cosmética bio no es comparable con la cosmética tradicional, siquiera con la cosmética natural.
Y lo que más rabia me da es que se puede hacer cosmética sana y buena para nuestro organismo pero las grandes marcas se escudan en la imposibilidad de remover esos metales pesados. Imposibilidad derivada de su propio volumen de negocio, ya que eliminar los residuos implicaría un gasto y una mejor elección de proveedores que encarecería el producto, pero no existe una imposibilidad real de eliminar esos importantes tóxicos.
Por cierto, esos experimentos que pupulan por la red para saber si un labial lleva plomo en los que pones tu labial y lo frotas con un anillo de oro y si se vuelve negro es que lleva plomo… pues son un bulo. Los labiales tienen partículas metálicas y minerales (y no por ello de metales pesados) y lo que se ve es el halo que se forma con la abrasión de esas partículas metálicas al frotarlas contra el oro. Y cuantas más partículas metálicas y más puro sea el metal más negro se verá. Y se vuelve negro y no rosa chicle o verde esmeralda porque son partículas tan diminutas que no reflejan la luz. Lo único que nos puede decir este test es que efectivamente, el labial contiene metales y minerales, tanto los que están en el INCI como los que no. Para detectar el plomo y otros metales pesados se han creado la espectrometría de absorción atómica, mientras que para detectar el metilmercurio está la cromatografía de gases, dos inventos de la ciencia que nos permiten saber si el agua, los alimentos o los pigmentos están contaminados por metales pesados y su cuantía…
Pero por si os ha sabido a poco todo esto de los metales pesados, los labiales tradicionales aún albergan otra sorpresa más… El perfume.
Miles de sustancias en una sola palabra
Seguro que cuando leéis el INCI de un labial y veis eso de parfum/fragance pensáis que es un aroma que se ha añadido para hacer la experiencia sensorial mejor. Pues sí y no. Dentro de esas dos sensuales palabras que nos evocan a la Monrroe durmiendo con dos gotitas de Chanel nº 5 se esconden más de 3.000 sustancias que la industria cosmética utiliza para odorizar sus productos (sí es algo deprimente esforzarte en aprender a leer el INCI y que te puedan colar 3.000 químicos por la puerta trasera…, así que si estás baj@ de humor no vayas al link del listado)
Dentro de esas sustancias que los fabricantes pueden mezclar como gusten sin más explicaciones en el INCI que las palabras perfume y fragancia encontramos muchos alérgenos como el geraniol, linalool, limonene… Esos que en la cosmética ecológica están obligados a poner como ingredientes cuando se dan como parte de los aceites esenciales, pero no en cosmética tradicional cuando forman parte de ese perfume. Además de estos alérgenos naturales hay muchos otros químicos susceptibles de causar irritaciones cutáneas o asma.
Otro grupo de los ingredientes que se encuentran en el perfume, y más preocupante, son los phtalates o ftalatos en castellano. Unos importantes disruptores endocrinos. Como os he explicado en la parte de los metales pesados, su peligro principal radica en su baja concentración ya que, lejos de ser inocuos a bajas dosis, son activos incluso en partículas nanométricas. La FDA tiene una lista de las marcas que contienen ftalatos (entre ellos el más conocido es el diethyl phtalate, con el ilustrativo acrónimo DEP) que actualiza todos los años. Esta lista es sólo de las marcas que han compartido sus ingredientes con la FDA ya que, por ley, tienen derecho a preservar el secreto de estos componentes, sería algo así como la fórmula de la Coca Cola…, por lo que los consumidores no tenemos forma alguna de saber de esas más de 3.000 sustancias qué lleva nuestro labial, nuestra colonia o nuestra crema habitual.
Almizcle sintético (musk): muy usados en cosmética para perfumar y en perfumes (y saber que uno de mis preferidos era el white musk de The Body Shop y me encantaba que no fuera almizcle natural porque el natural se obtiene de los animalitos…). Los más usados son el nitroalmizcle y los almizcles policíclicos que son persistentes y bioacumulativos, además de causar cáncer y otras muchas enfermedades. Los podemos encontrar en nuestros labiales y en nuestros perfumes, de esos que nuestras madres nos enseñaron a ponernos en los pulsos porque así el aroma era más intenso… En este sentido, Green Peace hizo un exhaustivo estudio de perfumes y arrojó datos de escándalo que han llevado a algunas compañías a reformular sus productos. Estos mismos ingredientes están presentes en los perfumes y aromas de nuestros labiales, cremas y demás cosméticos.
Cinamatos, canfenos, aminas, toluenos, ácidos, nitritos (oh, estos junto con las aminas forman nitrosaminas, pero como son fórmulas secretas…), fenoles y feniles, vaselinas, aceites minerales, petrolatum... la lista es casi interminable y todos ellos los podemos encontrar en cualquier producto que contenga la palabra perfume. Por supuesto la concentración es menor en nuestros labiales y mayor en las colonias, perfumes y cremas y desodorantes con estos aromas.
En definitiva: cuando te compras un labial, además de poder, seducción y glamour te llevas en la misma bolsa un montón de químicos de los que nada sabías y contra los cuales no basta conocer el INCI, porque siquiera aparecen en la etiqueta…, y es 100% legal.
Espero que la información de estos especiales no os haya saturado y que a partir de ahora tengáis un poco más claro lo que os ponéis en vuestras boquitas de piñón cuando os pintáis y podáis decidir con más información en la mano si seguís usando una cosmética u otra.
Y para las que hayáis decidido hacer un sacrificio ritual de vuestros labiales, en los siguientes post os daré alternativas saludables. Serán dos post en los que hablaré de bálsamos labiales y de pintalabios. Pero lo mejor de todo es que yo sólo he probado una pequeña, diminuta representación de todos los maravillosos productos que podemos aplicar en nuestros labios para mantenerlos hidratados, bellos y sensuales. Para que en tus labios sólo se pose lo que tu quieras…