Hoy os quiero presentar una marca que últimamente está dando mucho que hablar en las redes sociales y blogs. Se trata de La Saponaria, una empresa que nació de la mano de Luigi y Lucia, dos jóvenes enamorados de lo artesanal, de las cosas bien hechas, de los ingredientes naturales de proximidad… y de los jabones. Luigi es químico de profesión y jabonero de vocación. Le encanta probar nuevas fórmulas, nuevas mezclas de ingredientes para conseguir jabones sorprendentemente suaves con la piel y chispeantes a la vista y el olfato.
Lucia es la parte creativa, la ecologista y animalista convencida (en Italia tienen una linea de cuidados para mascotas). Trabaja para que cada día La Saponaria sea más sostenible.
Y gracias Organic Cosmetic Import, podemos disfrutarla en España también.
Los productos de La Saponaria tienen ese ligero toque artesanal y tradicional, pero con un diseño y un packagin tan cuidado que casi da pena desenvolverlos. Sus doce tipos de jabón (más un fascinante champú sólido y un jabón de Marsella para la ropa) están delicadamente envueltos en fino papel que deja traspasar sus sutiles aromas: amapola y ciprés, miel y lavanda, naranja y canela, mirto y uva roja chianti… Ninguno de ellos te deja indiferente.
Los champús son otro de los puntos fuertes. Ya os hablaremos de ellos pero, de momento, es una de las cosas que más me gusta de esta marca, son suaves y efectivos. El champú sólido es uno de los pocos que me quita el picor del cuero cabelludo sólo con su contacto. Casi un milagro. Y el jabón para pieles sensibles es tan suave que hasta lo uso con Leo.
Pero La Saponaria también tiene ricos aceites, fundentes cremas, una línea facial y varios starter kit que por muy poquito te permiten probar varios productos. Una idea genial para conocer (y amar) esta marca de cosmética.
Podemos encontrar cientos, miles de marcas que venden cosméticos naturales, cosméticos con pocos ingredientes sintéticos, cosméticos respetuosos con nuestra piel. Cada vez son más las marcas que apuestan por los extractos naturales y los aceites. Marcas que limitan los químicos dañinos y buscan alternativas a los parabenos y el phenoxyethanol. Pero lo que diferencia todas esas marcas de las marcas Bio no sólo son los ingredientes certificados, que ya es mucha la diferencia, sino son sus compromisos, sus reglas de juego. Y en eso las marcas Bio ganan por goleada.
Así, los productos que fabrican Luigi y Lucia se sustentan en ocho pilares irrenunciables:
– Apoyo a los productores locales con ingredientes Km 0, así que cuando compras en La Saponaria te estás llevando un trocito de Italia a casa. De hecho una de las principales preocupaciones de Tsonka y Teo es compensar el CO2 emitido con el transporte.
– Ingredientes ecológicos y responsables con el medio ambiente (sus ingredientes tienen la certificación Biocosmesi Suolo y Salute).
– Producción artesanal. Todo se hace despacito, con calma, con el tiempo y el mimo que las cosas buenas requieren.
– Recetas sencillas y eficaces, de bajo impacto ambiental. La Saponaria nos demuestra que con pocos ingredientes se pueden hacer cosas increíbles…
– No a los sulfatos, las siliconas, el EDTA, perfumes y colorantes sintéticos, derivados petroquímicos… todo lo que pueda herir nuestro organismo, fuera.
– No al aceite de palma y a los ingredientes ambientalmente insostenibles. No es que el aceite de palma sea malo, es que para su extracción se está esquilmando la selva amazónica. Las empresas más responsables ya prescinden de este aceite en sus formulaciones.
– La Saponaria dice NO a los test en animales (pertenecen al movimiento VIVO Cruelty Free).
– Uso de un packaging ligero, ecológico y reciclable.
– Precio justo. Con los proveedores y con los clientes.
De momento me quedo con el aroma que rezuman sus jabones, la suavidad con la que se deslizan por la piel. Dicen que cada persona pone un poco de sí en cada cosa que hace. Dicen que deja una impronta personal, como un trocito de su alma. Y en este caso se nota la devoción con el que cada uno de sus productos está realizado. Despacito. Como las viejas recetas de las abuelas. Al chup chup…, con un mimo infinito.