Después de mucho tiempo de búsqueda, el test de embarazo me anunciaba la mayor y más salvaje aventura de mi vida: iba a ser madre.
Mientras compraba los productos para la canastilla de Leo investigaba sobre la composición de los cosméticos para bebés. Pero todo era un caos. Miles de términos se agolpaban en mi mente: methylparaben, phenoxyethanol, EDTA, PEG-40, methylisothiazolinone, BHT… ¿Qué era todo eso que le iba a poner en la piel a mi recién nacido?
Y lo que descubría sobre estos ingredientes potencialmente tóxicos estalló cuando leí que la propia UE recomendaba no usar parabenos en el área perianal de los bebés. No se sabía cómo su inmaduro sistema inmunológico podría deshacerse de ellos.
Corría el año 2012, y todas las toallitas y cremas de pañal de los supermercados contenían parabenos ¿Qué hacían las empresas con las indicaciones de la UE?
Y de esa tremenda indignación nació un blog en el que durante dos años volqué todo lo que descubría sobre tóxicos, marcas ecológicas y tiendas donde comprar cosmética ecológica.
Los lectores crecieron y su confianza en mis recomendaciones. Tanto es así que el 93% de los lectores afirma haber realizado alguna compra basándose en mis consejos.
Pero quería más. A la fiebre de girar todos los envases cosméticos para leer su composición se sumó la de los alimentos. Y más tarde la de la moda.
El 93% de los lectores afirman haber realizado alguna compra basándose en mis recomendaciones
Sabía que necesitaba ayuda para poder contar sin tapujos todo lo que iba descubriendo. Y llamé a la mejor persona que se me ocurrió para ayudarme en tal empresa: mi hermana mayor, Dolo.
Ella es Ingeniero Técnico Agrícola y Enóloga. Es una devoradora de cursos y formación. Es reservada, tímida, obstinada y una trabajadora incansable. Es una de las personas más buenas e íntegras que conozco. Pero es mucho más. Y es que desde que nací, ella ha sido mi soporte y el lugar en el que refugiarme. Y 40 años más tarde sigue así.