En 30 años el número de casos de dermatitis atópica en España ha incrementado casi un 300%. Entre el 10 y el 15 por ciento de los niños padecen este desorden. Eso sin contar los millares de personas que sólo tenemos la piel extremadamente sensible y reactiva, sin llegar a tener ninguna patología. Pero ¿Qué es la dermatitis atópica? Hoy vamos a intentar explicar qué es la dermatitis atópica exactamente y por qué no deberías poner determinados productos en ella, así como algunas soluciones ecológicas para tratar la dermatitis atópica de adultos y bebés.
Hasta hace unos años al comprar una crema teníamos tres opciones: piel grasa, normal o seca. Posteriormente la industria creó cosméticos para las pieles mixtas, aquellas que tienen parte grasa y parte seca y que se han convertido en la piel predominante tras la pubertad y antes de la bajada hormonal de la madurez, que suele traer consigo una mayor sequedad cutánea. A todo este grupo se ha unido una cuarta tipología cada vez más abundante y, a su vez, compatible con las otras cuatro: la piel sensible. En la mayoría de casos no seríamos capaces de discernir si nuestra piel estaba destinada a ser sensible o ha sido el uso de cosméticos tóxicos, el medio ambiente lleno de contaminantes, los suplementos alimentarios que tomamos durante toda una vida (antibióticos de las vacas lecheras, las hormonas hoy prohibidas para engordar ganado, los alimentos poco adecuados de los pollos, las verduras regadas con DDT de nuestra infancia…) y otros miles de tóxicos que pululan por el aire con la misma impunidad e invisibilidad que la radiación en Fukushima que han introducido estas nuevas tipologías de pieles para el deleite de las farmacéuticas.
En esta serie de artículos os vamos a hablar de qué es la dermatitis atópica, pero también de los ingredientes que consideramos NO se deben poner en la piel pero, sobre todo, no deben ponerse en la piel de las personas con pieles sensibles, atópicas, reactivas o con eccema. Muchas personas os podréis preguntar por qué si son tan malos los ingredientes de los que vamos a hablar no se prohíben pero en este país tenemos lo que venimos a llamar la política sobrevenida. Vivimos en un mundo en el que los legisladores, acomodados en sus sillones y con sus lobbies a su lado, son reacios a cambiar las leyes sin hechos consumados en la mano y con los químicos no hay una causa efecto directa. Seguramente os pueden venir a la mente accidentes y tragedias que han sido el triste motor para que las cosas cambien. Para que los recintos sean más seguros y se respete el aforo, para que las balizas ferroviarias se comprueben, para que no se vuelva a estafar a los ciudadanos con las preferentes…, bueno, esta no cuenta. La Banca siempre gana.
Mucha gente nos dice que los productos que aplican en sus reactivas pieles o en las de sus bebés son los mejores porque ‘son de farmacia‘. No se trata de emprender una cruzada contra estos productos, sobre todo porque no se debe meter todo en el mismo saco y hay honrosas excepciones, pero si miráis los productos de farmacia para bebés y para pieles sensibles, reactivas y atópicas veréis que están llenos de los ingredientes tóxicos de los que vamos a hablar a continuación. Pero ¿qué tal si empezamos por el principio?
Qué es la dermatitis atópica
Según La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) es un desorden crónico que se caracteriza por una sensibilidad extrema en la piel y que provoca enrojecimiento, picor y descamación de la piel. Diríamos que es la piel sensible elevado a la enésima potencia.
Además es una enfermedad hereditaria, es decir, los hijos de personas con dermatitis atópica, rinitis alérgica o asma tienen más probabilidades de padecer este desorden que está haciendo que lo atópico sea casi lo común.
LA AEDV ofrece algunas pautas para tratar de aminorar los brotes. A pesar de que es un desorden constante en las personas afectadas, hay determinados momentos en los que éstos pueden ser más virulentos. El Otoño, con su humedad ambiental, es una época crítica. Al igual que las temperaturas extremas. Una bajada de defensas, un estirón por parte de los más pequeños o el contacto con otros alérgenos (polvo, polen, cacahuetes…) pueden ser la excusa perfecta para desencadenar un brote. Por eso, muchos de los bebés que tienen dermatitis atópica de niños pueden desarrollar alergias, rinitis o asma con más facilidad. Y es que este desorden cutáneo está muy relacionado con las alergias, con un sistema inmunológico alterado y un cuerpo que responde de manera errónea (exacerbada) a los estímulos externos. Pero ¿por qué se produce la dermatitis atópica y por qué se ha incrementado tantísimo en los últimos años?
El por qué aún es una incógnita (factores genéticos, ambientales, tóxicos…) pero todo apunta a que el desorden viene de mano de una proteína: la filagrina. El doctor Antonio Torrelo, Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Niño Jesús de Madrid y Presidente del XII Congreso Mundial de Dermatología Pediátrica asegura que un 40% de los pacientes con dermatitis atópica (DA) tienen un déficit de una proteína llamada filagrina que actúa de dos formas: una, protegiendo la piel de la radiación solar y, dos, colaborando en la conservación del agua en la misma. Si tenemos un déficit de esta proteína la radiación solar deshidratará nuestra piel y, además, no se conservará el poca agua restante de forma óptima, resultado: piel deshidratada, descamada y con grietas por donde se pueden colar alérgenos, virus y bacterias que, posteriormente, pueden afectar al sistema inmunológico y al resto de órganos a través de infecciones.
Pero ¿por qué se produce ese déficit de filagrina? Cada vez son más los estudios que apuntan un exceso de tóxicos en nuestra vida, ya que éstos están presentes en nuestro día a día de una forma tan abrumadora que se calcula que desde que nos levantamos hasta que desayunamos estamos en contacto con más de 50 tóxicos, entre los que se encuentran productos alérgenos, cancerígenos y disruptores endocrinos como tóxicos más habituales de nuestro hogar.
Como curiosidad os diremos que uno de los rasgos que los dermatólogos apuntan para determinar si una persona tiene dermatitis atópica es la hiperlinealidad palmar, es decir, que tienen más líneas en la palma de la mano de lo habitual debido a la escasez de esa proteína.
Hasta el momento no existe ningún tratamiento médico para eliminar este desorden, aunque sí hay varias pautas que deben seguir las personas enfermas para mejorar su sintomatología.
Lo primero es utilizar ropas de tejidos naturales (si son ecológicos mejor, ya que los tejidos naturales permiten respirar, pero sólo los tejidos ecológicos están exentos de tóxicos). El lino y, sobre todo, el algodón son los materiales más adecuados. Para la ropa interior nada como el algodón blanco ya que, incluso algunas prendas Bio, están teñidas con tintes perjudiciales, sobre todo si son de color negro (si queréis saber más del tema echad un ojo a estos dos espectaculares documentos de La Noche Temática de La Dos sobre los tóxicos en nuestra ropa). Si en casa tienes una persona afectada de dermatitis atópica, por favor, utiliza detergentes ecológicos y si son nueces del lavado, mucho mejor.
Eliminar o limitar el uso de tejidos sintéticos porque no permiten que la piel transpire como con las fibras naturales (excepto la lana que no debe usarse en personas afectadas porque puede producir más prurito).
Cada vez son más los dermatólogos que recomiendan reducir el consumo de alimentos alérgenos en los casos más graves, como huevo o leche, y aconsejan que las personas afectadas se hagan test de intolerancia alimentaria, ya que ambas están íntimamente ligadas y no son pocos los casos en los que se ha eliminado un alérgeno de la alimentación y se ha experimentado una mejoría (y casi cura) de la dermatitis atópica, sobre todo en el caso de dermatitis atópica infantil.
En el siguiente artículo os hablamos de los ingredientes cosméticos tóxicos que NO se deben poner en pieles sensibles, atópicas o reactivas y que, incomprensiblemente, encontramos en casi todos los productos destinados a estas pieles tan frágiles, así que coged lápiz y papel… ¡os esperamos!