La diseñadora Stella McCartney y Suzy Amis Cameron son algunas de las celebrities que se han apuntado a la moda sostenible. La primera con sus creaciones realizadas con materiales orgánicos, reciclados y reciclables y la segunda con su certamen ‘Red carpet Green dress’ (Alfombra roja, Vestido verde), cubren el firmamento hollywoodiense de telas bio.
Stella McCartney creció en un ambiente rural que valoraba tremendamente la vida orgánica. Ser hija de un Beatle le dio la oportunidad de crecer apartada de focos y grandes urbes. Activista PETA y vegetariana convencida, Stella no tardó en despuntar como diseñadora. Colección tras colección, Stella logra mantenerse en lo más alto de las pasarelas de moda internacional y desafía los convencionalismos con prendas hechas de materiales reciclables, orgánicos. No usa pieles naturales, sino sintéticas provinientes de materiales reciclados, y es una de las más conocidas activistas pro naturaleza del star system. Al calor de sus propuestas son muchas las marcas centradas en moda orgánica que han visto sus creaciones despuntar.
Por su lado, Suzy Amis Cameron, (esposa del oscarizado director de Titanic y Avatar), forma junto a su marido una de las parejas más comprometidas con el medioambiente de todas las celebrities. Así, Suzy creó el certamen ‘Red carpet Green dress’, lanzando un guante a actores y actrices para que opten por una moda más sana y sostenible que ha conseguido que el star system americano se conciencie cada vez más sobre la necesidad de una moda más sana y sostenible. Y claro, las estrellas han sido la correa de transmisión para que algunos modistos de talla internacional se involucren en estos proyectos verdes.
[adicional text= «Los casi torpes inicios de la moda orgánica en los que sólo se vislumbraba un futuro de camisetas desenfadadas, han florecido y un mundo lleno de texturas y colores se abren paso en las colecciones de prendas ecológicas internacionales. Ya no hay excusa para buscar prendas sostenibles y responsables con el medio ambiente. Lady, Urban, Casual, Camo, Bohemio… la moda verde abarca todas las tendencias con precios cada vez más asequibles.»]
De esta forma, los casi torpes inicios de la moda bio en los que sólo se vislumbraba un futuro de camisetas desenfadadas, han florecido y un mundo lleno de texturas y colores se abren paso en las colecciones de prendas ecológicas internacionales. Ya no hay excusa para buscar prendas sostenibles y responsables con el medio ambiente. Lady, Urban, Casual, Camo, Bohemio… la moda verde abarca todas las tendencias con precios cada vez más asequibles.
Algodón y algodón orgánico ¿dónde está la diferencia?
La mayoría de los consumidores tenemos muchas dudas a la hora de comprar prendas ecológicas. Si el algodón per se ya es un ingrediente natural ¿cuál es la diferencia entre una camiseta realizada con algodón natural y otra con algodón orgánico? Aunque parezca mentira la diferencia es abismal.
El algodón es uno de los tejidos más usados en la confección de todo tipo de prendas. Se calcula que más del 10% de los químicos agrícolas y el 25% de los insectidas que se usan en el mundo se echan en las plantaciones de algodón de todo el mundo, que sólo representan el 3% del total de los cultivos del mundo. La OMS advierte que tres de los insecticidas más peligrosos son utilizados para el cultivo del algodón y se calcula que el 10% del total de la contaminación del medio ambiente proviene de la industria algodonera. Estos pesticidas llegan penetrar en las fibras y permanenen en ella incluso después de su lavado. Por supuesto, para la producción ecológica todos los pesticidas tóxicos están prohibidos y el control de plagas se suele hacer con insectos predadores como abejas y mariquitas.
También el consumo de agua es importante en la producción de algodón, ya que estas plantaciones tienen una gran exigencia hídrica. Se calcula que para producir un kilo de algodón hacen falta más de 5.000 litros de agua. Estas necesidades son mucho menores en los cultivos ecológicos, ya que la planta crece a su ritmo natural y los suelos no están agotados, por lo que el rendimiento es mayor.
El algodón sí engaña
Pero ciclo de contaminación del algodón no ha hecho más que empezar y, tras su recolección, será sometido a procesos de blanqueamiento (porque el algodón natural no es blanco, sino verde, beige o marrón) con ingredientes químicos como el cloro que genera compuestos organoclorados que son vertidos en los acuíferos generando residuos altamente tóxicos (son probados carcinógenos, causan alteraciones inmunológicas y son tóxicos para la reproducción..
Tampoco los tintes usados para teñir las telas de confección son en absoluto inocuos, repletos de ingredientes químicos agresivos que se acumulan en la cadena trófica causando problemas en mucosas, hígado y riñones, entre otros. Alergias, prurito, eccema, shock tóxico y SQM (Sensibilidad Química Múltiple) se esconden tras los químicos tóxicos que perviven en nuestros enseres diarios. El traslado de las cadenas de producción a países como China, Balgladesh o Corea del Sur escapan a los controles legales que se han establecido en la Unión Europea. Así, los tintes químicos no sólo contaminan las prendas que compramos en las grandes cadenas de venta de ropa, sino que el escaso control de los vertidos industriales en los países de origen han convertido a la industria textil en la sexta más contaminante de todo el planeta.
[adicional text= «La OMS advierte que tres de los insecticidas más peligrosos sos utilizados para el cultivo del algodón y se calcula que el 10% del total de la contaminación del medio ambiente proviene de la industria algodonera. Estos pesticidas llegan penetrar en las fibras y permanenen en ella incluso después de su lavado.»]
La alternativa a los tintes sintéticos estraídos del petróleo y de la industria minera (con el uso de metales pesados como el cromo, estaño o cobre, principalmente, usados como fijadores del color), es el tinte vegetal con el uso de plantas, flores y especias cuyo poder para teñir telas se conoce desde la antiguedad. Los modernos procesos de tintado de telas hacen que éstas tengan colores tan vivos y duraderos como los sintéticos, pero con la particularidad de ser biodegradables y no contaminantes. La desventaja es que es un proceso mucho más lento que el tintado sintético.
Pero no sólo eso, cuando nos ponemos una prenda 100% algodón pensamos que nos estamos poniendo un producto natural, pero nada más lejos de la realidad: metales pesados, sustancias cancerígenas como las aminas, blanqueadores, revestimientos plástico, colorantes azoicos, ftalatos, retardantes de llama… Cientos de sustancias tóxicas están en contacto directo con nuestra piel cada día.
¿Cómo distingo el algodón bio del que no lo es?
Los expertos afirman que la diferencia salta a la vista (y al tacto). El algodón orgánico procede de semillas naturales (se calcula que el 70% del algodón que se produce en el mundo procede de semillas OGM que son tratadas con pesticidas y fungicidas antes de plantarlas). Las particularidades del la siembra y recolección del algodón ecológico, así como su posterior tratamiento y teñido, hacen de éste un algodón extremadamente suave al tacto que no produce alergias ni sarpullidos incluso en las pieles más sensibles.
Pero si no tienes el tacto de un experto, te damos algunas claves para poder saber si tus prendas de algodón cumplen con los estándares de calidad ecológicos, con sellos como GOTS (que abarca todo el proceso de producción) o Öeko-Tex (sólo el producto final).
[relacionado= «GOTS»]
GOTS save the Queen
Una vez más, la certificación de las materias primas orgánicas ha quedado en manos de entidades privadas y en todo el mundo se ha impuesto el sello GOTS (Global Organic Textil Standard) para certificar las prendas orgánicas que, si bien no es el único, es el más reconocido mundialmente, ya que para su creación se han unido cuatro de las asociaciones ecológicas mundiales más importantes como son la Organic Trade Association OTA de EE.UU., la Association Natural Textile Industry IVN (Alemania), Soil Association (Reino Unido) y la Japan Organic Cotton Association JOCA (Japón).
Al igual que ocurre con los certificados de la cosmética, en la ropa también hay varios grados:
GOTS grado Orgánico: sólo se concede con un 95% de materias primas orgánicas y un 5% de otras materias naturales o sintéticas.
Certificado GOTS: como mínimo estas prendas han de tener un 70% de fibras orgánicas.
Sin embargo se reconoce que determinados productos, como las medias de mujer y la indumentaria deportiva, pueden contener más proporción de fibras sintéticas, llegando al 10% y al 25% respectivamente.
La norma no sólo contempla que las fibras empleadas para la fabricación de una prenda sean de origen orgánico, sino que vela porque todo el proceso de fabricación, desde la confección hasta el empaquetado, la distribución y la comercialización cumpla con unas estrictas normas ecológicas.
Además del origen ecológico de las fibras (por supuesto están descartadas las materias primas modificadas genéticamente), se presta una especial atención al proceso de teñido de las fibras, quedando prohibidos muchos de los químicos permitidos en las tinturas de ropa tradicional pero que, cada día más, se destapan sus peligros potenciales: desde los ingredientes cancerígenos como las aminas, hasta los altamente irritantes como los surfactantes, pasando por los preocupantes disruptores endocrinos, entre los que se encuentran los ftalatos (presentes en casi todas las camisetas con estampados plásticos), el bisfenol (ya prohibido en los plásticos de consumo para menores de tres años como chupetes y biberones), los PFOAS (que también se encuentran en el teflón de las sartenes antiadherentes y en las prendas hidrófugas y antimanchas) y los retardantes de llama (que podemos encontrar en las almohadas de nuestra casa, en la ropa y en los electrodomésticos). Además de todo eso, se prima la tintura con ingredientes vegetales y se limitan los químicos bio-acumulables y difícilmente degradables en el medioambiente.
Los metales pesados también están totalmente prohibidos en las fibras GOTS (excepto el hierro y algo de cobre para obtener ciertos colores), así como el uso de colorantes derivados de especies amenazadas.
Pero no sólo eso. Para certificar una prenda GOTS, todos los procesos de manufactura tienen que cumplir unos requisitos sociales mínimos, quedando totalmente prohibido el trabajo infantil, respetándose los derechos de sindicación de los trabajadores, el salario mínimo, la jornada laboral y el derecho a los festivos… En definitiva, una norma que vela por que lo que nos pongamos en la piel no sólo no nos dañe a nosotros ni al medio ambiente, sino que no se haya conseguido imponiendo a los trabajadores unas condiciones más cercanas a la exclavitud decimonómica que al siglo XXI.
Por supuesto GOTS no sólo abarca las fibras orgánicas de algodón, sino las de todos los materiales que se puedan cultivar de forma ecológica: lino, cáñamo, bambú, lana, piel, escamas de pesado, caucho o las nuevas generaciones de tejidos como el Lyocel (obtenido a partir del eucalipto FSC y comercializado en gran parte por la marca Tencel®) y el Monocel® (obtenido a partir del bambú ecológico)…
De esta forma, comprar un artículo con una etiqueta GOTS nos asegura una prenda ecológica, sin tóxicos y de comercio justo.
[adicional text= «Para certificar una prenda GOTS, todos los procesos de manufactura tienen que cumplir unos requisitos sociales mínimos, quedando totalmente prohibido el trabajo infantil, respetándose los derechos de sindicación de los trabajadores, el salario mínimo, la jornada laboral y el derecho a los festivos… En definitiva, una norma que vela por que lo que nos pongamos en la piel no sólo no nos dañe a nosotros ni al medio ambiente, sino que no se haya conseguido imponiendo a los trabajadores unas condiciones más cercanas a la exclavitud decimonómica que al siglo XXI.»]
No todo está perdido
Podría parecer que ante el inmenso aluvión de tóxicos que ponemos día a día en nuestra piel y que se relacionan con cientos de enfermedades que se multiplican exponencialmente en nuestra sociedad no tenemos opciones. Sin llegar a los maravillosos niveles del etiquetado GOTS, si es cierto que cada vez son más las grandes compañías de moda que se suman al carro de lo ecológico, de lo sostenible y van incrementando las prendas orgánicas cuantitativa y cualitativamente, huyendo de las típicas camisetas de manga corta y realizando todo un catálogo con prendas ecológicas, algunas lo hacen por moda, la mayoría por convencimiento.
H&M es una de estas marcas. Puede parecer uno de los prototipos de empresa abocada al consumismo más radical. Las pilas de ropa y los percheros atestados esconden una realidad algo más verde: la inclinación de esta marca sueca hacia una moda más sana con el planeta y con nosotros mismos. No en vano se ha convertido en uno de los mayores consumidores de algodón orgánico del planeta y las prendas con el sello bio crecen cada día en sus más de 3.500 tiendas repartidas por todo el mundo.
Así, cada año la multinacional nórdica lanza una efectista campaña: Conscious, con prendas realizadas íntegramente con materiales ecológicos, reciclados y reciclables. Sin químicos bioacumulativos ni tóxicos para nuestra piel ni para los acuíferos, la fauna y la flora. Y reviste la campaña de todo el glamour que la moda ecológica se merece.
Modelos como Amber Valetta y Olivia Wilde han sido contratadas como imagen de una campaña que grita al mundo que la moda puede ser sostenible, ecológica, bella y moderna.
Junto a H&M otras muchas compañías como Marks&Spencer, Benetton, Inditex, Mango, C&A (otro de los grandes productores de prendas bio sobre todo en las líneas de bebés) van imponiendo poco a poco líneas y prendas ecológicas en sus colecciones y, lo que es más importante, compromisos reales de reducción de tóxicos en los procesos de producción de sus prendas. Hasta Armani, uno de los diseñadores de referencia mundial, ha adoptado serios compromisos medioambientales y tiene listados públicos de todos los tóxicos existentes en sus prendas, así como aquellos que el diseñador no permite en su producción y los que tiene previsto eliminar o reducir. Un ejercicio de transparencia al que cada vez más compañías se suman, para que la moda sin tóxicos no sea un lujo, sino una realidad al alcance de todos.
Cabe resaltar que ONG’s como Greenpeace han tenido mucho que ver en esta toma de conciencia de las grandes marcas, con la puesta en marcha de campañas como Detox, en la que tras analizar numerosas prendas de las marcas más famosas, se logró sumar a su causa a muchas de las grandes marcas del planeta, conscientes de la huella y las consecuencias que los tóxicos de sus prendas tienen no sólo en el medio ambiente sino también en la salud de los ciudadanos, sus potenciales clientes.
Por supuesto que no todo el monte es orégano y algunas de las grandes marcas continuan sin hacer el menor avance hacia una moda sostenible y libre de tóxicos, pero la toma de conciencia de los ciudadanos es cada vez mayor y con ella los días de estas marcas parecen estar contados.
Cuestión de piel
Sin embargo, el mercado textil está lleno de incongruencias, desde prendas realizadas con tejidos orgánicos pero impermeabilizadas con productos repletos de PFOAS (altamente tóxico y presente también en las sartenes antiadherentes), hasta campañas tildadas de ‘bio’ repletas de materiales sintéticos, eso sí, reciclados.
Pues a todos estos embrollos se suma el de las pieles. Una piel ecológica es aquella que proviene de los animales de granjas criados de forma ecológica y cuya carne o leche se destina al consumo humano (vacas, ovejas y cabras). Si se trata de plumas de aves, éstas son extraídas de los animales una vez muertos y siempre y cuando su crianza se haya hecho dentro de los parámetros de la ganadería ecológica, es decir, hayan sido alimentados con piensos ecológicos y hayan tenido libertad y condiciones de vida opuestas al maltrato animal. No se consideran pieles ecológicas las obtenidas de animales criados con el único fin de extraer su piel, ni mucho menos la de animales libres o en peligro de extinción.
Además de la crianza de los animales y la forma de extracción de las pieles, la calidad de ecológica para las pieles sólo se puede otorgar a las que cumplen un proceso de tintado y producción de las prendas que se ajusta a los cánones ecológicos, es decir, sin ingredientes químicos tóxicos o biopersistentes.
No obstante, cada vez más las marcas tienen en cuenta las inquietudes de las asociaciones veganas y pro defensa de los animales quienes, en su gran mayoría, se oponen al uso de productos de procedencia animal, con tintes animales (como la cochinilla) o que para su elaboración se haya causado el sufrimiento animal. Es por esto que se han creado las mal llamadas ‘pieles ecológicas’, confundiendo aún más al consumidor. Se trata de prendas que imitan las pieles pero que están realizadas con materiales sintéticos como el poliéster o la poliamida (ambos de origen petroquímico) y para cuya fabricación se utilizan químicos dañinos para el medioambiente y para nuestra salud.
La polémica está servida, ya que lo vegano a veces se confunde con lo ecológico, pero son conceptos totalmente diferentes. El primero rehusa por convencimientos éticos el uso de toda materia prima proveniente de animales y sus derivados (lana, leche, cera, miel, propóleo, piel animal, jalea real, huevos, coral, huesos), mientras que apoya el uso de materiales alternativos de origen vegetal y sintético.
Por su lado, la ecolología permite el consumo de animales criados bajo unos estrictos criterios de bienestar animal, así como el uso de las materia para la elaboración de productos que no lleve ingredientes químicos sintéticos ni tóxicos para el medio ambiente ni las personas.