¿Alguna vez habéis comprado un champú o una crema creyendo que sería más ecológico porque en la etiqueta pone ‘con ingredientes naturales’? ¿Os encanta entrar en tiendas como Yves Rocher, Bottega Verde, Rituals, Kiehl’s o The Body Shop porque venden productos naturales? ¿Compráis Herbal Essences atraídas por sus componentes naturales y os untáis de cremas Le Pettir Marsellais porque creéis que sus deliciosos productos están hechos como antaño? Pues, al igual que nosotras, habéis sido víctimas del engaño de lo natural. En este artículo os vamos a dar las claves para distinguir un cosmético natural o ecológico de uno que no lo es, y os hablaremos de las marcas que practican el Greenwashing o lavado de cara verde.
Pero ¿es lo mismo natural, ecológico, orgánico, bio y biológico? ¿qué significa que un gel esté hecho en un 95% de ingredientes naturales? ¿cómo diferencio una marca biológica de una que no lo es? ¿qué son los certificados ecológicos?
Esas son algunas de las dudas que nos asaltan a la hora de comprar un producto, sobre todo si hemos leído algo de parabenos, aceites minerales, SLS y SLES y queremos empezar a cuidarnos eligiendo fórmulas más saludables. Atrás quedaron esos tiempos en los que todo con química era mejor y el hombre se maravillaba de poder alejarse de la naturaleza y, embelesado por su poder creador, hacía productos 0% naturales. Pero que lo natural esté de moda también provoca que determinadas marcas se suban a este carro con productos que anuncian a bombo y platillo como naturales cuando llevan la misma química de siempre con algún añadido natural en ínfimas proporciones. En este post intentaremos responder a algunas de estas preguntas de forma clara para que no os tomen el pelo.
Empezaremos hablando de los productos menos naturales para terminar con una verdadera experiencia orgánica (eslogan, por cierto, usado por una de las marcas que más ha explotado lo natural ¡siendo pura química sintética!)
En España no hay mucha tradición de consumo de productos ecológicos en comparación con otros países de la UE como Alemania, Francia, Bélgica, países nórdicos…, bien casi toda Europa. Por eso el sistema legislativo español ha sido muy laxo con lo que se podía etiquetar como Bio y lo que no. Las que tengáis un poco de memoria histórica (por la edad más que nada) recordaréis que antes todo era Bio: la leche, los yogures…, todo lo que se quisiera revestir de sano se etiquetaba como Bio. Esto era así por un Real Decreto de 2001 que permitía el uso indiscriminado de las palabras biológico, orgánico, bio y ecológico, incluso en productos hechos con ingredientes transgénicos o tratados con pesticidas químicos. Así, la UE expedientó a España por permitir este uso tan ‘al tun tun’ del término Bio. España cambió su legislación con otro Real Decreto y a partir de 2006 sólo los productos Bio podían ser etiquetados como Bio (bio, biológico, eco, ecológico y orgánico son lo mismo a nivel legal aunque etimológicamente no signifiquen lo mismo).
Pero ¿qué pasa con el término natural?
El término natural designa eso: ingredientes naturales. Hoy en día es muy complicado encontrar cosméticos SIN ingredientes naturales. El agua mismo es un ingrediente natural que está en casi todos ellos (aunque para las certificaciones no cuenta, ¡eh! si no todos los champús y geles serían cosméticos naturales), pero no hay ninguna definición legal que nos indique cuándo podemos hablar de un cosmético natural.
Así, podemos encontrar un gel de ducha al que le hayan puesto el aceite de dos pepitas de uva y una de tomate y ya se puede poner en la etiqueta que lleva ingredientes naturales (¡y no miente!), incluso puede poner que lleva polifenoles y licopeno, una foto de una señora dándose una ducha en una cascada paradisíaca, una foto de una uva y de un tomate y ¡ta chán! gel natural que tenemos.
Eso no quita para que el producto en cuestión lleve Sodium Laureth Sulfate, parabenos, polietilenglicol, y toda la química que quiera el fabricante echarle. Además, si esas dos pepitas de uva o esa semilla de tomate proviniera de la agricultura ecológica podría poner un asterisco y una leyenda que rezara **provenientes de la agricultura ecológica… ¡Y no estaría mintiendo! Pero NO sería un producto ni natural ni ecológico, sino un producto de Greenwashing o lavado verde, ese que practican las marcas que quieren dar apariencia de naturales cuando sus productos están repletos de ingredientes sintéticos.
Si vamos a la sección de perfumería de un supermercado o hipermercado podremos ver un sin fin de productos para el cuidado de la piel (principalmente cremas para el cuerpo, geles y champús) llenos de fórmulas ‘naturales’. Aloe vera, aceite de argán, manteca de karité, jalea real, bayas de Goji, frutos del bosque, mango, aceite de macadamia, lavanda, melisa y romero, té verde… cualquier fruta y verdura nos la podemos encontrar en las etiquetas de la sección de cosmética. Entonces ¿cómo distinguimos lo que es realmente natural de lo que no?
La respuesta parece sencilla, aunque no lo es. Para empezar hay que mirar la composición. En toda formulación cosmética, por imperativo legal, los ingredientes han de ir de mayor a menor concentración. Así, si una crema lleva en primer lugar Aloe Vera o Aloe Barbadensis (su nombre latino) tiene una alta concentración de principios naturales (pero también puede llevar ingredientes sintéticos y tóxicos y, por supuesto, eso no significa que sea ecológico), si por el contrario el aloe vera está justo antes de los parabenos… podéis sospechar de que es más marketing que otra cosa.
Por otro lado, casi todas las marcas llevan los ingredientes descritos en lo que se denomina el código INCI (Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos). Este código es internacional y, por supuesto, los ingredientes también van de mayor a menor concentración pero en este caso los ingredientes activos naturales se ponen con su nombre botánico, es decir en latín. El resto puede ir en inglés o en castellano en el caso de productos vendidos en España.
Así que productos con ingredientes naturales… podemos encontrar todas las casas cosméticas del mundo mundial porque todas en mayor o menor medida usan ingredientes naturales… la única guía que nos sirve es el orden en el que están dispuestos los ingredientes para saber cuántos principios activos naturales lleva y su concentración.
Os vamos a poner un ejemplo de la firma Sueca Oriflame. Esta firma presume de ser cosmética sueca natural ¡y así nos la venden! En su línea Nature Bath and Shower podemos encontrar este gel de ducha para piel sensible con mango y yogur. ¿Rico, no? Pero si analizamos su INCI veremos que hay algunos compuestos no muy ‘naturales’.
Una regla muy sencilla para saber si estamos ante un cosmético bueno o con tóxicos es esta: evitar todo lo que acabe en -ETH y los PEG-. Aquí vemos de todo un poco. Pero ¿por qué evitarlas? porque esas sustancias han llevado un proceso de etoxilación, es decir, han sido sometidas a un proceso con Óxido de Etileno y pueden tener como ‘impurezas’ tanto el propio Óxido de Etileno como 1,4-Dioxano (ambos ingredientes prohibidos en la Unión Europea por su demostrada actividad carcinogénica ¡pero como ingredientes no como impurezas!).
El otro ingrediente muy preocupante es conservante 2-Bromo-2-Nitropropane-1,3-Diol… cuyas impurezas son nada más y nada menos que formaldehído y nitrosaminas (¿os acordáis de la polémica con los productos Deli Plus?, pues era por las dichosas nitrosaminas).
Todos estos ingredientes, sobre todo el 2-Bromo-2-Nitropropane-1,3-Diol han sido calificados por la EWG como altamente peligroso (tengo un post pendiente, pero os lo resumo mucho mucho: EWG es una organización sin ánimo de lucro que cuenta con una amplísima base de datos de ingredientes cosméticos y te dicen el índice de peligrosidad de los mismos (del 1 al 10), la cantidad de informes que hay sobre este ingrediente y quién ha publicado los informes). No es la panacea, pero es uno de los mejores.
Otra página en la que nos apoyamos para ver los ingredientes es laveritesurlescosmetiques. En ella se califica así este ingrediente:
Y teniendo en cuenta que estas son las notas…
Poco más podemos decir.
¡Ah! sí ¿y el yogur y el mango? Pues detrás del 2-Bromo-2-Nitropropane-1,3-Diol. Muchos de vosotros pensaréis «bueno, la menos no lleva parabenos» ¡si el 2-Bromo-2-Nitropropane-1,3-Diol es un conservante mucho peor!
Con lo que queremos que os quedéis es con el uso que se hace del marketing. Una firma que dice que su cosmética es natural… y sueca ¡cuándo han hecho algo malo los suecos! Segundo tenemos una línea que se llama nature bath and shower y tercero es un gel para pieles sensibles con mango y yogur. Y aún nos dicen que el mango hidrata y el yogur suaviza y alivia ¡pero si están en proporciones inferiores al 0,1%!
¿Que cómo lo sabemos? Pues mirando el límite que la UE establece para el 2-Bromo-2-Nitropropane-1,3-Diol cuyo tope es del 0,1%, y según el INCI, como el mango y el yogur van detrás… Pues eso, 0,4ml como máximo por bote. Ale a hidratarte, suavizarte y aliviarte…
Dos cosas he de decir en descargo de Oriflame. Una, que los ingredientes son totalmente legales y lo que está prohibido son esas ‘impurezas’ usadas como ingredientes, sólo que en cosmética ecológica SÍ están totalmente prohibidos por eso mismo: porque pueden liberar esas impurezas nada deseadas (que vienen a ser como los daños colaterales pero qué queréis que os digamos, nosotras no nos la jugamos).
Dos: que publique el INCI de los ingredientes en su web es un ejercicio de transparencia que ya nos gustaría en otras empresas. En la mayoría de páginas web de cosmética sólo se pone las virtudes de lo que lleva y se oculta el INCI deliberadamente, así que esto les honra. Seguramente podríamos haber encontrado miles de productos iguales en otras webs de cosmética ‘natural’, pero es difícil encontrar empresas que publiquen el INCI.
Bueno, después de este enorme paréntesis os resumimos: «leed la etiqueta». Ahora sabemos un poco más cómo distinguir los productos ‘naturales’ y si sus etiquetas llevan más literatura o más ingredientes naturales. Pero, ojo, que lleven muchos ingredientes naturales y en altas concentraciones no significa que no lleven ingredientes sintéticos ni, por supuesto, que sean ecológicos.
De hecho cuando comenzamos a hacer la canastilla para Leo, empezamos a buscar cosmética natural y ecológica y dimos con un gel con un 95% de ingredientes naturales. No llevaba parabenos. Nos pareció genial y compramos toda la línea. Sin embargo ese 5% restante albergaba toda clase de ingredientes tóxicos que no queríamos en su piel ni en la de nadie. La marca se llamaba Corinne de Farme.
Marcas que usan ingredientes sintéticos como base
Normalmente las marcas que se anuncian como naturales en la televisión no son más que marcas que usan como base ingredientes sintéticos baratos como aceites minerales y siliconas, y lo complementan con extractos naturales en concentraciones ínfimas que, curiosamente, son esos extractos los que le dan nombre a sus productos y líneas.
Estas marcas son The Body Shop, Yves Rocher, Kiehl’s (con inexplicables productos llenos de química junto con otros 100% naturales, con sello Ecocert y todo), L’Occitane, Lush, Apivita, Korres, Rituals… y otras de alta cosmética como Clarins, Decléor o Darphin.
Algunas de ellas incluso tienen líneas Bio certificadas (esas líneas no contienen siliconas ni aceites minerales, por supuesto) y con eso van cubriendosu expediente bio. Eso sí, invierten muchos millones de euros en que sus tiendas exhalen ecología y naturalidad por todos los poros, con el uso de madera, fotos de naturaleza, verde por toda parte, cestos de mimbre decorando, ramos de lavanda… y todo lo que nos induce a pensar que estamos en un pedacito de la provenza donde cuidadosas manos han recogido las plantas de las que se nutren estos cosméticos… ¡pues va a ser que no!
En descargo de marcas como Clarins, por su lado, tiene aceites 100% vegetales, como el de loto o el de orquídea, y unos estrictos estándares de calidad que incluyen el uso de principios naturales en abundancia (pero también mucha química en algunos)o Decléor y Darphin, diremos que no presumen de ser marcas naturales, incluso tienen productos cien por cien naturales como los aceites de Darphin.
Pero, hasta el momento, ninguna de estas marcas es ecológica (aunque alguna de ellas tenga líneas 100% ecológicas como la de bebés de Apivita), es decir, sus métodos de producción son los tradicionales y los productos que usan no están etiquetados como orgánicos.
Nos explicamos. Pueden ser productos 100% naturales porque no contienen ingredientes de síntesis, pero esos productos naturales han sido tratados con pesticidas químicos o pueden ser OGM (Organismos Modificados Genéticamente)… Una vez más… sí, tenemos que seguir leyendo.
Vale, pero si estos productos no son bio, entonces ¿qué es una marca ecológica?
Una marca ecológica, biológica u orgánica, más conocida como Bio u Eco a secas (En Europa todos son sinónimos dado que no hay legislación que los diferencie), es aquella que utiliza para la producción de sus productos un método de producción ecológica. De acuerdo con el Reglamento (CE) no 834/2007 del Consejo de 28 de junio de 2007 sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos y por el que se deroga el Reglamento (CEE) no 2092/91 (ese que permitía llamar Bio a casi todos los productos y por el que la UE nos regañó) “la producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de recursos naturales, la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y una producción conforme a las preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales. Así pues, los métodos de producción ecológicos desempeñan un papel social doble, aportando, por un lado, productos ecológicos a un mercado específico que responde a la demanda de los consumidores y, por otro, bienes públicos que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural”.
De aquí sacamos varias ideas que conforman la base de lo que es un producto ecológico: preservación de los recursos naturales, bienestar animal, productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales.
Y hablando de cosmética en particular, es aquella cuyos ingredientes proceden de explotaciones ecológicas, orgánicas o biológicas, basadas en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de síntesis, u organismos genéticamente modificados (OGMs) logrando de esta forma obtener productos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible y equilibrada.
No usan químicos sospechosos de ser tóxicos (no sólo en el INCI de sus productos, sino que si llevan aceite de almendras dulces, garantizan que esos almendros no han sido tratados con pesticidas y que no son almendras transgénicas), no llevan siliconas, ni parabenos, ni PEG’s, ni aceites minerales, ni perfumes de síntesis ni colorantes artificiales, no son testadas en animales y muchas de ellas son veganas (no utilizan ningún derivado animal, ni huevos, ni leche, ni miel), mientras que las no veganas aseguran el bienestar animal de sus ingredientes que, por supuesto, también han de ser ecológicos.
Aquí queremos hacer un alto, ya que el hecho de que un producto sea apto para veganos significa que no se ha usado ninguna materia prima animal, ni grasas animales, ni colorantes como el rojo cochinilla, ni han sido testados, ni tienen derivados lácteos, miel, lanolina, cera de abejas… No sólo no usan materias de animales sacrificados en sus productos, sino tampoco aquellas que ‘fabrican’ los mismos y para los que no se ha sacrificado ni se ha provocado sufrimiento alguno a los animales (miel, cera virgen, propóleo…) Esto a veces confunde porque las personas piensan que apto para veganos significa ecológico y NO.
Hay cosmética 100% sintética y vegana, nada ecológica, con el sello del conejito y que, lamentablemente, su producción hace más daño al medio ambiente con sus tóxicos ingredientes que muchos productos ecológicos en los que se usa leche de burra, propóleo, cera o miel (no los que llevan cochinilla que supone el sacrificio animal, por supuesto). Pero ser veganos, son veganos.
Asi que veganismo no es sinónimo de ecología. De hecho alberga muchas trampas de las que os hablaremos en otra ocasión…
Todo esto nos lleva a hablar de los certificados ecológicos que no son más que una maraña casi imposible de descifrar…
La cosmética natural y ecológica certificada
Si bien la UE tiene un sello ecológico que se aplica a los geles y champús (y a la ropa, los detergentes, las maderas, los ordenadores, la hostelería, vamos a casi todo…), en España este sello está más asociado a la ropa de algodón orgánica y a los detergentes que a la cosmética. Podéis ver el listado de empresas cosméticas que tienen esta etiqueta (tenéis que poner el país y el tipo de producto para que os salga el listado completo).
Pero, en el seno de la UE, no hay ninguna ley que obligue a las empresas que producen productos naturales o ecológicos a certificar éstos, de hecho hay muchas casas de cosmética ecológica que no certifican todos sus productos. Esto es así porque en el seno de la UE no hay ni una normativa única ni un certificado único para cosmética más allá de la Ecolabel (y con criterios bastante generales), por lo que se ha dejado en manos de empresas privadas la certificación.
Es un poco como que una empresa cumpla con normas ISO de AENOR (una empresa certificadora independiente), no sólo da prestigio sino que asegura a los clientes y proveedores que esa empresa cumple con unos requisitos medidos y evaluados por un ente ajeno a la propia empresa y que son idénticos para todas. Pues lo mismo con los sellos ecológicos. Nosotras siempre leemos los ingredientes, pero para empezar cuando veas un sello de una certificadora ¡ya sabes a qué atenerte!…, porque ya sabemos lo que NO nos vamos a encontrar en ese producto y lo que SI nos vamos a encontrar. El problema viene cuando proliferan los sellos con diferentes exigencias, cada país decide establecer su propio estándar ecológico y determinadas grandes empresas como Carrefour se montan su propio sello de calidad ecológica ‘because i worth it’.
Todo esto, lejos de ayudar al consumidor, lo desalienta, ya que los sellos europeos tienen estándares similares, pero si los comparamos con los australianos o los de EE.UU., la cosa cambia.
Si quieres saber más de estos sellos puedes leer nuestro artículo sobre sellos ecológicos.