¿Por qué no debería usar cosméticos con parabenos? Os contamos por qué no deberías usar cosmética con parabaenos, incluso si os los recomiende un dermatólogo (y, ojo, que sólo hablamos de cosméticos).
En el anterior artículo os contábamos qué los parabenos son unos excelentes conservantes que se usan en cosmética, alimentación y medicina derivados del petróleo. Entre el 70 y el 90% de los cosméticos que utilizamos los contienen (desde las marcas blancas a las de lujo cuyo precio llega a las tres cifras).
Los parabenos son conservantes baratos, fáciles de producir, inodoros, incoloros, útiles en un amplio espectro de Ph, fáciles de metabolizar por el cuerpo humano (o eso se creía hasta hace poco) y totalmente legales en el seno de la Unión Europea.
Entonces, si las leyes europeas y españolas permiten su uso ¿por qué se ha generado tanta polémica en los últimos años sobre su presunta iniquidad?
Vamos a intentar exponerlo de la forma más clara posible. Y para ello tenemos que hablar de esta polémica en dos vertientes: la dermatológica y la endocrina.
Comenzaremos por la más ‘sencilla’ o mejor resuelta si se quiere, que es la vertiente dermatológica, pero antes os daremos algunos datos sobre la piel, un órgano tan maravilloso como complejo. Algunos seguro que os sorprenden tanto como a nosotras.
Por qué no deberías usar cosméticos con parabenos
La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano y mide entre 1,5 y 2 metros cuadrados con un peso de 3 kilogramos (aproximadamente, claro). Una superficie dérmica del tamaño de una uña contiene tres millones de células, 90 centímetros de vasos sanguíneos, 100 glándulas sudoríparas y 3,7 metros de nervios.
La piel posee unas estructuras llamadas corpúsculos que registran sensaciones de presión, calor, frío y tacto. Algunos de estos corpúsculos ¡¡son capaces de percibir vibraciones de sólo 0, 00002 milímetros de amplitud!!
Cada centímetro cuadrado está tachonado por 170 puntos sensoriales repartidos así: 3.500.000 corpúsculos para notar el dolor, 500.000 para percibir las sensaciones táctiles, 250.000 para registrar el frío y 30.000 para sentir calor.
Además de todo esto, la piel tiene muchísimas funciones: nos protege del exterior, regula la temperatura corporal, nos da información sobre lo que pasa fuera (si hace frío, calor, humedad…), es un depósito de minerales, grasas, vitaminas y hormonas necesarias para nuestra supervivencia, ayuda al sistema inmunológico al deshacerse de toxinas y sustancias de deshecho a través de las glándulas sebáceas y sudoríparas…
Y no solo eso, es la primera gran defensa natural que actúa como barrera ante agentes infecciosos, y, a través de ella y dada su permeabilidad, llegan a nuestro organismo diversas sustancias repartidas por el torrente sanguíneo y que hemos aplicado en nuestra piel solo 20 minutos antes (por eso son eficaces los medicamentos por vía tópica).
Es tal su permeabilidad que si cubriéramos toda la piel con alguna sustancia que impidiera a la piel respirar moriríamos a las pocas horas.
¡Ah! Y si eres de los que cuando barre se pregunta ¿de dónde sale tanta pelusa si tengo las ventanas cerradas? Sabed que el 70 por ciento de lo que barremos en casa son nuestras propias células epiteliales muertas.
Podríamos seguir escribiendo características y funciones durante horas, pero con estos breves datos podréis haceros una idea de la importancia de este órgano como ‘comunicador’ entre el exterior de nuestro cuerpo y el interior.
Ahora sí.
Vertiente dermatológica de los parabenos
Ya sabemos que los parabenos se usan desde el primer cuarto del siglo XX, cuando el químico Sabalitschka descubrió sus propiedades como conservantes en 1924 y que, desde entonces, se utilizan en cosmética, alimentación y medicina.
Tanto es así, que la FDA (Food and Drug Administration) estadounidense, les otorgó, tras estudiar la composición de 20.000 cosméticos, el segundo y tercer puesto en ingredientes más comunes al metilparabeno y propilparabeno, respectivamente, ingredientes únicamente superados por el agua, como se puede ver en este listado extraído del libro Unwanted effects of cosmetics and drugs used in dermatology, de Anton Cornelis de Groot, J. Wilem Weyland, Ph.D., Johan P. Nater, M.D.
De hecho, se calcula que cada persona adulta (de unos 60 kilogramos de promedio) está expuesto diariamente a unos 76mg de estos conservantes según un estudio (1) publicado en 2005.
Pues bien, en los años 40 se describe en EEUU por primera vez el llamado eccema alérgico de contacto (EAC) provocado por el uso de parabenos, pero no será hasta los años sesenta cuando se describa una sensibilización a estos conservantes, también en EEUU.
Desde entonces, numerosos estudios se han realizado y se han publicado páginas y páginas sobre si eran o no dañinos para la piel, y también en estos años se pone de moda la cosmética con el sello ‘paraben free’ en EE.UU.
Bien es cierto que las concentraciones de parabenos eran mucho mayores a las que hoy en día se utilizan. Por ejemplo, en el seno de la Unión Europea el límite es de 0,8% cuando se utiliza un solo éster, mientras que para los cosméticos con varios parabenos (se suele utilizar combinaciones de ellos y junto con otros antimicrobianos para conseguir un efecto sinérgico) el límite sería de 0,4%.
Además de las altas concentraciones, las cremas prescritas para tratar estos eccemas contenían parabenos, por lo cual se perpetuaba la situación (actualmente hay muchas marcas especializadas en pieles sensibles y atópicas cuyas formulaciones, incomprensiblemente, contienen parabenos), sin olvidar que la mayoría de las personas a las que se les diagnosticó EAC eran ancianos, cuya barrera cutánea solía estar más dañada que la de personas jóvenes.
En definitiva, y tras muchos estudios sobre la presunta maldad de los parabenos, y que ninguno de ellos resultara concluyente, se determinó que no eran ingredientes peligrosos para la salud.
Respecto al poder irritante de los mismos, por separado, no se han encontrado respuestas irritativas en pacientes sanos en concentraciones de hasta el 5% (recordemos que el límite en la UE es de 0,8%). Además, las personas que en los estudios han mostrado sensibilidad a los parabenos por vía tópica, sí los han tolerado vía oral, lo que ha añadido más incertidumbre al poder irritante de los parabenos.
Por todos estos estudios, numerosas firmas cosméticas defienden la inocuidad de los parabenos utilizados en las concentraciones establecidas por la ley y cada día se escriben decenas de artículos e investigaciones sobre estos conservantes.
La propia Academia Española de Dermatología y Veneorología los tilda de seguros, ya que los parabenos, afirman, son metabolizados por el riñón y se eliminan por la orina.
Entonces ¿las alarmas son infundadas? ¿lo de ‘sin parabenos’ no es más que una moda’? ¿son seguros e inocuos?
Para responder todas estas preguntas hemos de llegar al ‘meollo del asunto’ y hablar de la vertiente endocrina.
Vertiente endocrina de los parabenos
Ya os hemos hablado de los estudios que se han realizado desde mediados del siglo XX con los parabenos, pero éstos se centraban en la piel y la posibilidad de que los parabenos fueran causantes de alergias y sensibilización.
Sin embargo poco o nada se hablaba de cómo podía afectar la aplicación de productos con parabenos por vía tópica a los órganos internos.
Y no fue hasta 2004 cuando saltaron las alarmas, tras la publicación de un estudio por parte de la doctora Philippa Darbre, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Reading en Inglaterra, publicado en el Journal of Applied Toxicology y titulado Concentration of parabens in human breast tumours (concentración de parabenos en cánceres de pecho de humanos).
En este estudio se alertó sobre la concentración de parabenos que se encontró en el tejido de 18 tumores y se abría el debate sobre la posibilidad de que los parabenos actuaran como disruptores endocrinos alterando el equilibrio hormonal. La doctora sugirió que había una relación entre el cáncer de mama y los parabenos presentes en muchos cosméticos pero, principalmente, en los desodorantes.
Vale, Pero ¿qué es un disruptor endocrino? Se llama disruptor endocrino a aquellos productos químicos artificiales que, por sus características, son capaces de alterar el delicado equilibrio hormonal imitando las hormonas naturales humanas, tanto las femeninas como las masculinas y las inherentes a ambos sexos, como la tiroxina o la cortisona, por ejemplo.
Concretamente los parabenos serían estrogénicos, es decir, imitarían la actividad de los estrógenos del cuerpo humano. Pero las hormonas controlan muchísimas más funciones de nuestro cuerpo, como se puede ver en el gráfico de abajo.
Si crees que eres dueño de todas tus decisiones y emociones deberías saber que son las hormonas las responsables de que en cierto momento del mes adores el chocolate, de que te guste ese chico moreno de ojos verdes y de que algunos días, sin razón alguna, te sientas melancólica y quieras escuchar a Alanis Morisette todo el día.
¡Ah! ¿Que eres hombre? Bueno, pues que sepas que las hormonas son las responsables de tus incipientes entradas, de que a pesar del régimen y el gimnasio no se marque el ansiado six pack y que son ellas las que están detrás del 90% de los ‘a que no hay huevos’ del mundo.
Con este tono jocoso y poco científico sólo queremos ilustrar la grandísima importancia de las hormonas, ya que son ellas las que controlan desde las características sexuales del feto, hasta el uso y almacenamiento de la energía de nuestro organismo, pasando por el equilibrio de líquidos, sal y azúcar en el cuerpo, el correcto crecimiento y desarrollo de nuestros órganos, casi todo lo relacionado con la reproducción, las actividades de órganos completos como el páncreas o los riñones, la apariencia de nuestra piel y un largo etcétera, sólo así podemos calibrar la importancia que tiene ese equilibrio en nuestras vidas.
Pues bien, tras la publicación de este estudio de la doctora Darbre, comenzaron a proliferar los estudios sobre eso que se ha venido llamando ‘disruptores endocrinos’.
La lista de los mismos es tan larga que casi no podemos escapar a sus efectos, ya que se encuentran en cosmética (a través de los parabenos), en muchos de los plásticos (tupperwares, el ratón que tienes en las manos, el teclado del ordenador, las botellas de agua, los juguetes), en los perfumes, lacas de uñas, desodorantes, en la ropa sintética y en los tintes utilizados…
Las sustancias en el punto de mira son los ftalatos, compuestos de PCB, fenoles y feniles usados como desinfectantes y conservantes, bisfenol-A… (este último prohibido en la UE para las tetinas y chupetes de los bebés, pero no para juguetes, aunque tranquilos ¿quién tiene un bebé que chupe un sonajero o un mordedor de plástico?).
El estudio de la doctora Darbre causó un fuerte impacto y a su sombra proliferaron los estudios sobre disruptores endocrinos, tanto con animales como con personas.
Y mientras la industria alimentaria y cosmética continuaba proclamando las virtudes de estos conservantes, la comunidad científica se dividía entre detractores y defensores de los parabenos.
¿Y qué hacían los gobiernos? Pues bien en 2005 la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria para los productos Sanitarios (Afssaps) se pronunció a favor de mantener el uso de los ésteres más usados (metil, etil, propil y butilparabeno), aunque puso en marcha un dispositivo de cosmetovigilancia y, posteriormente, reafirmó la seguridad de los parabenos.
Por su lado, tanto la Asociación Americana Contra el Cáncer como la FDA expusieron que no existía evidencia empírica concluyente sobre la relación del uso de parabenos con los tumores.
¿Y qué hacía la UE? La Unión Europea siquiera había incluido los parabenos en el informe Reach de sustancias bajo vigilancia.
Un listado que contiene un total de 138 sustancias y entre las que no se encuentra ninguno de estos conservantes (aunque sí otros muchos disruptores endocrinos), a pesar de que se han multiplicado las voces de alarma y los estudios realizados sobre los parabenos y otros disruptores endocrinos (la UE calcula que ya en 2013 había más de 27.000 estudios realizados sobre estas sustancias).
Bien es cierto que ninguno de los estudios ha sido determinante (los disruptores endocrinos no actúan según el principio de acción-reacción, por eso es tan difícil establecer una conexión entre el uso de parabenos y las patologías estudiadas), excepto para casos puntuales como el del diethylstilbestrol (DES).
El DES era un medicamento antiabortivo que se recetó desde los años cincuenta hasta mediados de los setenta en occidente y que en un retorcido giro de tuerca provocaba carcinoma de vagina y cuello de útero, así como infertilidad y un incremento de la tasa de abortos no a las mujeres que lo tomaban, sino a las hijas que tuvieron y a quienes se intentaba proteger con un medicamento que, posteriormente, se comprobó siquiera tenía efecto antiabortivo.
En Estados Unidos, país donde más ampliamente se recetó, a las mujeres afectadas se les conoce como Hijas de DES. Aunque también hay nietas porque ya vamos por la tercera generación…
Pero volviendo al siglo XXI, otro de los estudios posteriores de la doctora Darbre, a quién se acusó en 2004 de sacar conclusiones precipitadas con una muestra tan escasa como 18 tumores, analizó 160 muestras de tumores mamarios que arrojó más datos alarmantes: en el 99% de ellos se encontró un parabeno y en el 60% se hallaron cinco de estos conservantes.
Y es que diversos estudios han demostrado que los parabenos ingeridos son bien absorbidos por tracto intestinal y eliminados por la orina (aunque no por ello menos seguros como os contaremos prontos), pero cuando se aplican externamente y son absorbidos por la piel, su metabolización no es tan sencilla y rápida.
Entonces ¿Qué pasa cuando usamos gel, champú, desodorante, serum, crema, maquillaje, máscara de pestañas, colorete y lápiz de labios, día a día, todos ellos con una concentración de hasta el 0,8% de parabenos?
Pues ahí es donde inciden los científicos, en el efecto combinado de los parabenos en nuestro cuerpo (y junto con otros disruptores endocrinos), dado que todos los estudios realizados con ratas, éstas han sido sometidas a un solo éster y no a la combinación de parabenos y, muchísimo menos, un cóctel con parabenos y ftalatos, por poner un sencillo ejemplo combinado, (presentes en casi todos los perfumes que nos ponemos en la piel, en las lacas para el pelo y en las lacas de uñas).
Por si todo esto fuera poco, investigadores de la Universidad de Tokyo afirman que el metilparabeno (el éster más usado, según la FDA) favorece el envejecimiento de la piel (2) cuando es expuesta a los rayos UV. Si tienes tu crema solar a mano mira a ver si entre los componentes está el metilparabeno… ¿bingo?
Para una parte de la comunidad científica ya no había duda de ello, y en 2008 el diario británico The Independent titulaba It’s official: research shows men really are the weaker sex (Es oficial: las investigaciones demuestran que los hombres son realmente el sexo débil), en el que se agrupaba las conclusiones de 250 trabajos científicos que demostraban que los productos químicos no regulados y liberados al medio ambiente están provocando que los animales machos adopten características femeninas, llegando a citarse el caso de osos polares con pene y vagina.
Esto es porque muchos de los disruptores endocrinos tienen una actividad estrogénica, como antes hemos comentado. Y si los estrógenos son las hormonas femeninas por excelencia no es de extrañar el incremento de patologías relacionadas con este incremento de hormonas femeninas en los machos (principalmente en fetos y recién nacidos) y que en las mujeres provoca ¿adivináis qué? Nuestro temido cáncer de mama.
En octubre de 2009 el diario The Telegraph titulaba con sorna un alarmante artículo Why boys are turning into girls? (¿Por qué los chicos se están convirtiendo en chicas?) Hablando también de esa ‘feminización’ de los niños a causa de los disruptores endocrinos.
Tal fue la alarma en en Reino Unido, que dos de los parabenos más comunes como el propilparabeno y el butilparabeno han sido incluidos en la lista SIN 2.0 (siglas de Substitute it now! O ¡Sustitúyelo ya!), proyecto británico impulsado y financiado por ONG’s que pretende sustituir las sustancias químicas peligrosas por otras más seguras y que ya cuenta con un listado de 626 sustancias de las que 22 son disruptores endocrinos.
Este listado de sustancias se ha hecho atendiendo a los criterios establecidos por la UE para productos químicos (REACH) que regula la seguridad de los ingredientes químicos y su uso.
Como ya hemos comentado antes, los parabenos no se encuentran en esa lista a pesar de que cumplen todos los requisitos para estar en esta lista de prioridades de la Unión Europea, motivo por el cual sí están en la lista SIN 2.0.
Primeras leyes antiparabeno
Después de todos los ríos de tinta que han corrido con el tema de los disruptores endocrinos, Dinamarca ha sido el primer país que ha dado un paso en la prohibición de los parabenos.
El 15 de marzo de 2011 entraba en vigor la prohibición de cuatro de los seis parabenos usados en cosmética (propylparaben, butylparaben, isopropylparaben e isobutylparaben) en todos los artículos cosméticos destinados al consumo por menores de tres años, ya que los estudios realizados en este país nórdico demuestran que la exposición prolongada al propylparaben puede producir cambios en el equilibrio hormonal y alterar los órganos reproductores femeninos, así como afectar a la producción de esperma y al sistema reproductivo masculino.
Los estudios realizados en este país nórdico demuestran que la exposición prolongada al propylparaben puede producir cambios en el equilibrio hormonal y alterar los órganos reproductores femeninos, así como afectar a la producción de esperma y al sistema reproductivo masculino
Principalmente se pretende defender a los bebés y niños de estas sustancias porque ellas son capaces de alterar su equilibrio hormonal y provocar importantes cambios y, además, afecta más a los machos (de cualquier especie) que a las hembras.
Esta prohibición se basa en varios estudios (3) en los que se ha demostrado la actividad estrogénica de los parabenos y tras dar cinco años a los fabricantes de cosmética para que demostraran la inocuidad de sus productos.
Frente a las dudas que al gobierno danés le produjeron los resultados presentados por la industria, el Ministerio Danés de Medio Ambiente decidió tomar la iniciativa y prohibir los parabenos.
Esta prohibición, basada en el artículo 12 de la Directiva Europea sobre Cosméticos, sólo puede ser temporal, pero Dinamarca espera convencer al resto de estados miembros para aplicar la prohibición de forma permanente (si queréis leer la directiva completa de la Unión Europea os dejamos el enlace).
En Francia la Asamblea Nacional votó la llamada Ley Lachaud (conocida como Ley antiparabeno) el 3 de mayo de 2011 y aprobó la prohibición, uso e importación de todos los pftalatos, parabenos y aquilfenoles.
Aunque dicho texto ha de votarse aún en el Senado y todo apunta a que las presiones harán que la votación fracase ¿o no?… Pues podemos deciros que seis años después todo sigue igual y la Ley Antiparabenos o Ley Lachaud sigue sin aplicarse en Francia.
La postura de la UE hasta 2013 sobre los parabenos
Desde que salió el primer estudio de la doctora Darbre hasta enero de 2013 la Unión Europea se ha limitado a poner ‘bajo vigilancia’ los parabenos y manifestar sus inquietudes, sobre todo con respecto a los parabenos de cadena larga como propilparabeno, butilparabeno y bencilparabeno.
Han creado una comisión de disruptores endocrinos y gastan millones de euros en estudios sin dar ningún paso en firme por la fuerte presión de los lobbies farmacéuticos, quienes exigen pruebas irrefutables a la UE sobre la toxicidad de los parabenos y otros disruptores endocrinos para dejar tan lucrativo negocio.
A pesar de que la UE no ha incluido los parabenos en la lista Reach, sí los ha incluido en la lista de posibles disruptores endocrinos (que contiene cerca de 200 sustancias y en cada una de ellas se detalla el nivel de preocupación por la misma). Tras cada revisión que se hace de la lista, se ratifica la necesidad de seguir investigando sobre estos conservantes, ya que determinados estudios realizados en ratas demuestran que sí tienen efectos sobre el equilibrio hormonal femenino.
De los cuatro ésteres más usados butyl- ethyl-, methyl- y propylparaben, las investigaciones demuestran que el butilparabenos es el que mayor efecto hormonal tiene (4) y que pueden alterar los órganos reproductivos femeninos (5 y 6), así como cambios en el útero incluso a dosis bajas.
También se ha demostrado que estas sustancias pueden afectar a la producción de esperma y al sistema reproductivo masculino.
Otros estudios indican que estas sustancias no tienen efectos sobre el sistema hormonal de los seres humanos (7 y 8), por lo que se ratifica la necesidad de continuar investigando (9).
Estudios a los que las industrias se cogen como clavos ardiendo pese a los cientos, miles de papers sobre parabenos y otros disruptores endocrinos que inundan las publicaciones médicas más prestigiosas con estudios.
Cómo podemos informarnos los ciudadanos
Hasta el momento, en España los ciudadanos disponemos de un breve informe en inglés en el que se dice que los parabenos en varios estudios con animales “han mostrado que los parabenos tienen generalmente baja toxicidad y que no causan cáncer”.
El pequeño resumen resalta las cifras máximas de parabenos como 8 g por kilo de producto (o lo que es lo mismo un tope de 0,8%) para productos con un parabeno y de 4 g/Kg (o 0,4%) para los cosméticos con varios ésteres.
Dada la preocupación por los parabenos de cadena larga, la UE recomienda bajar el límite hasta un máximo de 1,9 g/kg (o lo que es lo mismo 0,19%), recomendación que, de momento, la industria cosmética no ha recogido y continúa manteniendo los límites legales, algo más elevados.
En esta misma hoja, abajo del todo hay un apartado en el que pone ¿son los niños más vulnerables? Y en él se apunta “Para niños muy pequeños, por debajo de los seis meses, el Comité no puede excluir un riesgo cuando los cosméticos son aplicados en el área del pañal.
La piel en esa área se irrita con facilidad y a través de una piel irritada pueden pasar más compuestos. Además es posible que el joven metabolismo de los bebés pueda no estar aún lo suficientemente maduro para metabolizar rápida y efectivamente los parabenos que entran en su cuerpo”.
Para niños muy pequeños, por debajo de los seis meses, el Comité no puede excluir un riesgo cuando los cosméticos son aplicados en el área del pañal. La piel en esa área se irrita con facilidad y a través de una piel irritada pueden pasar más compuestos. Además es posible que el joven metabolismo de los bebés pueda no estar aún lo suficientemente maduro para metabolizar rápida y efectivamente los parabenos que entran en su cuerpo
Y eso ¿qué mamá lo sabe? Es más.
Además de los bebés menores de seis meses ¿Qué otro colectivo puede tener un sistema inmunológico débil? ¿Quién mantiene a salvo a las personas que reciben quimioterapia o radioterapia, las que tienen enfermedades autoinmunes graves, las personas transplantadas o las que padecen VIH?
Y esta hoja en inglés es lo máximo a lo que los consumidores españoles podemos aspirar… bueno sí, y a adentrarnos en este vórtice de entropía que es Internet o a ejercer sus derechos como consumidores dirigiéndonos a las autoridades que poca o ninguna publicidad han dado a esta advertencia europea (pido disculpas si se hizo alguna campaña por televisión o radio o a través de las asociaciones de consumidores y no nos enteramos)…
No obstante, amén de esa parca nota oficial, hay un gran trabajo del Comité de Expertos de la UE en materia de disruptores endocrinos, quienes no han cesado de solicitar a la Unión Europea que aplique el ‘principio de precuación’ sobre los disruptores endocrinos y se prohíban, ya que éstos cumplen con los tres requisitos para que sean prohibidos:
-Que se identifiquen los efectos potencialmente negativos
-Que se evalúen los datos científicos disponibles
-Que haya una incertidumbre científica
Sin ir más lejos, en España contamos con un gran científico, el doctor Nicolás Olea, que es catedrático de Medicina en la Universidad de Granada y coordinador de Investigación del Hospital Clínico de Granada, cuya especialidad es la de Radiología y Oncología, y al que tuvimos el privilegio de entrevistar, pueder leer todo lo que nos contó en nuestro artículo.
Además es el representante español en el Comité de Científicos de Disruptores Endocrinos, por ser uno de los mayores expertos del mundo en esta materia, es uno de los que más ha alertado sobre los peligros de los disruptores endocrinos en numerosas conferencias (por favor, si tenéis una hora tonta no dejéis de ver esta conferencia, entenderéis mucho mejor las cosas que parcamente os intentamos explicar y con toques de humor que la hacen muy amena y comprensible). [entradarelacionada id=»364″]
Hasta ahora, y a pesar de las voces de alarma, todo hacía presagiar que las iniciativas de Dinamarca y Francia iban a quedar en papel mojado, ya que la UE parecía no querer tomar cartas en el asunto, pero el 31 de enero de 2013 la Comisión Europea aprobaba un informe Sobre la protección de la salud pública contra los alteradores endocrinos del que os hablaremos en el próximo artículo.
Bibliografía adicional:
1. Soni MG, Garabin IG, Burdock GA. Safety assessmet of esters of p-hydroxybenzoic acid (parabens). Food Chem Toxicol. 2005;43:985-1015
2. Osamu Handa, Satoshi Kokura, Satoko Adachi, Tomohisa Takagi, Yuji Naito, Toru Tanigawa, Norimasa Yoshida, Toshikazu Yoshikawa. Methylparaben potentiates UV-Induced damage of skin keratinocytes. Toxicology. Volume 227, Issues 1-2, octubre 2006, páginas 62-72
3. Parabener www.forbrugerkemi.dk, 13 de enero 2011, Centro de Información para el Medio Ambiente y Salud (IMS), Dinamarca
Kosmetikbekendtgørelsen, BEK nr. 166 af 24/02/2011, Ministerio de Medio Ambiente de Dinamarca, www.retsinformation.dk
De mindste slipper for 4 parabener, www.forbrugerkemi.dk, 04-03-2011, Centro de Información para el Medio Ambiente y Salud (IMS)
4. Effects of butylparaben on the male reproductive system in rats Oishi S. Toxicol Ind Health. 2001 Feb;17(1):31-9. Department of Toxicology, Tokyo Metropolitan Research Laboratory of Public Health, Japan.
5. Potential estrogenic effect(s) of parabens at the prepubertal stage of a postnatal female rat model, Vo TT, Yoo YM, Choi KC, Jeung EB. Reprod Toxicol. 2010 Jun;29(3):306-16. Epub 2010 Feb 2. College of Veterinary Medicine, Chungbuk National University, Cheongju, Chungbuk, Republic of Korea.
6. An evaluation of estrogenic activity of parabens using uterine calbindin-d9k gene in an immature rat model. Vo TT, Jeung EB. Toxicol Sci. 2009 Nov;112(1):68-77. Epub 2009 Aug 4. Laboratory of Veterinary Biochemistry and Molecular Biology, College of Veterinary Medicine, Chungbuk National University, Cheongju, Chungbuk 361-763, Korea.
7. Estrogenicity of parabens revisited: impact of parabens on early pregnancy and an uterotrophic assay in mice. Shaw J, deCatanzaro D. Reprod Toxicol. 2009 Jul;28(1):26-31. Epub 2009 Mar 20. Department of Psychology, Neuroscience & Behaviour, McMaster University, Hamilton, Ontario L8S 4K1, Canada.
8. Personal care products and endocrine disruption: A critical review of the literature. Witorsch RJ, Thomas JA. Critical Review Toxicol. 2010 Nov;40 Suppl 3:1-30. Department of Physiology and Biophysics, School of Medicine, Virginia Commonwealth University, Richmond, Virginia, USA.
9. Safety assessment of esters of p-hydroxybenzoic acid (parabens) Soni MG, Carabin IG, Burdock GA. Food Chem Toxicol. 2005 Jul;43(7):985-1015. Burdock Group, 2001 9th Avenue, Suite 3001, Vero Beach, FL 32960, USA.