No existe la cosmética con tóxicos.
Si esos productos fueran tóxicos no estarían a la venta.
La Unión Europea controla todo lo que se puede vender y vela por nuestra salud.
Suponemos que quienes afirman esto con rotundidad tienen pleno conocimiento de los datos que hemos aportado hasta el momento sobre tóxicos. No son estudios científicos de los que se pueda dudar de su financiación, de la calidad de los investigadores, de la muestra o de si han sido o no comprados.
Hasta ahora nos hemos remitido a datos estadísticos ofrecidos por la Unión Europea.
Si alguno de esos tóxicos estuviera en la cosmética ¿podríamos hablar de cosmética con tóxicos?
Creo que sí. Si un cosmético contiene tóxicos, se podría decir que es cosmética con tóxicos. Quizá sí sea algo reduccionista por mi parte decir que una cosmética que contenga tóxicos probados y conocidos es cosmética tóxica, pero prefiero pecar de radical, para laxos ya tenemos los medios de comunicación, los gobernantes y las leyes.
Y como siempre os digo, yo no sé nada, pero soy el altavoz de todo. De todo lo que creo que no se os está contando. Yo os doy otro ángulo de visión, ese ángulo muerto que lo cambia todo. Y tú, con todo esto, decides lo que hacer.
Que quieres seguir usando productos con ingredientes tóxicos, perfecto. Pero, al menos, tienes datos para poder elegir.
Esa es mi única misión: aportarte datos para que tengas más capacidad de elección y alternativas saludables si es que decides dar el salto. Para que no te la pegues como he hecho yo durante años.
Hoy no voy a dar listas interminables de ingredientes, solo mencionaré algunos de ellos presentes en los desodorantes. #cambiatudesodorante se convierte casi en #cambiatudesodoranteparacambiartuvida Porque tras el desodorante querrás cambiar tu vida. Y a mejor.
Empezaremos por el Óxido de Etileno.
¿Crees que la Organización Mundial de la Salud dice magufadas?
Casi me atrevería a decir que no. Que de todos los organismos mundiales es el menos magufo de todos.
Pues la agencia de investigación sobre el cáncer de la OMS, la IARC tiene cientos de maravillosos estudios sobre ingredientes y su incidencia en el desarrollo del cáncer. En función de los estudios y los resultados se le otorga a cada ingrediente una puntuación que indica la probabilidad o no de ser carcinógeno para los seres humanos.
Los ingredientes campeones se llevan el 1.
Eso significa que, según los estudios disponibles, esa sustancia es un carcinógeno seguro para el ser humano.
Entre estos ingredientes está el óxido de etileno. Es un probado carcinógeno para el ser humano.
Os ponemos algunas de las conclusiones de este estudio:
Al realizar la evaluación general, el Grupo de Trabajo también tuvo en cuenta las siguientes pruebas de apoyo:
(a) El óxido de etileno es un agente alquilante de acción directa que actúa con el ADN.
(b) El óxido de etileno induce un aumento relacionado con la dosis en la frecuencia de aductos de hemoglobina derivados del óxido de etileno en humanos y roedores expuestos.
(c) El óxido de etileno induce un aumento relacionado con la dosis en la frecuencia de aductos de ADN derivados del óxido de etileno en roedores expuestos.
(d) El óxido de etileno actúa sistemáticamente como mutágeno y clastógeno en todos los niveles filogenéticos.
(e) El óxido de etileno induce translocaciones heredables en las células germinales de roedores expuestos.
(f) El óxido de etileno induce un aumento relacionado con la dosis en la frecuencia de
de intercambio de cromátidas hermanas, aberraciones cromosómicas y formación de micronúcleos en los linfocitos de los trabajadores expuestos.
g) Estudios prospectivos han demostrado que los niveles elevados de aberraciones cromosómicas y la formación de micronúcleos en los linfocitos de la sangre periférica están asociados a un mayor riesgo de cáncer en los seres humanos.
Por supuesto, el óxido de etileno es un ingrediente prohibido como tal en la cosmética.
Sin embargo, el óxido de etileno en cosmética se puede usar en los llamados procesos de etoxilación, dejando trazas en el ingrediente final de óxido de etileno y 1,4 Dioxano, otro ingrediente calificado como presunto carcinógemo en humanos (grupo 1B de IARC).
¿Quieres saber dónde pueden encontrase estas trazas?
En miles de ingredientes de tus cosméticos: en todos los compuestos de tus cosméticos que contengan palabras acabadas en -eth (oleth, laureth, pareth, mireth, steareth, caprileth, coceth, laneth, deceth…) como el Sodium Laureth Sulfate, así como en los polietilenglicoles (PEG-seguido de un número) o los PPG (también seguidos de un número), los polisorbatos (polisorbate 20, por ejemplo), los compuestos de armonio cuaternario (Polyquaternium-seguido de un número) o los isethionatos como el Sodium Cocoyl Isethionate, muy usado en marcas de cosmética natural no certificadas.
Si miras en tus productos de cosmética ¿cuántos de estos ingredientes puedes sumar en tu rutina diaria? No sería de extrañar encontrarte con 50 de ellos al cabo de un día.
Mi pregunta es ¿Cuántas trazas hace falta para que sean una amenaza?
Parabenos
Sobre los parabenos también se ha hablado mucho. Solo os diremos que desde que empezamos a hablar de ellos muchas personas nos han criticado por decir que eran tóxicos ‘porque si lo fueran estarían prohibidos’.
Pues bien, no he visto a ninguna de esas personas fustigarse en público ni arrepentirse o entonar el mea culpa cuando fueron prohibidos varios parabenos por su toxicidad (isopropylaparaben, isobutylparaben, phenylparaben, benzylparaben y pentylparaben), mientras que otros dos (butylparaben y propylparaben) fueron rebajados del máximo del 0,8% al 0,14% Una significativa reducción para unos ingredientes no-tóxicos, ¿no os parece? Además de quedar prohibidos para productos destinados al área de pañal de los bebés.
Curiosamente, solo tres años antes la Unión Europea afirmaba que a pesar de que Dinamarca los había prohibido en productos para menores de tres años, eran unos ingredientes totalmente seguros en las concentraciones permitidas en esos momentos.
¿En qué quedamos?
¿Cuándo tenía razón la UE, cuando los permitía todos diciendo que eran seguros o cuando ha prohibido algunos de ellos y todos ellos en los productos para bebés?
Mientras, los estudios que vinculan estos ingredientes con desordenes hormonales se multiplican en las revistas científicas más prestigiosas ¿de verdad las personas que afirman que no existe la cosmética con tóxicos no se sienten ni un poquito abrumadas por tantos estudios científicos revisados por pares que afirman que son ingredientes dañinos?
Y todo porque estos ingredientes, junto con otros 100.000 están permitidos en una sociedad en la que sólo se han testado el 3% de los químicos con los que estamos en contacto día a día. Una sociedad en la que la UE afirma sin pudor alguno que sabemos muy poco de los químicos que se producen y consumen en la Unión Europea y que del 99% de ellos no tenemos datos de sus efectos, usos y de cómo deben ser manejados para ser seguros.
Supongo que todas las personas que nos acusan de magufas y alarmistas y nos dicen que todo está controlado en la UE tendrán una explicación mejor que la del Reach la Unión Europea para estos datos que os aportamos.
Junto con los ingredientes etoxilados y los parabenos, tenemos otros ingredientes que se esconden detrás de los sellos ‘paraban free’ que no son más que un engañabobos. No caigáis en la trampa. Paraben free no significa que no lleve otros ingredientes dañinos.
Os voy a decir la verdad. Los parabenos son la leche. Son los mejores conservantes del mundo. Los más efectivos. Los de más amplio espectro. Nada se puede comparar con ellos.
El problema es que son tóxicos, y por eso necesitamos buscar alternativas. Porque una crema que lleve agua, hidrolato o aloe vera necesitará, sí o sí, un agente que controle la proliferación bacteriana.
Cuando se habla de proliferación bacteriana suena como muy normal, pero son muchos los patógenos que pueden proliferar en una crema si no tienen conservantes que impidan esa proliferación de bacterias y hongos: Streptococcus pneumoniae, Streptococcus pyogenes, Staphylococcus aureus, Escherichia, Kleb-siella, Enterobacter, Serratia, Pseudomonas, Citrobacter, Salmonella, Alcanigenes Fungi, Candida, Rhodotorula Penicillium …
Las consecuencias de la contaminación pueden ser muy perjudiciales, por lo que las autoridades, aquí sí tienen un sistema de cosmetovigilancia muy estricto y funcional, requieren que un cosmético que se ponga a la venta contenga los conservantes necesarios para evitar esa proliferación bacteriana y todos los cosméticos son sometidos un riguroso control.
Por eso ‘paraban free’ solo indica que ese producto no contiene esos tóxicos, pero no que no contenga otros conservantes como las sothiazolinonas (conocidas como Kathon CG por las personas alérgicas a los tintes convencionales), fenoxiethanol (que es un destructor endocrino) o triclosán (también disruptor endocrino además de ser un antibacteriano muy potente y presente en pastas de dientes y desodorantes).
Ninguno de estos conservantes tendría el visto bueno de las certificadoras. Y no recomendamos productos que los contengan a pesar de que el fenoxyethanol está detrás de muchas marcas pretendidamente naturales y las sothiazolinonas (methylisothiazolinone y chloroisothiazolinone) en muchísimos otros productos, incluso algunos certificados con la Ecolabel Europea, un quiero y no puedo (o mejor dicho, no quiero y no puedo) de la Unión Europea que no le llega a la altura del betún a la muy bien regulada alimentación ecológica (frutas, verduras, carnes, huevos, vinos, productos elaborados… todos los de la hoja con las estrellas de la UE son garantía absoluta).
Así que sí a la cosmética con conservantes, pero conservantes sobre los que no pese tantos informes sobre su toxicidad y, sobre todo, que esta no afecte a nuestras hormonas que, para nosotros, es la toxicidad más importante porque pasa inadvertida, es diaria, omnipresente, establece sinergias y puede dar lugar a catálogos de enfermedades tan amplios que parece ciencia ficción. Pero no. Es ciencia y es real.
Pero vamos con el ingrediente más importante de todos los desodorantes y el que más tienes que vigilar:
El Clorhidrato de Aluminio.
Este mágico ingrediente elimina el mal olor de las axilas y evita el sudor.
Nos han convencido de que sudar es malo. Mi nariz ultra sensible se siente cómoda con esto pero ¿y si nos dijeran lo mismo de las heces? ¿Si llegara una marca y nos dijera que podemos hacer que nuestras heces huelan a rosas o, mejor todavía, que nos pongamos un tapón para no excretar?
Nos parecería de locos.
Sin embargo hemos aceptado que algo tan natural como sudar se convierta en algo asqueroso. Y nos lo hemos tragado.
Porque el mal olor corporal hunde sus raíces en el estilo de vida actual ¡el sudor es inodoro! Y lo que huele es la reacción con las bacterias de nuestro sudor compuesto por sales, agua, ácidos grasos y proteínas que reaccionan con las bacterias de nuestra piel y producen el mal olor corporal.
Este mal olor se acentúa con el uso de prendas de ropa sintéticas, o de una alimentación excesivamente procesada, que influye decisivamente en nuestro microbioma cutáneo, así como en nuestro estilo de vida repleto de estrés.
Y frente a esos males creados por la moderna sociedad, soluciones creadas por quienes crean esos males. Eso es un win-win. Y los consumidores como espectadores y coautores de esta demencia.
Tiene sentido pensar que si un ingrediente hace que dejemos de sudar, la función que cumple el sudor queda anulada.
Pero ¿Cuál es la función del sudor? Pues, principalmente, regular la temperatura corporal y eliminar de nuestro interior lo que no necesitamos.
Espera. Entonces si no eliminamos lo que nos sobra…
…
Vamos ahora con los estudios que vinculan el uso de este clorhidrato de aluminio presente en los desodorantes y que nos ha permitido hacer producto con hasta 48 horas de duración ¡dos días sin sudar ni oler! Qué maravilla…
Si vamos a Pubmed, una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo, podemos encontrar cientos de artículos sobre este ingrediente.
Eso demuestra un interés de la comunidad científica por este compuesto y que el debate sobre su salubridad está abierto. Simplemente por la cantidad de estudios que hay en los que se asegura que este ingrediente es un disruptor endocrino y que está vinculado con el cáncer de mama, debería ser prohibido de forma preventiva, haciendo caso al principio de precaución de la Unión Europea.
Fueron nuestros propios gobernantes los que acordaron en 2008 que si un producto (natural o sintético) era sospechoso de ser tóxico debía ser prohibido, aún cuando no se hubieran establecido las relaciones causa-efecto en su totalidad.
Es decir, como medida de prevención lo prohibimos para no causar males mayores. Entonces la industria que lo ha creado tiene que demostrarme que ese compuesto que quiere volver a poner a la venta es totalmente inocuo.
Pero es al revés. La industria lo lanza sin control alguno (de nuevo, podéis leer más sobre el I y cómo funciona) y cuando se notan efectos adversos es la industria la que exige a los poderes públicos que demuestren que su compuesto es tóxico para ser retirado.
El problema, como os hemos contado muchas veces, es que los disyuntores endocrinos como inciden en nuestras hormonas y nuestras hormonas cambian con la edad, el sexo, el día del ciclo en el que estemos las mujeres y establecen sinergias unas con otras y pueden manifestar sus efectos a la larga e, incluso, no manifestarlos en nuestra carne pero sí en nuestros descendientes… No hay causa-efecto demostrable.
No es carne mechá. No es Covid. No es cicuta. Es un catálogo de dolencias que despliegan sus alas y hacen que vivamos en una sociedad profundamente enferma e intensamente dependiente de los poderes públicos, de las ayudas, de la sanidad, de el medicamento X, de las revisiones Y, de las declaraciones de incapacidad.
¿Cómo seria nuestra sociedad sin enfermedades como endometriosis, crohn, TDHA, cánceres hormonales, Alzheimer, SQM, fibromialgia, fatiga crónica, hipotiroidismo, psoriasis, lupus, eccema, artritis reumatoide, rosácea, ELA, infertilidad…?
Porque vivimos en una sociedad de parches, donde los estados intentan reparar los daños provocados por las miles de sustancias tóxicas que manejamos día a día con una falsa sensación de seguridad avalada por los medios de comunicación y patrocinada por las empresas que venden esos productos tóxicos.
Pues bien, el clorhidrato de aluminio centra centenares de estudios en Pubmed, como este de la doctora Darbre de 2015, donde se destaca que el clorhidrato de aluminio no solo causa daño en el ADN sino que, además, impide que los mecanismos de reparación de nuestros cuerpo funcionen de forma correcta.
Y no solo eso, la vinculación de este ingrediente con el cáncer se ha estudiado ‘gracias’ al incremento de los cánceres que se producen en el cuadrante superior externo de las mamas, justo donde están los centros linfáticos y donde aplicamos el desodorante.
Así concluye el estudio de la doctora Darbre, donde este tipo de cánceres crecieron un ritmo medio del 0,75 anual pasando de un 38,3 en el año 1980 a un 54,7 en 2001, relacionándose directamente con el uso de antitranspirantes como el clorhidrato de aluminio.
Así, Darbre en este estudio se concluye que «la exposición a sales antiperspirantes a base de aluminio también puede reducir los niveles de estos componentes clave de la reparación del ADN en las células epiteliales del seno. El aluminio puede no sólo dañar el ADN sino también comprometer los sistemas de reparación del ADN, entonces existe la posibilidad de que el Aluminio tenga un impacto en la carcinogénesis de los senos«.
En otro estudio sobre el clorhidrato de aluminio y sus sales (y la piedra de alumbre está entre ellas) afirma que «El aluminio (Al) se ha medido en el tejido mamario humano y puede ser un factor que contribuya al desarrollo del cáncer de mama. En la 10ª reunión de Keele, informamos que la exposición a largo plazo a la Aluminio podría aumentar las propiedades migratorias de las células humanas de cáncer de mama MCF-7 sensibles al estrógeno, lo que sugiere un papel del Aluminio en el proceso metastásico.
Además, la exposición a largo plazo (20-25 semanas) a cloruro de Aluminio o clorohidrato de Aluminio también puede aumentar la migración de las células humanas de cáncer de mama que no responden al estrógeno.
Paralelamente, se descubrió que la exposición a Aluminio daba lugar a un aumento de la secreción de metaloproteinasa de matriz activa MMP9, medida por zimografía, y a un aumento de los niveles intracelulares de MMP14 activado, medido por inmunotransferencia occidental.
Resumiendo, estos resultados demuestran que el Aluminio puede aumentar la migración de las células humanas de cáncer de mama, independientemente de su capacidad de respuesta al estrógeno, e implica alteraciones de las MMP como un mecanismo potencial digno de estudio adicional».
En 2018 un estudio griego no solo corroboraba las tesis de la doctora Darbre, sino que concluyó que el clorhidrato de aluminio tiene una potencial acción de interferencia con el receptor de estrógenos en las células de cáncer de mama.
Y no solo eso, diversas autoridades, como el gobierno suizo, se están planteando la prohibición de los antitranspirantes gracias a este estudio en el que se afirma que los antitranspirantes podrían estar detrás de los cánceres de mama, ya que promueve la tumogénesis y la metástasis en glándulas mamarias normales y células epiteliales, similares conclusiones a las que llegó la doctora Darbre.
O este otro estudio sobre el clorhidrato de aluminio que concluye: «dado que la toxicidad del Al ha sido ampliamente reconocida y que no es un componente fisiológico en los tejidos humanos, es urgente reducir la concentración de este metal en los antitranspirantes«. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Y los estudios siguen ahondando en los daños que el aluminio puede hacer en nuestro cuerpo, como este de abril de 2020 que demuestra el efecto neurológico del aluminio debido su interferencia con la señalización de los receptores de estrógenos, de nuevo unas conclusiones que ya hemos leído pero con un enfoque diferente. No solo hablamos de cáncer, sino también de daño neuronal.
Cabe destacar los muchos estudios del doctor Christopher Exley sobre la vinculación del Alzheimer con el aluminio, como el interesantísimo estudio que arroja luz sobre el Alzheimer genético, ya que se ha identificado una asociación posiblemente única entre el alto contenido de aluminio en el cerebro y el amiloide-β y permite postular que las predisposiciones genéticas que definen la enfermedad de Alzheimer familiar subyacen a esta relación.
Otras dolencias como el autismo, donde se ha vinculado la existencia de altos niveles de este metal en personas con TEA también tendrían una relación directa con altas tasas de aluminio en el organismo.
Incluso si dudáramos del 99% de los estudios sobre este ingrediente tendríamos una duda más que razonable para pensar que el aluminio, el clorhidrato de aluminio y la piedra de alumbre (porque es lo mismo) no hacen nada bueno en nuestro organismo. Y, simplemente por ello, debería ser eliminado de nuestra cosmética.
Reflexiones finales
Pero más allá de todos estos datos y estudios quiero hacer una reflexión en un momento en el que todos estamos muy sensibles y vemos la muerte y la enfermedad muy de cerca.
Llevamos un año en el que los medios de comunicación no paran de hablar del Covid.
¿Acaso algún medio de comunicación te ha informado de todo esto? Solo para que os hagáis una idea. Se calcula que hay unas 600 sustancias que tienen propiedades de disrupción endocrina, esto es solo un tipo de tóxicos pero, para nuestro entender, los más peligrosos.
Pues bien, uno de esos tóxicos son los ftalatos. Solo uno de ellos. Se calcula que anualmente causan en Europa 24.800 muertas directamente relacionadas con este químico. No se calculan las indirectas, no se calculan las derivadas de los otros 599 disruptores endocrinos. Solo tenemos datos directos de ese único disruptor endocrino.
Esta semana hemos cumplido la terrible cifra de los 470.000 muertos por Covid19 en Europa. Enchufes a la hora que enchufes la tele hay noticias, debates, entrevistas, reportajes sobre el Covid. Se ha aprobado un estado de alarma, nos han confinado, han cerrado la restauración, llevamos mascarilla, han creado clases burbuja, no podemos tocarnos, abrazarnos… Nuestro mundo se ha paralizado.
Y somos muchos los que clamamos que esas 24.800 muertes que se derivan de un solo disruptor endocrino, que representan un 5,27% de los fallecidos por Covid19, merecen también la atención y el respeto.
Cuando en Europa llevábamos 24.800 muertes por Covid ya no se hablaba de nada más en los medios de comunicación.
¿Has visto un 5,27% de las informaciones sobre los peligros de los ftalatos en los últimos meses? ¿Y sobre los otros 599 disruptores endocrinos y los centenares de enfermedades que provocan?
Se calcula que cada año la Unión Europea gasta más de 157.000 millones de euros en enfermedades directamente derivadas de los disruptores endocrinos.
Más aún, existen científicos que vinculan el gran número de muertes por Covid asociados a los disruptores endocrinos, sobre todo aquellos que inciden en el sistema respiratorio, diabetes, obesidad y fallo sistémico.
Basta ya de mirar para otro lado, de pensar ‘virgencita que me quede como estoy’, de creer a pies juntillas lo que vomita la televisión. Levántate y exige un mundo en el que nadie tenga que ver cuál de sus dos hijos tendrá cáncer o cual de sus tres hijas lo sufrirá.
Núria Coll de Soy Como Como y yo ya estamos en pie de guerra ¿te unes a nosotras? #cambiatudesodorante #cambiatudesodoranteparacambiartuvida