Todo sobre el dióxido de titanio en los solares

Este año no tenía previsto hacer un post sobre solares, pero ante la avalancha de dudas, preguntas y peticiones no me ha quedado más remedio 😉 , así que abróchense los cinturones que despegamos. Pero antes de comentar todo lo que he probado este año (que no es poco) quiero hacer algunas aclaraciones sobre las controversias desatadas por lo solares con Dióxido de Titanio en los solares y sobre su existencia en forma de nanopartículas en los solares bio. Empezamos.

¿Os acordáis de que en los anteriores post comentábamos que había tres tipos de filtros solares? Estos son:

– Químicos

– Físicos

– Biológicos

Solares y los filtros químicos

Ya sabemos que los filtros químicos son filtros que reaccionan con nuestro cuerpo. Es decir, necesitan ser absorbidos por nuestra piel para reaccionar y protegernos del sol, por eso se tienen que aplicar media hora antes de exponernos al sol, no es un capricho de las marcas, es el tiempo que nuestro organismo necesita para metabolizar esos ingredientes y que se produzca esa reacción. En la parte mala es que esos filtros solares están compuesto por tres tipos de ingredientes:

– Cinamatos

– Canfenos

– Benzofenonas

Y tal y como señala el doctor Nicolás Olea (os vuelvo a poner el cortísimo vídeo de tres minutos que os lo explicará todo mucho mejor que yo), estos tres compuestos han sido denunciados por la Facultad de Farmacología de la Universidad de Zúrich por ser probados disruptores endocrinos (por si alguien aún no lo conoce, Nicolás Olea no es un médico loco, sino uno de los mayores expertos del mundo en disruptores endocrinos, catedrático de Medicina en la Universidad de Granada y Coordinador de Investigación del Hospital Clínico de Granada en la especialidad de Radiología y Oncología. Además es el representante de España en la Comisión de Disruptores Endocrinos de la Unión europea). Pues bien, casi todos los filtros solares de las cremas que compramos en el supermercado, en los grandes almacenes y, sobre todo, en las farmacias, están repletas de estas sustancias. Los disruptores endocrinos son los causantes de decenas de enfermedades, desde las infertilidades, hasta la diabetes (abajo tenéis el link de un interesante estudio), pasando por muchos de los temidos cánceres. Y la gente se pregunta ¿y si son tan malos por qué no se prohíben? Pues en esa batalla están muchos científicos como el doctor Olea, pero son como Quijotes contra Molinos. El lobby cosmético y farmacéutico es demasiado poderoso y en el caso de los ingredientes tóxicos de la cosmética, demostrar su toxicidad no son habas contadas. Dos personas pueden estar expuestos a los mismos químicos y que una de ellas desarrolle un cáncer y muera a los 40 años y que la otra siga fuerte como un roble hasta los 120 años. Y ese es el escudo de las marcas: demúestrame que lo que llevan mis cremas es dañino y dejaré de venderlas en tu país. Pero el problema de base es esa misma premisa. La ecuación tendría que ser inversa: demuéstrame que tus productos son inocuos y podrás venderlos en mi país. Como véis la situación de poder está al contrario. Las marcas son las que tienen poder frente a los Estados, y los Estados permiten que sus ciudadanos carguen con las consecuencias de esa falta de agallas (y os juro que me esfuerzo en pensar que son falta de reaños y no actuaciones plenamente conscientes).

[relacionado]

Os pongo dos links sobre las conclusiones del estudio Contamed que se realizó en el seno de la UE para determinar la incidencia de los disrptores endocrinos en la salud de los ciudadanos. El el primer link está toda la información de los documentos. El último es un interesantísimo estudio realizado por científicos entre los que se encuentran el doctor Olea sobre la relación entre estas sustancias y la diabetes.

El segundo link son las conclusiones propiamente dichas (en castellano) sobre el estudio y su estrecha vinculación con la disminución de la fertilidad en Europa. Las clínicas de fertilidad y las farmacéuticas que comercializan los costosos tratamientos están de enhorabuena.

Pues bien, siguiendo con los solares, la cuestión es que estos disruptores endocrinos campan a sus anchas (junto con otras decenas de ellos como podéis ver en el listado, no os creáis que son la fuente de todos los males) por nuestras cremas solares. Si estás leyendo esto es porque te interesa un solar con filtros más sanos para tu piel, así que seguimos con los

Filtros físicos

Como os conté en el primer post de solares, estos filtros son polvos minerales inertes que actúan a modo de pantalla, es decir reflejan las radiaciones (los fotones rebotan) para que no penetren en la piel, de modo que se evitan las reacciones químicas. Es como si sobre nuestra piel pusiéramos una finísima tela de espejos que impiden a los rayos que atraviensen la piel, sino que la rebotan. Los más usados son el dióxido de titanio y el óxido de Zinc.

  • Dióxido de titanio (Titanium Dioxide, TiO2): muy utilizado. Se ha demostrado una ligera fotosensibilidad de los cristales de superficie que da lugar a la formación de radicales libres. Para evitar esto algunas empresas utilizan técnicas de recubrimiento de los cristales con sílice o dimeticona (silicona). No sólo se usa en cosmética, sino que se usa como colorante blanco en helados, pinturas, medicinas, cosméticos… casi todo lo blanco blanco lleva dióxido de titanio. El problema es que recientes estudios lo vinculan con altos índices de toxicidad si es inhalado o entra en el torrente sanguíneo a través de nanopartículas, entre ellos los estudios realizados por la IARC.
  • Óxido de zinc (Zinc Oxide, ZnO): Protege contra los los rayos UVA y UVB. Puede ser usado en niños y en personas con la piel sensible. Es biodegradable y no daña el medio marino

Se ha especulado con la gravedad de que el tamaño de estas partículas fuera muy pequeño (nanopartículas) y pudieran pasar al torrente sanguíneo y  ser perjudiciales y la UE se ha mostrado muy preocupada por el creciente incremento del uso de las nanopartículas en productos de uso cotidiano, por lo que aquellos solares que lleven nanopartículas (se conocen como nanopartículas aquellas cuyo tamaño sea inferior a 100 nanometros, siendo un nanometro la millonésima parte de un metro), deben ponerlo así en el envase.

También os comenté en el post del pasado año que en 2013 entró en vigor la ley EC 1223/2009, en la que se revisó lo que hasta el momento se consideraba nanopartículas y lo que no. Hasta entonces las marcas de cosmética natural y ecológica incluían partículas de Dióxido de Tiranio en diversas cantidades y con diferentes tamaños que, principalmente, se resumen en dos:

– Partículas mayores de 100nm. No atraviesan la barrera cutánea pero, al tener un diámetro mayor, dejan ese rastro blanquecino en la piel que tan poco nos gusta. A mayor SPF más concentración de TiO2 por milímetro de crema y más rastro blanquecino en la piel.

– Partículas menores de 100nm (las conocidas como nanopartículas, capaces de atravesar la barrera cutánea). Son mucho más pequeñas y con ellas el rastro blanquecino desaparece, incluso en los factores muy altos.

Marcas como Amapola Biocosmetics, Alga maris, Alphanova Sun, Anthyllis, Bema Natur&Sun, Naturado o The Organic Pharmacy se inclinaron por el uso de las primeras partículas SIN nanopartículas.

Y marcas como EcoCosmetics (pero NO en la gama de bebés), Gamarde o Green People, entre otras, por los solares CON nanopartículas.

Con una particularidad: con el fin de que las nanopartículas no pudieran atravesar la barrera cutánea someten a las nanopartículas de Dióxido de Titanio a un proceso de revestimiento (normalmente con silicio) para agrandar el tamaño de la partícula final. Sería como hacer un Ferrero Rocher con ellas. La nanopartícula sería la avellana y el silicio el recubrimiento de la avellana. Con ese recubrimiento el tamaño final de la partícula resultante sería mayor de 100nm. De esta forma, antes de la entrada en vigor de esta Ley, los nanomateriales encapsulados no se consideraban nanopartículas, porque lo que contaba era el tamaño final de la misma y como está con el revestimiento superaba los 100nm pues no era considerada nanopartícula y los fabricantes no tenían que ponerlo en el envase. [adicional text=»En la cosmética ecológica y con el fin de que las nanopartículas no puedan atravesar la barrera cutánea someten a las nanopartículas de Dióxido de Titanio a un proceso de revestimiento (normalmente con silicio) para agrandar el tamaño de la partícula final. Sería como hacer un Ferrero Rocher con ellas.»]

Con la nueva Ley lo que se toma como referencia para determinar si contenía o no ingredientes nano es la partícula de TiO2 en sí (cuyo tamaño suele ser de 15nm), independientemente de que el recubrimiento la convierta en una partícula no nano. No es que las marcas se hayan vuelto locas y hayan puesto nanomateriales en sus cremas de repente. No. Es la Ley la que ha cambiado. A toda esta incertidumbre se suma el hecho de que ninguno de los sellos ecológicos permiten el uso de nanopartículas en los cosméticos, pero algunas sí lo hacen cuando se trata de filtros solares. Eso me deja un sabor agridulce en la boca, ya que por un lado tenemos marcas de trayectoria intachable y que están en constante revisión de sus fórmulas con la finalidad de reducir los ingredientes más agresivos. Cuando desde Green People y Gamarde me explicaron lo de las nanopartículas encapsuladas me pareció muy sencillo. Para mí NO son nanopartículas (como tampoco lo era para la UE antes de 2013). Si no pueden atravesar mi barrera cutánea y el revestimiento que llevan no es tóxico es como si no lo fueran (mientras ningún estudio me diga que el silicio que reviste el TiO2 nano se degrada en la piel con el sol y deja expuestas las nanopartículas que pueden campar a sus anchas en mi piel y atraversar la barrera cutánea).

Sin embargo, me parece terrible que las certificadoras permitan esos nanocompuestos, ya que los ciudadanos cuando vemos un sello queremos dejar de leer el INCI y saber lo que nos vamos a encontrar y lo que no, pero en el caso de los solares podemos tener un sello idéntico en dos productos solares uno de los cuales haya usado componentes nano y otro no. Y si bien es cierto que no me importa poner sobre mi piel solares con nanopartículas encapsuladas (si lo están en el envase pone el diámetro interior y el diámetro exterior), sobre la piel de mi nene es otro cantar. Y no solo eso. Considero que las marcas que hacen solares SIN nanopartículas hacen un mayor trabajo que no se ve recompensado, reformulando año tras año el producto para conseguir, sin poner nanopartículas, que sea lo más transparente posible, que no deje rastro y aplicando el principio de precaución que nos dice que los nanomateriales son compuestos relativamente recientes y de los que desconocemos la seguridad de su uso a la larga. Es elegir el camino dificil pero más seguro para los ciudadanos. Y eso se tendría que reconocer de algún modo por las certificadoras. Aunque quizá es que mi nivel de exigencia es demasiado alto…

Toxicidad del Dióxido de Titanio en los solares

Por otro lado, sois muchas las que me escribís preocupadas por este tema, por la toxicidad del TiO2. Si tecleamos en Google (buscador al que hay que temer más que a ir a Mordor disfrazado de Hobbit) «Dióxido de titanio toxicidad» nos salen más de 67.000 documentos en los que podemos leer de todo. Si bien es cierto que la IARC ha catalogado el Dióxido de Titanio como grupo 2B (posible carcinógeno en humanos), no es menos cierto que esa toxicidad probada se da al inhalarse, por lo que el peligro radicaría más en los productos de maquillaje (polvos sueltos, sombras y demás donde se conoce CI77891 o pigmento blanco N°6) que en los solares en forma de crema. Mientras el TiO2 esté sobre nuestra piel no hay nada que temer (de momento).

El problema viene cuando ese dióxido de titanio se inhala o penetra en el torrente sanguíneo. Y eso os preocupa mucho. Algunas me decís que os parece una barbaridad que el TiO2 esté en labiales y que si os ponéis la crema con dióxido de titanio es inevitable que una parte de esa sustancia llegue a la boca cuando bebéis o coméis. Y todas esas preocupaciones son totalmente válidas pero casi todo el TiO2 que tenemos en nuestro cuerpo no procede de la cosmética. Y ¿cómo puedo tener ese compuesto en el interior de mi organismo? Pues muy sencillo. A través de la comida. El Dióxido de Titanio es uno de los aditivos más usados en nuestra alimentación. Bajo el nombre de E-171 y E-771 está presente en todos los alimentos blancos blancos. Así, los quesos frescos, los helados de nata y todo lo que contenga nata, las salsas tipo César, la leche en polvo, los yogures blancos, cremosos y griegos. Todo esto es extremadamente blanco, mucho más que la propia leche ¿cómo es esto posible? Porque llevan Dióxido de Titanio que es el colorante más blanco del mundo y que se usa prácticamente en todo lo que sea blanco, desde pinturas de pared y papeles hasta dentríficos, pasando por muchos de los alimentos que contienen leche. Las marcas de yogur nos han acostumbrado de forma absurda a ver los yogures de color inmaculado y no veríamos con buen ojo un yogur griego de color blanco amarillento. Además de esto, el surimi, algunos derivados del pescado y la carne (salchichas y demás), las nubes de golosina, las gominolas y un montón de productos contienen ese dióxido de titanio. En principio, los estudios dicen que no hay mayor problema el el consumo de este ingrediente, ya que no atraviesa nuestra pared intestinal y no puede entrar en el torrente sanguíneo. Esto es, tal y como entra, sale. Otro cantar es la toxicidad que para el medio marino pueda tener tantas y tantas toneladas de TiO2 vertidas al cabo del año, máxime cuando es un ingrediente sin otra función que la de pintar la realidad. No es un saborizante, ni un conservante. No altera ninguna de las cualidades del producto, sino que es producto de una sociedad hedonista en la que impera por encima de todo la apariencia. Os dejo un listado de alimentos en los que, según la OMS, está permitido el uso del TiO2.

Pero, indagando sobre el tema para hacer esta nueva serie de post, me encontré con este maravilloso documento de la UE que no tiene desperdicio. En él se habla de los alimentos que contienen nanopartículas y os cito uno de los párrafos:

Algunos aditivos alimentarios incluidos en las listas de la Unión establecidas en los Reglamentos (UE) no1129/2011 y (UE) no1130/2011 de la Comisión podrían encontrarse en los alimentos finales en forma de nanomateriales artificiales. Sin embargo, añadir la palabra «nano» entre paréntesis tras la denominación de estos aditivos alimentarios en la lista de ingredientes podría confundir a los consumidores, ya que podría sugerirles que se trata de aditivos nuevos, cuando en realidad se han utilizado en los alimentos en esta forma durante décadas.

Ahora he de parar un rato y respirar. Asi que, según este documento de la Unión Europea, estamos consumiendo nanopartículas de TiO2 sin siquiera tener derecho a saberlo, porque pobrecitos de nosotros, podemos confundirnos y pensar que son aditivos nuevos. Pero con el TiO2 de los cosméticos sí se puede cambiar, porque los filtros solares físicos son usado principalmente por las marcas de cosmética ecológica que no suponen un grupo de presión para nuestros gobernantes.

Este documento no sólo me indigna profundamente por el hecho de haber estado consumiendo productos con nanomateriales sin tener derecho a saberlo, sino que lo que me indigna más es esa especie de párrafo absurdamente condescendiente y paternalista que lo que intenta es ocultar la desidia de unos gobiernos que no se atreven a hacer frente a los lobbies de las grandes marcas. ¿Que me pueden confundir? Les aseguro que si me lo explican bien, incluso mi cerebro de mosquito lo puede entender. Basta ya de ocultarnos información bajo el paraguas de la tutela estatal. Los ciudadanos queremos saber, tenemos derecho a saber, a tener acceso a toda la información, luego cada cual que decida lo que hacer con su vida y que decida qué productos quiere o no comprar. Se acabaron los años en los que se nos podía callar con argumentos absurdos, años en los que confiábamos de forma ciega en gobernantes, bancos y poderes fácticos. Ya no somos títeres, somos ciudadaos que exigimos saber.

Siento haberme puesto tan radical, pero es que la impotencia se me come. De nada sirve que os esté indicando día tras día, comentario tras comentario, mail tras mail, las opciones seguras que tenemos a la hora de consumir cosméticos si luego vamos a ir al supermercado a comprar unos yogures para nuestros bebés y van a estar repletos de nanopartículas (o no, pero eso no tenemos derecho a saberlo).

Y ahora sí, por si no sabéis los daños que las nanopartículas pueden causar en nuestro organismo os pongo unos links para que los disfrutéis. Y en la comida no están encapsulados, van directamente de nuestro estómago a nuestras paredes celulares sin pasar por la casilla de salida. Y allí campan a sus anchas. No sé lo que a mis células les parecerá tener un invitado en forma de motita de TiO2. Quizá le pase como a las ostras cultivadas cuando les ponen una motita de arena, que crean perlas… Aunque me da a mí que no…

Grupo de Evaluación de Nanomateriales ya Registrados en la ECHA, para investigar sobre estos materiales y sus posibles efectos en los seres humanos y el medio ambiente.

Estudio realizado por el Centro Johnson Comprehensive Cancer en la UCLA (EE.UU) donde se demostró en un estudio de 2009 que las nanopartículas de Dióxido de Titanio causaban daño genético sistémico en el ADN de ratones con un incremento del riesgo de cáncer y causando la rotura de las cepas del ADN.

Pues con este mal sabor de boca os voy a dejar para que reflexionéis. Os prometo que la siguiente entrega será mucho más amena de leer porque, gracias a los Dioses, tenemos cosmética ecológica por un tubo, para elegir la que mejor nos convenga y se adapte a nuestras necesidades y gustos. Y con filtros físicos y orgánicos.

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