Encontrar un champú ecológico que le vaya al cabello como anillo al dedo es complicado. Las marcas lo saben y prueba de ello es la cantidad de anuncios de productos capilares que podemos ver en la televisión, en las revistas de moda… Queremos que nuestro cabello brille y no tenga frizz, ni caspa, que no se caiga, que esté suave y sin puntas abiertas, que el color dure eternamente, que no se note el efecto raíz… No queremos un champú. Queremos un milagro.
Son muchos los comentarios de gente que se lanza al mundo bio capilar sin paracaídas y, claro, se estampan orgánicamente hablando. El glamour que preconizamos en estas páginas se va por el desagüe a ritmos forzados si no se siguen los pasos adecuados para dar el salto al lado bio de la vida
Y los medios de comunicación nos lo ofrecen bajo la garantía de personas que, precisamente, viven de su imagen: modelos, actrices… Ellas, que para anunciar ese champú (que quizá no sea su champú habitual) han sido ¿sometidas? a una sesión de peluquería, maquillaje y fotografía donde no se deja nada a la improvisación. Se filma, edita, retoca y emite con una campaña publicitaria millonaria.
¿El resultado? Que mientras estás en el sofá viendo la tele, un anuncio de champús, como si de un mensaje subliminal se tratara, pasa directamente del televisor a una especie de cajón de sastre de nuestro cerebro que nos dice que si compramos ese producto todos nuestros problemas capilares se resolverán.
Nuestro cerebro, al que creemos una máquina infalible pero es tan humano como el resto de nuestro órganos, obvia todos los datos que nos indican que si compramos ese champú no vamos a tener el pelo de Paula Echevarría. Ni el de Jennifer Aniston.
Siquiera las ondas surferas ‘me levanto así por las mañanas’ de Gisele Bundchen. Sólo nos dice, como si de un impulso se tratara, ‘lo quiero’ o, incluso, ‘lo necesito’.
Se niega a procesar que ellas viven de su imagen y tiene un equipo de profesionales que se ocupan de estos menesteres. Anula el hecho de que no se le vea una cana (si es que las tienen), que su cabello no tenga las puntas abiertas ni esté quemado por el trabajo que lleva detrás de esa sesión de fotos.
Que en cada acto público pasan horas delante del espejo mientras un batallón de personas se encargan de su cabello, sus manos, su maquillaje.
También obvia que en cada anuncio las posturas, las luces, la laca y la post edición de las imágenes recrean una realidad que poco o nada se corresponde con la realidad.
No son pocas las actrices y personalidades que han denunciado la manipulación de sus imágenes para ‘embellecerlas’ de forma que lo plasmado responda más a una ficción que a una realidad… Os dejamos el valiente post en instagram de Inma Cuesta de hace varios años que, sin embargo, sigue siendo de una rabiosa actualidad
Y con las modas de los retoques, de la democratización del bótox y de las inyecciones de ácido hialurónico, con los filtros y las sesiones de maquillaje, peluquería y fotografía, con todo lo que sabemos sobre la creación de imágenes de la IA… Con todo eso, nuestro cerebro sigue creyendo que esas imágenes son reales, perfectas, mientras el espejo nos devuelve una imagen muy alejada de lo que deseamos y decidimos creer que ese champú lo arreglará todo. Incluso nuestro resentimiento con el espejo.
Si sólo pudiéramos vernos en el espejo como lucen ellas, nuestro amor ante la persona ante el espejo cambiaría. Palabra que si encontramos EL champú que alise nuestro cabello rizado, rice nuestro pelo silo, nos de más cuerpo a los lacios y más caída a los rizados. Si nuestro cabello es como deseamos, nos amaremos mucho más (aunque te contaré un secreto: es absolutamente al contrario. Cuando amemos la persona ante el espejo, encontraremos el champú ideal para ella…)
Así que, ves el anuncio y al día siguiente te compras el champú y corres a lavarte el pelo. Aunque esté recién lavado. Y esperas, como quien espera ver caer maná del cielo, que lo que pone en el bote sea cierto. Sólo por esta vez. Brillo glossy, adiós a las puntas abiertas, pelo suelto y limpio durante 72 horas, ¡Emergencia capilar!.. Pero tras lavarlo tu pelo sigue igual. Y pierdes la fe en los champús. En los acondicionadores. En los anuncios. Hasta la siguiente novedad en la que renuevas tus votos y vuelves a la tienda a esperar un nuevo milagro.
Y un buen día lees algo sobre los champús orgánicos. Que si son mejores, que si no llevan tóxicos, que si dejan limpio el pelo…
Y piensas ‘voy a probar a ver’. Y te compras el primero que ves en el que pone que lleva extractos naturales, que no usa parabenos y demás reclamos publicitarios siendo víctima del engaño de lo natural.
En ese caso, nada nuevo habrá en el horizonte.
Lo lamentamos mucho…
Pero quizá tengas la suficiente información para saber que (casi) ninguna de las grandes marcas tiene productos naturales de verdad, sino grandes campañas de marketing.
Tal vez hayas hecho una búsqueda en Internet y des con una tienda realmente ecológica. El premio gordo es si tienes cerca una persona que consuma productos ecológicos y te aconseje el mejor para tu cabello. O llegas a este artículo antes de comprar nada ¡enhorabuena!
Sea como fuere imaginemos que compras un champú bio certificado. Casi podemos adivinar la emoción al usar por primera vez un producto sin tóxicos. Ese es el que te va a quitar todos los males. De verdad. No lo dudes ni un instante.
Lavas tu cabello casi como rezaras una plegaria. Y dejas que se seque al sol. Con mimo.
El milagro se ha obrado.
Te miras al espejo y… «¡Pero qué diablos es esto! ¡Menuda mierda de champú!»
Escudriñas la bruja que se refleja en el espejo. Sólo te falta la escoba. El pelo está áspero como una lija, pegajoso, sin brillo ni vida, sin volumen, el cuero cabelludo te pica ¡¡y tienes caspa!!
«Si es que lo mejor son los productos de toda la vida, quién me mandaría a mí… ¿Ahora qué hago con esto? con la pasta que me ha costado…».
Recoges tu moral con una escoba y poco a poco te vas sacudiendo la decepción (una más) mientras te repites que con esas pintas no puedes salir de casa y que quién te mandaría a ti probar un champú bio, si ya te decía todo el mundo que te dejaras de tonterías, que lo bio no funciona y, además, es carísimo…
Si has tenido la suerte de hacer este experimento en domingo ¡felicidades! Aún estás a tiempo de volver a tu champú habitual para mañana ir al trabajo.
Si has decidido hacer ese cambio radical para ir a la ofi… mala elección.
Si lo has hecho para una fecha señalada o un evento… pésima decisión.
Manual de juego para sobrevivir al champú bio
Este relato sólo ha sido una pequeña ilustración de lo que nos ocurrió a nosotras al pasarnos al mundo bio. No diremos la marca a la que maldecimos hasta la extenuación pero os aseguramos que le hemos pedido perdón en silencio cientos de veces…
Y es que hasta que no me metí de lleno en el mundo bio y, concretamente, en los artículos de la siliconas, no logré entender por qué la cosmética bio le sentaba tan mal a mi cabello. Por eso te he querido resumir unos pequeños pasos para llevar a cabo la transición de forma demudada y exitosa. Son pasos sencillos pero imprescindibles para poder lucir algún día una melena de la que nos sintamos orgullosas y siquiera pensemos en tener la melena de la chica del anuncio (por increíble que suene), no sólo porque estemos usando productos sin tóxicos, sino porque al poco tiempo males como la caspa, el picor, la descamación y la grasa excesiva formarán parte de la historia de nuestro cabello.
Así que toma nota de estos pasos que harán que tu pelo (y tu vida) sea otro. Palabrita.
Paso 1
Olvídate de los anuncios. Jamás tendrás un pelo como el de la tele, a no ser que seas la protagonista del anuncio. Detrás de cada spot de 30 segundos hay horas de peluquería, grabaciones, y sesiones de pre y post producción ¡se gastan miles de euros en rodar un anuncio y emitirlo! ¿Crees que van a usar un champú y secar el cabello de la modelo sin más?
Pero los resultados en tu cabello, lavado en casa y secado con tu secador en 60 minutos (suponiendo que le dediques ese tiempo cada vez) jamás se podrán comparar al de la modelo, y los recursos materiales y de tiempo que se invierten para obtener esos resultados.
Simplemente es un engaño que nuestro cerebro decide creer. Y las marcas lo saben.
Paso 2
Dale la vuelta a tu champú tradicional. Entre todas esas palabrejas raras que pone busca alguna similar a dimethicone (o cualquiera acabada en –cone, –conol) o que suene a silicona, como ciclopentasiloxane (o cualquier otra acabada en –siloxane), Quaternium o polyquaternium (seguida de un número, el que sea), PEG– (seguida del número que sea). Si encuentras alguna de estas palabras (ver listado completo aquí) ¡enhorabuena! tu champú está repleto de siliconas y estás a un paso de tener un cabello mucho más sano y bonito.
¿Pero qué hace la silicona en el cabello?
La estructura de nuestro cabello es como un tubo formado por tejas y las siliconas sellan los espacios entre las capas de tejas y nos permiten disfrutar de un cabello más liso, sin frizz, más definido. Pero también sellan los folículos impidiendo que nuestro cuero cabelludo funcione correctamente. Y como resultado (si no hay patologías de por medio) tenemos picores, caspa y un cuero cabelludo al que añadimos capas y capas de siliconas, ya que nuestros suavizantes y mascarillas son más de lo mismo.
Paso 3
Una vez compruebes que tu champú tiene esos ingredientes ve a la cocina, abre la basura y lánzalo. Has dado el primer paso para tener un pelo increíble.
Paso 4
Busca un champú que contenga sulfatos pero no siliconas. Es decir. Para retirar la siliconas nos hace falta un champú fuerte con sulfatos pero sin siliconas. Los champús normales llevan siliconas y sulfatos, de forma que el sulfato limpia la silicona antigua y deposita otra capa nueva en un ciclo interminable en el que el cabello jamás está limpio de verdad. Un eterno maquillaje en el que nunca llegas a ver tu cabello tal y como es.
Hemos de decir que los champús modernos usan siliconas hidrosolubles, como los PEG o los polyquaternium que, químicamente, no son siliconas. Por ese motivo, podemos verlos en muchos champús que se anuncian como sin siliconas, aunque el efecto en el cabello es el mismo. Sí, las marcas juegan con el lenguaje y si bien no mienten no dicen toda la verdad… Si la marca dice que no usa siliconas, lee la composición en busca de PEG y polyquaternium ¿bingo?
Para eliminar totalmente las siliconas debemos comprar un champú que lleve un sulfato potente, como el Ammonium Lauryl Sulfate (un sulfato bastante fuerte pero admitido por Ecocert), pero ninguna silicona.
No recomendamos los que lleven Sodium Laureth Sulfate (ni ningún otro acabado en -eth) porque es un ingrediente etoxilado, es decir que ha sido sometido a un proceso de etoxilación con óxido de etileno, un ingrediente cancerígeno prohibido en la UE como ingrediente que puede dejar trazas que, sin embargo, no están prohibidas. Paradojas de las leyes.
Ni que decir tiene que no podéis aplicar mascarillas ni suavizantes ni lacas ni nada por el estilo, ya que casi todas llevan siliconas…
Paso 5
Ahora sí. Tu cabello está listo para lanzarse al mundo bio.
Compra tu champú bio.
Aplícatelo. Y disfruta.
Bueno, no. Mírate al espejo. Seguramente dirás algo parecido a esto:
«¡¡Pero que * es esto!!, ¡¡si tengo el pelo igual de mal que antes…!!» (sustituir el * por la primera palabra que os venga a la mente, yo no debo reproducir la palabra compuesta que exclamé en su día…)
No. No hace falta que releas este artículo para ver dónde te has equivocado. El salto al mundo bio para el cabello es un proceso largo pero que os aseguramos merece totalmente la pena.
Pero ¿Qué le ha pasado a mi cabello? ¿por qué está peor que antes?
Imagina que desde que naces te maquillan a diario. Y te acuestas sin desmaquillarte. Te desmaquillas por la mañana sin mirarte al espejo y te maquillas de inmediato. Y un día, porque sí, decides quitarte el maquillaje y mirarte al espejo.
Tu piel jamás ha sentido el sol, el aire, no has visto su color real, su textura… Obviamente eso que ves en el espejo te horroriza, ves las ojeras, los poros, las venas y las rojeces e imperfecciones.
Tu piel está desnuda por primera vez en mucho tiempo. Pero sigues adelante. Sales a la calle y a tu piel le da un poquito el sol, la hidratas y cuidas con productos buenos y maravillosos y cada día que pasa y la miras al espejo está más bella. Se autoregula, cumple las funciones para las que fue diseñada y se muestra reluciente, agradecida de su nueva vida.
Con el pelo pasa algo así. Hace mucho que no está libre de siliconas y ahora ves las puntas abiertas ¿O creías que los champús que prometían acabar con las puntas abiertas las habían solucionado? No, sólo has habían pegado, como cuando se nos rompe una uña y le ponemos esmalte con un tissú pegado o pegamento. Está rota, pero aparenta no estarlo.
Y el frizz… ¡si pareces la bruja avería! Pues sí, las siliconas mantenían el frizz a raya.
Y puede que esté mucho más graso el cuero cabelludo y se ensucie con más facilidad. Antes tu champú con sulfatos eliminaba la grasa natural del cuero cabelludo y este se esforzaba por sobreproducir más para compensar esa carencia, ya que nuestro cuero cabelludo, como el resto de nuestra piel, tiene una fina capa protectora compuesta por grasa y agua, el llamado mando hidrolipídico y si falta uno de los dos elementos no puede cumplir su función…
Así que tu cuero cabelludo se afana en producir más sebo aunque ya no usemos un sufato agresivo para eliminarlo. Aún tardará un poco en darse cuenta de que ya no vas a herirlo más… Y por eso mucha gente que usa un champú bio piensa que es menos efectivo, porque se le ensucia antes el cabello…, pero es porque la transición aún no ha acabado…
Pero no te desilusiones al leer este panorama. Ahora viene lo mejor.
Paso 6
Sigues usando tu champú bio. Poco a poco tu cabello estará con un brillo inusitado. El frizz se irá controlando (si lo quieres controlar del todo puedes usar aceites). La caspa desaparecerá de tu vida casi por completo. Y los picores, la descamación y tantas otras cosas que te preocupaban.
Vale, quizá me he dejado llevar por la emoción y tal vez no desaparezcan, pero en un porcentaje muy elevado de casos sí lo harán, en otro no serán el centro de vuestras desdichas y en otro muy pequeño sé que no logrará el milagro esperado, pero te aseguro que en todos estos el paso habrá merecido la pena.
¿Cuánto he de esperar para ver mi pelo bonito?
No tengo una bola de cristal para saberlo. Hay personas que desde la primera aplicación notan su pelo más suave y bonito. Otras al cabo del año aún no han dado con ese champú bio que les haga exclamar ¡Guau! Yo tardé más de dos meses en notar los primeros resultados y medio año en exclamar ese ¡Guau! Fue un ejercicio de tenacidad y constancia, ya que nadie me había explicado cómo se hacía ese salto y fue una dura carrera de obstáculos.
Hoy en día puedo decir, quimio aparte, que mi pelo está hermoso, brillante, hidratado y la caspa y los picores han desaparecido (bueno, los picores vuelven en épocas de estrés, pero la caspa adiós forever).
Y así, casi sin daros cuenta vuestro pelo mostrará toda su belleza natural y cuando miréis un anuncio en la tele sonreiréis desterrando los derivados petrolíferos en vuestro cabello…