Hablamos con Lola Raigón, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) y profesora de esta Universitat Politècnica de València (UPV) quien nos desvela los secretos de la producción ecológica y datos de la agricultura y ganadería que desconocíamos, como que la FAO (Food and Agriculture Organisation) de las Naciones Unidas, concluyó en 2014 que consumir ecológico sale más barato que consumir productos convencionales, ya que por cada euro que gastamos en un alimento convencional se ha de añadir otro destinado a los problemas de salud que generan y otro a los problemas medioambientales. Y eso es un coste añadido que sale de nuestros bolsillos del que nadie nos habla.
Hoy la agricultura ecológica tiene beneficios que ningún organismo internacional discute y entidades como la FAO que hace una década dudaba de la posibilidad de extender un modelo de agricultura ecológica y sostenible a los 7.000 millones de habitantes de la tierra, proclaman que la agricultura sostenible y ecológica es la única capaz de garantizar la alimentación en el cercano horizonte del 2050.
Pero hasta llegar a esto las personas inmersas en la agricultura y ganadería, las asociaciones que la promueven y los científicos que la defienden han sido acusados de talibanes, magufos, malos científicos, anticuados… Hemos tenido que leer hasta la saciedad en foros que se autoproclaman como la ciencia verdadera que lo ecológico no es mejor que lo convencional, echando por los suelos décadas de investigación de cientos de científicos que alertan sobre la necesidad de reducir la carga tóxica en nuestra vida, de volver hacia una agricultura más respetuosa con la biodiversidad, de cambiar radicalmente un modelo agrícola y económico en el que el calibre y la presencia de los alimentos prima sobre el sabor, la calidad y la cercanía.
Volvemos a la UPV, a la que Dolo considera casi su casa, concretamente a la ETSIAMN (Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural) para charlar con Mª Dolores Raigón Jiménez presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) y profesora de esta Universitat Politècnica de València (UPV).
Porque en Orgànics Magazine sabemos que la agricultura ecológica no es una moda y los organismos internacionales más competentes están apostando cada vez más por una alimentación ecológica como modelo sostenible de futuro y el único capaz de reducir la carga tóxica en nuestro organismo.
Lola nos recibe con una amplia sonrisa. Poder hablar con ella de un tema que nos apasiona tanto es una gozada. Y aprender de ella, más. Os resumimos una entrevista que, más que una entrevista, fue una charla entre viejas conocidas.
Lola, ¿Qué es la agricultura ecológica y cuáles son las principales diferencias con la agricultura convencional?
La agricultura ecológica es un modelo de producción agraria, ganadera y de transformación de alimentos en la cual están limitadas el uso de determinadas sustancias químicas de síntesis de manera que el modelo de producción vegetal se ajusta a un sistema donde la fertilización y la sanidad vegetal está basada en compuestos naturales: fertilizantes derivados del compostaje, sanidad vegetal basada en el control biológico o en el uso de sustancias naturales que tienen alguna particularidad en el control de plagas y enfermedades.
En cuanto a la ganadería el principio es el mismo: no se pueden usar sustancias químicas de síntesis pero aquí hay más limitaciones en cuanto a la alimentación del ganado, que debe ser alimentado de manera ecológica; limitaciones en cuanto a la carga ganadera, ya que no se pueden tener densidades de población ganadera altas, sino que cada especie está regulada para que cada animal se le respete una superficie mínima de espacio y así aumentar el bienestar animal y disminuir el contagio de enfermedades entre animales.
También está muy limitado el uso de los medicamentos, los antibióticos no se utilizan, ya que pueden pasar a la cadena alimentaria. Si hay una enfermedad al animal se le deben administrar antibióticos para curarlo, porque se prima el bienestar animal, pero ya no sigue en producción ecológica, su carne ya no se puede comercializar por la vía ecológica.
Y en cuanto a la transformación de los alimentos también se rige por la no utilización de compuestos químicos de síntesis y donde más limitación hay es en el tema de los aditivos alimentarios: colorantes, aromatizantes… algún conservante sí está autorizado pero con mucho control, solo se puede usar en algunos productos y en unas determinadas dosis muy limitadas.
Todo esto sería lo que es respecto a la técnica, evidentemente la agricultura ecológica es mucho más, porque para el agricultor, el ganadero y el transformador que viven de la agricultura ecológica, es un modelo de vida, es algo más que la aplicación técnica de una normativa, es el querer vivir con el respeto a la naturaleza, el incremento de la biodiversidad agrícola y ganadera, el incorporar mayor valor añadido a tu producción.
El productor ecológico es un productor que, sobre todo, está vinculado al mundo rural, a la agricultura familiar, a un sistema de economía circular donde aprovecha todos los insumos de su alrededor, no malgasta los recursos finitos como el suelo o agua y apenas produce residuos.
Y en cuanto el producto final ¿cuál es la diferencia entre una leche no ecológica y una leche ecológica o un tomate no ecológico y un tomate ecológico…?
Mientras hablamos, Lola asiente como diciendo ‘hemos llegado al meollo del asunto’, y es que se han derrochado ríos de tinta hablando as diferencias entre ambas agriculturas y a pesar de que los organismo internacionales como la FAO ya han concluido que la alimentación ecológica es mucho más saludable que la convencional y que en la Unión Europea se estimen en más de 157.000 millones de euros anuales el gasto sanitario derivado de los disruptores endocrinos, tóxicos que se usan de forma más que alarmante en la agricultura convencional. Y aún nos dicen que no hay diferencia entre un pimiento ecológico y otro que no lo es.
Lola nos concreta dos aspectos importantes que marcan las diferencia entre los dos tipos de alimentos: «El ecológico es un alimento que no tiene carga química añadida, en el sentido de que no va a tener ni fungicidas, ni insecticidas, ni herbicidas, no vamos a tener ni los antibióticos, ni los aditivos, es decir, no vamos a tener esas sustancias porque están prohibidas en el uso».
«La otra ventaja -señala- es que son alimentos que presentan una composición nutricional diferente. Los alimentos ecológicos presentan mayor fracción de sustancias de carácter antioxidante, con menor contenido en perjudiciales nitratos. Algunos alimentos de origen vegetal presentan menor nivel en proteína, en cambio la carne y los huevos ecológicos presentan mayor nivel en proteína y la grasa de origen animal tiene menos ácidos grasos saturados y más alto el perfil de ácidos grasos mono y poliinsaturados qué son los ácidos grasos beneficiosos para la salud».
En definitiva, sí hay diferencias entre unos y otros. No tanto por lo que llevan de bueno sino, sobre todo y esa es para Organics Magazine la clave, sino lo que no llevan de malo.
En cuanto a las cualidades organolépticas ¿hay diferencias?
Otra de las preguntas que se hace la gente antes de consumir productos ecológicos es si son mejores al paladar.
En este sentido en Orgànics Magazine somos totalmente claras y hemos de decir que en unos casos la diferencia es más notable que en otra. Pero Lola nos lo explica perfectamente y nos da algunas claves que quizá desconocemos y que son las que hacen que exclamemos que los tomates ya no saben como antes…
«Hay varios trabajos que indican la existencia de esas diferencias. Por ejemplo, los alimentos de origen vegetal salen muy bien valorados en ecológico y esto se debe a que se trabaja con variedades locales, con producto de proximidad donde la recolección está muy próxima al momento óptimo de maduración, parámetros influyen luego en la calidad sensorial».
Todo lo que nos vaya a alejarnos de esa recolección óptima, nos va a alejar también de esos sabores más auténticos, y como en ecológico no están autorizadas las maduraciones en cámara, como si ocurre en convencional, lo recolectado está muy cerca de su madurez óptima. Los productos que sí tienen autorizado su maduración final en cámara en ecológico son productos como la piña y el plátano.
Si recolectamos un plátano de Canarias ecológico en el momento óptimo de maduración y lo metemos en la bodega de un barco para que llegue al mercado ecológico valenciano, por ejemplo, cuando llegaran al puerto de Valencia probablemente en la bodega habría papilla de plátano, por eso en este caso sí está autorizada su final de maduración en cámara, porque es un producto de lejanía y delicado.
Otra parte muy importante es que lo ecológico está muy ligado a la producción de proximidad, a la producción estacional, aquí el consumidor ha de tener mucha conciencia ya que se debe contemplar la huella de carbono dejada en el transporte de productos agrarios. Debemos plantearnos si por ejemplo tenemos que comer manzanas ecológicas todo el año sabiendo que esta fruta de invierno la mitad del año viene de la otra punta del planeta… Hay que sopesar si vale más la pena comprar un producto convencional de proximidad que un producto ecológico procedente de tan lejos. Quizás incluso nos deberíamos plantear comer más relativamente plátanos o manzanas…
Lo que dice Lola nos remueve mucho por dentro. Hace poco vimos en la televisión que las naranjas de los agricultores de Sollana (Valencia) Eran tiradas al suelo porque no les merecía la pena el precio que les pagaban. Mientras en las grandes superficies venden naranjas de Sudáfrica que no sólo hacen que nuestros agricultores sean más pobres (y con ellos todo el tejido económico), sino que tienen un coste tremendo para el planeta traer esas naranjas desde 8.000 kilómetros de distancia. Y lo mismo podemos decir de los Espárragos de Navarra, casi todos ellos provenientes de China (Excepto los que tienen Indicación Geográfica Protegida), o los Pimientos de Padrón traídos de Marruecos. Y así nos va…
En cuanto al aspecto de las frutas y las verduras ¿por qué a priori se asocian con la producción ecológica de forma negativa?
Hace unos diez años en el mercado ecológico valía todo, es decir, si llegaba la verdura flojita o con el caracol o con el pulgón, se asumía por qué la presencia de esa biodiversidad se atribuía a la no utilización de fitosanitarios de síntesis. Pero eso ha cambiado porque el mercado ha evolucionado. El consumidor ha establecido los parámetros de calidad comercial, los que se aprecian visualmente, con los estándares del convencional y ya no admite libremente la presencia del caracol o la presencia de una fruta o de una verdura que no esté fresca. Eso significa que lo que llega hoy en día a los lineales de los mercados ecológicos presenta una calidad comercial muy similar a que podríamos encontrar en el convencional, porque el mercado se ha puesto exigente en cuanto a esos ratios y se ha normalizado como tal.
Los precios de los productos ecológicos son sensiblemente más elevados, y eso frena el consumo de muchas familias ¿Es por una cuestión de que hace falta más producción ecológica?
Respecto al tema del precio, nos comenta Lola Raigón, efectivamente no solo influyen las prioridades de cada uno, sino que hay más cuestiones que cabe tener en cuenta.
En esta economía de mercado, nos explica, evidentemente, si hay mucha demanda y hay poco producto, el precio sube. Esto está pasando hoy en día con la leche ecológica, hay una alta demanda de leche ecológica pero no hay producto, con lo cual se están pagando precios altos por la leche, porque hay mucha demanda en el mercado y no hay productores de lácteos ecológicos, aunque es algo que se está revirtiendo y cada vez más marcas convencionales tienen leche certificada como ecológica porque es algo que demandan los consumidores.
Por lo tanto esto también es una oportunidad de mercado de trabajo y de negocio para la conversión, pero para esto se necesita formación por que el modelo tiene que cambiar y no es lo mismo llevar una vaquería de una manera que de otra.
El modelo de producción también influye, no se tienen los mismos rendimientos que en agricultura y ganadería convencional porque el empleo de los fitosanitarios de síntesis ayuda mucho a que todo valga o incluso a acelerar los procesos de crecimiento y maduración tanto de carne, como de las frutas, de las hojas, de las raíces… los rendimientos, dependiendo del producto, están estimados entre un 10 y un 20% inferiores en ecológico, y ahí ya se ve este margen de diferencia, aunque en algunas producciones si que se alcanzan los mismos rendimientos.
Y sin embargo el precio para el público no es solo ese 10% más…
Lola nos explica cómo se establecen los precios del mercado, ya que no es un simple oferta-demanda…
El precio lo establece una cadena, tanto en ecológico como en convencional, que empieza en el mercado de Perpignan (el Mercado Internacional de Saint-Charles de esta ciudad del sur de Francia van a parar gran parte de los productos hortofrutícolas españoles, cerca del 80% de su volumen es español, el resto es portugués, marroquí y de otros países africanos y desde ahí se distribuye al resto de Europa).
Por ejemplo los productores de tomate ecológico de Almería no comercializan ellos directamente en Holanda sino que pasan por toda la cadena tradicional del mercado de Perpignan y la puesta del producto en cualquier país de la UE.
Es verdad que hay algunos que trabajan directamente a través de los grupos de consumo, a través de unos mercados mucho más directos y el precio ahí si se ajusta, hay un pacto entre agricultores y consumidores para establecer el precio, pero si nos vamos a los lineales de supermercado y grandes superficies ahí se funciona con la misma distribución en el convencional.
Otra cuestión que influye en el precio es que la producción ecológica paga canon. Un productor ecológico que tiene su parcela de hortícolas para ser ecológico tiene que estar dado de alta, en el correspondiente Comité de Agricultura Ecológica y pagar como productor ecológico.
Si, además, quiere poner una tienda ecológica para vender los productos de su huerta, también tiene que pagar la tasa correspondiente por ser comercializador ecológico, porque la tienda tiene que estar también dada de alta en el comité porque está sujeto a los niveles de control, certificación y por lo tanto expuesto a que vengan me cojan unas muestras me las analicen y que el consumidor esté tranquilo.
Si cogemos por ejemplo el tomate ecológico y lo hacemos salsa de tomate, la industria que haga esa transformación en ecológico también tiene que estar dada de alta, y cualquier insumo que tengamos de papel, de botes… debe estar ahí registrado para su uso en ecológico. Con lo cual son tantos los condicionantes, que es sumar y sumar y entonces al final llegas a un precio más alto.
Por eso en Orgànics Magazine no entendemos la gente que desconfía de la producción ecológica como carente de garantías ¡si tiene muchas más que la agricultura y ganadería convencional!
Lola, habéis hecho una estipulación de cuanto más paga un agricultor ecológico por producir en ecológico?
Pues como en todo, varía de un productor a otro, ya que influye mucho el volumen, por ejemplo los que tienen volúmenes altos son los almerienses, una provincia donde se ha hecho un gran esfuerzo, han cambiado el modelo de producción, siguen trabajando bajo plástico pero ya con normativa ecológica.
Ellos no comercializan con el consumidor del barrio, ellos comercializan en Alemania, Holanda, Suiza, en Austria donde está el mercado grande ecológico. Con lo cual si tiene que llevar el tomate allí lo que más les carga es el transporte. Por eso al final el consumidor holandés simplemente por 3 céntimos de más puede consumir el ecológico.
Además nos advierte de algo que desconocíamos: «El precio es también un engaño porque en convencional hoy en día hay muchos insumos subvencionados como el empleo determinadas semillas (sobre todo en cereales y leguminosas), el empleo de fertilizantes químicos como los nitratos, el empleo de determinados fitosanitarios… si realmente esos precios se contabilizarán al 100% de lo que es el producto convencional saldría muy caro», pero son insumos que ahora mismo tiene subvencionados o bien en la Cooperativa Agraria donde se comercializan o bien en la industria donde se sintetizan las materias primas.
Pero hay otras cosas más sobre el precio, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en el 2014 uno de los trabajos que estuvo realizando en el Año Internacional de la Agricultura Familiar, fue el del precio de la producción ecológica, porque es que está en todos los estándares el tema del precio y concluyó que el producto ecológico no es caro, sino que es más caro el convencional.
Porque resulta que por cada euro que como consumidores gastamos en en un alimento convencional, hay que invertir otro euro para subsanar los problemas de salud, más otro euro para subsanar los problemas medioambientales.
El primer euro sale de mi bolsillo directo que es el único del que yo me percato y los 2 € de salud y medioambiente salen de los bolsillos globales, es decir los costes indirectos que está ocasionando la producción convencional tampoco está contemplada en el producto final por eso nos parece más barata.
Parece que poco a poco se mueven conciencias y el cambio está ahí, con información la gente está empezando a cambiar…
Esa es la clave.
Del 2015 a 2016 tuvimos un incremento en el consumo ecológico del 28% que unido al 17% de incremento que tuvimos el anterior año y nos hemos situado los entre los diez primeros países de consumo ecológico.
Somos los primeros productores a nivel europeo pero ¡¡de los 10 primeros en consumo!! eso no no se lo esperaba nadie. Por eso no es casualidad que El Corte Inglés o Carrefour tengan grandes secciones exclusivamente ecológicas, el pastel muy grande y se lo estaban perdiendo.
A nivel legal en alimentación ¿está todo muy bien regulado?
Sí, en alimentación está totalmente regulado, la Normativa de Producción Ecológica es una normativa que a nivel europeo es única, por su calidad y mecanismos de control, pero no es la única, ya que, afortunadamente, tenemos muchas más normativas rigurosas y serias en el mundo, como la del mercado norteamericano (USDA), o la de los países latinoamericanos: Brasil, México Ecuador, Chile, Argentina… que se rigen con normativas individuales, sin olvidarnos de la prestigiosa JAS de Japón.
Esto son normativas que salen de los organismos oficiales con controles, quién controla en el caso de Europa son los Ministerios de Agricultura que se reúnen todos y establecen la normativa de producción ecológica, esa normativa es de obligado cumplimiento para todos los países de la Unión Europea.
El organismo más alto, que es el Ministerio de Agricultura, es el que tiene que dar cuenta de ello a Europa, lo que ocurre es que en España tenemos competencias delegadas en materia de agricultura y las tenemos delgadas a las comunidades autónomas, y son las 17 comunidades autónomas la que tienen la obligación de velar por el cumplimiento de la normativa y se establecen los organismos de control que son los Comités de Agricultura Ecológica o en el caso de comunidades dónde haya una liberalización de la la norma sean empresas privadas las que actúen en el control y en la certificación.
Estos organismos de control tienen que dar parte a la autoridad de control que es el Ministerio y el ministerio da parte a Europa. Es todo muy muy riguroso.
Luego podemos tener normas de pares, es decir, si nosotros pensamos que podemos comercializar en el mercado norteamericano con la norma USDA, se quedan de acuerdo las dos entidades de control y de certificación y revisan las coincidencias de normas y se crean equivalencia entre la norma americana y la norma de aplicación de la Comunitat Valenciana, por poner un ejemplo, tú reconoces mi sello y yo reconozco el tuyo y tenemos equivalencia en cuanto al control, y por lo tanto nuestros productos se pueden comercializar en ambos mercados. Es un win-win y eso se está haciendo muy bien, francamente.
Lola, ¿por qué crees que hay dentro del mismo sector científico tanta gente que está en contra de lo ecológico?
Cuando hacemos esta pregunta el semblante de Lola se pone serio y se inclina hacia adelante para hablar.
«Aquí tenemos una premisa de partida y es que tanto ecológico como convencional son alimentos. Eso significa que ambos tienen que pasar por la Ley de Seguridad Alimentaria. Un alimento ecológico que no cumpliera los requisitos de seguridad alimentaria no podría ni asomarse al lineal».
Sin embargo, apunta Lola, las formas de controlar son diferentes. En agricultura y ganadería convencional puedes controlar tu seguridad alimentaria con aditivos químicos que están autorizados y en ecológico no, y eso lo pones al mismo nivel al mercado. Es decir, juegan al mismo juego con condiciones desiguales.
Obviamente estos aditivos químicos están autorizados y se pueden emplear y para garantizar la seguridad porque está en los niveles permitidos.
El problema es que hay muchos estudios que advierten sobre las consecuencias del uso de esos aditivos, como el caso de los disruptores endocrinos, pero otros muchos que manifiestan que los niveles son seguros. Pero en ninguno de ellos se calcula el efecto sinérgico de todo lo que se le echa a un cultivo.
Si os interesa este tema y cómo se calculan los niveles de toxicidad de un producto y por qué en Orgànics Magazine pensamos que los niveles actuales están muy lejos de ser seguros, podéis leer nuestra entrevista al doctor Nicolás Olea.
El problema, por tanto, lo tiene el político que autoriza esto basado en el lobby que está haciendo la industria alimentaria para que se utilicen los aditivos.
Y a los científicos escépticos siempre les digo que se metan en el laboratorio, que cojan el tomate ecológico y coge el tomate convencional y analicen los restos de tóxicos que lleva cada uno. Es para llevarse las manos a la cabeza…
¿Se han hecho estudios en España con la toxicidad?
Los científicos que están trabajando con grupos europeos de población que tienen que analizar rangos de toxicidad son del sector de la medicina, que son los que pueden sacar sangre, tener orina, tener grasa… Un grupo de investigadores del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), están trabajando con analíticas de productos fitosanitarios en sangre y en orina de niños, también vinculado a un proyecto europeo, conclusión del proyecto: los que comen frutas y verduras con mucha frecuencia están peor. No hay estudios en ecológico pero cuanto más incrementa la ingesta de frutas y verduras convencionales en un niño, mayor incidencia hay de sustancias químicas y tóxicos.
Esto en Orgànics Magazine nos parece terrible. Es mucho más complicado alimentar a un niño de forma saludable (con todos los productos procesados saturados de grasas y azúcares que les atraen como un imán). Y encima a quienes hacen ese esfuerzo para que sus hijos están más sanos ¡tienen más tóxicos en sangre que el resto!
¿Es rentable la agricultura ecológica para un productor o es cosa de valientes?
La rentabilidad hay que verla también con con el aspecto de la voluntad, en los últimos años hay una evolución muy bonita porque cuando comparamos la actividad agraria por rangos de edad nos damos cuenta que la gente joven tiene más tendencia incorporarse a la agricultura ecológica que los de mayor edad, esto es porque tienes una seguridad.
Pero es más, en convencional nos vamos a encontrar con todos los problemas que tiene el modelo de comercialización, de producto, de competencia, de de tirar por el suelo la naranja…
Hoy en día para meterte en la actividad agraria, convencional u orgánica, hay que ser valiente, pero pero también hay que tener las cosas claras y decir ¿yo para que voy a entrar en una actividad de perdedores?, vamos a entrar en una actividad de ganadores y el momento es bueno para una actividad agraria ecológica.
¿A nivel mundial se puede mantener una agricultura ecológica para alimentar a 7000 millones de personas?
Esta es otra de las preguntas que sale en todos los niveles y en todos los foros. Con una rentabilidad entre un 10 a un 20% de pérdida de producto y con un incremento de la población mundial, tenemos que tener un modelo mucho más agresivo para generar alimento.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que de lo que se está produciendo en el momento actual en el primer mundo, un tercio se tira. Esto es una barbaridad. El problema está en los países en vías de desarrollo donde la población crece mucho más, y no hablamos de llevar el alimento que sobra de aquí a allí, sino generar alimento allí con semilla de allí adaptada a la climatología de allí. Y por supuesto el control exhaustivo de los excedentes de aquí.
El tema del hambre en el mundo ni es una cuestión de distribución y ni es una cuestión de rendimientos es una cuestión de injusticias social, en ese caso los parámetros técnicos se pueden subsanar y se pueden subsanar también en ecológico porque lo único que tenemos que ver son cuales son las particularidades de cada territorio y aplicar un modelo de agricultura rentable para cada territorio.
La FAO hizo también un estudio para ver si la agricultura ecológica era capaz de dar alimento a la población del 2050 cuando se alcance la previsión de 9000 millones de habitantes. La conclusión del estudio era rotunda que sí, que la agricultura ecológica es capaz pero no a coste cero, es decir, no podemos seguir produciendo proteína vegetal para dar al ganado, con todo lo que lleva asociado de la huella de carbono, para que nosotros nos comamos esa proteína animal. Tenemos que reinvertir otra vez el proceso, realizar una ingesta de proteína vegetal más amplia y limitar la ingesta de proteína animal, ya que consumir altas dosis de proteína animal tiene unos costes que no nos lo podemos ni permitir ahora y mucho menos en la población del 2050.
¿Qué falta a nivel político?
A nivel político falta todo. La agricultura ecológica nació como modelo alternativo y siempre se ha visto mal. Ahora parece que poco a poco cambian las cosas porque ya son las grandes empresas las que se involucran, pero siempre es algo residual, hay que tener en cuenta que la agricultura ecológica es tan solo el 5% de la producción total a nivel mundial, eso significa que los grandes objetivos siguen estando en convencional que es donde está la producción masiva, el gran comercio…
Pero el efecto del cambio climático es una realidad de la que nadie (o casi nadie) duda, así como de los grandes insumos que requiere la agricultura convencional y que por lo tanto genera muchos gases de efecto invernadero, mucha contaminación… empiezan a haber voluntades políticas.
En la medida que agricultura y ganadería ecológica puedan tener algo de intervención a nivel medioambiental, entrarán dentro de las políticas de determinados países, si no, seguiremos luchando a través del consumo, a través del crecimiento con una cinética diferente al crecimiento que lleva lo convencional.
Teniendo en cuenta que incluso en los años de crisis el sector de la agricultura ecológica ha aumentado, pues imagínate cómo sería con buenas políticas.
¿Qué se puede hacer a nivel individual?
Nivel individual mucho. A nivel individual sí que podemos hacer mucho ya que a través del consumo tenemos mucho más que un voto, tenemos una herramienta con un poder altísimo. Y no solo para cambiar las cosas aquí, sino las de otras partes del mundo, eso ya lo hemos visto con el aceite de palma, por ejemplo.
Nos despedimos de Lola Raigón con un sabor en la boca agridulce: tener la certeza de que la supervivencia de nuestra especie pasa por una transformación de la agricultura y la ecología sostenible y tener que casar esa certeza con las incertidumbres que siembran quienes sólo se miran el ombligo, quienes sólo apuestan por el ahora y para quienes el principio de precaución y el futuro sostenible no es más que papel mojado. Un papel lleno de Bisfenol-A.