Hasta la vendimia de 2011 el vino ecológico se definía como aquellos vinos obtenidos a partir de cultivo ecológico de la vides y sólo debían etiquetarse como “vino elaborado con uvas procedentes de cultivo ecológico” o “vino de viticultura ecológica”.
A partir de la vendimia de 2012 y para cumplir el Reglamento UE 203/2012, sólo se podrá etiquetar como “Vino Ecológico”, y llevar el logotipo ecológico de la UE, aquel vino que sea elaborado a partir de uvas procedentes de cultivo ecológico y que además en bodega sólo se usen las técnicas de elaboración y aditivos permitidos por el reglamento.
[adicional text=»Atrás quedan esos años en los que los vinos ecológicos tenían la mala fama de no estar buenos. Hoy en día, tras años de perfeccionamiento de las técnicas de vinificación, la calidad organoléptica de un vino ecológico nos puede mostrar mejor el carácter del terruño o terroir ya que la planta expresa por si misma las condiciones del suelo y del clima sin la ayuda que proporcionan los aditivos sintéticos.»]
El Reglamento restringe desde el uso de levaduras modificadas genéticamente, hasta el máximo de sulfuroso a añadir en un vino (E-220) por ejemplo. Atrás quedan esos años en los que los vinos ecológicos tenían la mala fama de no estar buenos. Hoy en día, tras años de perfeccionamiento de las técnicas de vinificación, la calidad organoléptica de un vino ecológico nos puede mostrar mejor el carácter del «terruño» o «terroir» ya que la planta expresa por si misma las condiciones del suelo y del clima sin la ayuda que proporcionan los aditivos sintéticos.
También se han quitado el sambenito de ser vinos caros y se ha demostrado que son más saludables que los vinos convencionales, ya que no tienen residuos de pesticidas, ni conservantes sintéticos, presentan dosis menores de sulfuroso y además poseen mayor cantidad de antioxidantes como el resveratrol.
Además, de los subproductos de estas uvas ecológicas: hollejos (pieles), pepitas… se hacen los cosméticos y aceites esenciales que llevan Vitis vinífera L. en su INCI para aprovechar todas las bondades de la uva.
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España no solo es el primer productor de vinos del mundo sino que también es el primer productor de vinos ecológicos, pero por desgracia en ambos casos el consumo no acompaña ya que somos el noveno país consumidor de vinos.
La mayoría de nuestros vinos ecológicos de dedican a la exportación y eso que solo en España hay más de mil referencias. Desde Orgànics Magazine rompemos una lanza en favor de nuestros vinos ecológicos cuyas virtudes cautivan fuera de nuestras fronteras ¿te sumas a nuestra #RevoluciónBio?
La polémica del sulfuroso
El sulfuroso es un conservante (E-220) que se añade en diferentes momentos del proceso de elaboración del vino, incluso se fumiga las propia cepa para evitar la proliferación de hongos.
El problema del uso del sulfuroso es que desde que comenzó a utilizarse a finales del siglo XIX se ha convertido en un producto del que no sólo se ha hecho uso, sino abuso. Este producto químico no tendría mayor problema si no fuera por ser un importante alérgeno y, según algunos estudios, responsable de los dolores de cabeza que se le atribuyen a estos maravillosos caldos.
¿Se puede evitar el sulfuroso?
En la actualidad no existe ningún tratamiento para hongos, bacterias y levaduras que lo pueda sustituir, ya que es tremendamente versátil y eficaz (tengamos en cuenta que los vinos pueden estar afectados por más de medio centenar de patologías que no sólo darían al traste con la cosecha, sino con el vino ya elaborado).
Entonces ¿Estamos obligados a consumir vinos con sulfuroso?
No, se ha comprobado que las cepas más cuidadas y sanas no requieren del uso de sulfuroso, ya que el viticultor mantiene una estrecha vigilancia de su terreno para evitar cualquier amenaza que pueda enfermar las vides. Por ejemplo, se plantan rosales cerca de las cepas porque estas plantas son muy sensibles a las enfermedades y pueden alertar al viticultor de posibles plagas.
En definitiva, podemos decir que el sulfuroso nos permite obtener vinos libres de hongos y bacterias perjudiciales para el vino, pero haciendo una viticultura de calidad y tratando a las cepas con mimo, podemos prescindir de él tanto en campo como en bodega, obteniendo caldos que no sólo sean suculentos al paladar, sino tambien libres de alérgenos.